Capítulo 3

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Me alcanza y señala el exterior, el césped de las canchas de tenis.

—¿Sabes jugar?

Me entra la risa, pero es una risa incómoda.

—No. —Suelo correr y poco más. Dame un bate, una raqueta o una pelota y ya verás la que lío. Ante mi reacción, las comisuras de sus labios forman una sonrisa que resalta el castaño de sus ojos y alarga sus generosas pestañas. Sonrío y sacudo la cabeza, admirada ante este hombre glorioso.

—¿Y usted? —pregunto. Continúa por el recibidor y yo lo sigo.

—No me importa jugar de vez en cuando, pero me van más los deportes extremos.

Se detiene y yo con él. Tiene una forma física y un tono muscular que son demasiado.

—¿Qué clase de deportes extremos?

—Snowboard, sobre todo. Pero he probado el rafting en aguas rápidas, el puenting y el paracaidismo. Soy un poco adicto a la adrenalina. Me gusta sentir la sangre bombeando en las venas. —Me observa mientras habla y siento que me está analizando. Tendrían que anestesiarme para que yo me atreviese con esos pasatiempos que bombean sangre en las venas. Prefiero salir a correr de vez en cuando.

—Extremos —digo sin dejar de estudiar a ese hombre cuya edad desconozco.

—Muy extremos —confirma en voz baja. La respiración se me acelera de nuevo y cierro los ojos mientras me grito mentalmente por ser tan patética.

—¿Seguimos? —pregunta. Percibo la sorna que tiñe su voz.
Abro los ojos y me encuentro con su penetrante mirada.

—Sí, por favor.

Ojalá dejase de mirarme así. Medio sonríe otra vez y se encamina hacia el bar. Saluda a los hombres que he visto antes, dándoles palmaditas en los hombros. La mujer ya no está. Los dos clientes del bar son muy atractivos, jóvenes —probablemente aún no hayan cumplido los treinta— y están sentados en los taburetes mientras beben botellines de cerveza.

—Chicos, os presento a Isabella. Isabella, éstos son Park Jimin y Jeon Jungkook.

—Buenas tardes —dice Jungkook con voz cansada. Parece un poco triste.

Su aspecto (es guapo si te gustan los tipos duros) y su carácter me dice que es inteligente, seguro de sí mismo y probablemente un hombre de negocios. Lleva el pelo negro peinado a la perfección, el traje impoluto y hace gala de una mirada astuta.

—Hola —sonrío educadamente.

—Bienvenida a la catedral del placer —ríe Jimin al tiempo que levanta el botellín—. ¿Puedo invitarte a una copa?

Veo que Kim sacude un poco la cabeza y pone los ojos en blanco.
Jimin sonríe. Es el polo opuesto a Jungkook: informal y relajado, con unos vaqueros viejos, una camiseta de Superdry y unas Converse. Tiene un rostro insolente con un pequeño lunar en la mejilla izquierda que lo favorece. Sus ojos color miel brillan cosa que lo hace parecer aún más insolente, lleva el pelo rubio ceniza algo largo y hecho un desastre.

—No, gracias —contesto.

Mueve la cabeza hacia Kim.

—¿Taehyung?

—No, gracias. Le estoy enseñando a Isabella la ampliación. Va a encargarse del interiorismo —dice sonriéndome.

Me río por dentro. No lo haré si puedo evitarlo. De todos modos, se está precipitando un poco, ¿no? Todavía no hemos hablado de las tarifas, de lo que quiere, ni de nada.

—Ya era hora. Nunca hay habitaciones libres —gruñe Jungkook pegado a su botellín. ¿Por qué nunca he oído hablar de este sitio?

—¿Qué tal el snowboard en Cortina, amigo mío? —pregunta Jimin.

Seducción // K.Taehyung Where stories live. Discover now