Capítulo 59

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Sigo de pie, permitiéndole que limpie los restos que ha dejado en mí, con cuidado, con cariño, y lanzándome sonrisas fugaces cuando me pilla mirándolo. Me pone champú y acondicionador en el pelo y le quito la esponja para devolverle el favor. Tardo bastante más porque su cuerpo es mucho más grande que el mío. Además, siento la necesidad de besar cada centímetro cuadrado de su piel. Me deja salirme con la mía, me sonríe y echa más gel de ducha en la esponja cuando se lo indico. Como de costumbre, me entretengo en su cicatriz con la esperanza de que se abra a mí pero, de nuevo, no lo hace. Un día lo hará, me digo a mí misma, aunque no sé cuándo. Quizá todo haya terminado antes de que me lo cuente. Sólo de pensarlo me deprimo. No quiero que esto se acabe nunca.

Me envuelve en una toalla blanca y suave y me cubre la cara de besos pequeños antes de pasarme el brazo por los hombros y llevarme al dormitorio.

—Ponte algo de encaje —me susurra y se va al vestidor. Reaparece a los pocos minutos con unos pantalones de pijama verdes a rayas. Sonrío. Me encanta verlo vestido de verde pardusco—. Te veo en la cocina, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —le confirmo en voz baja.

Me guiña el ojo antes de salir del dormitorio y me deja buscando un conjunto de encaje. Yo estaba más bien pensando en unas bragas grandes y una sudadera, pero está de tan buen humor que no me apetece fastidiarla por un detalle insignificante. ¿Dónde estará mi ropa interior? ¿Habrá metido Alexa en mi maleta lencería de encaje?

Miro alrededor en busca de mis cosas, pero no veo nada. Entro en el vestidor, pero solo hay vestidos y zapatos. Ha dicho que me quede unos cuantos días. Aquí hay ropa para más de unos cuantos días, perfectamente colgada en su pequeño rincón. Sonrío al pensar en Taehyung haciendo sitio para mi ropa en su amplio vestidor. ¿Habrá deshecho él mi maleta?

Busco en una de las dos cómodas que encargué en Italia. Abro el primer cajón y encuentro tres pilas perfectas de bóxeres en blanco, negro y gris, todos de Armani. Parecen nuevos. Abro otro y encuentro cinturones, muy bien enrollados, en todos los tonos de cuero negro y marrón que puedan imaginarse. Es un fanático del orden. ¡Qué mal! Yo soy un desastre en casa. Cierro el cajón y abro el último, pero sólo encuentro calcetines de deporte y varias gorras. A continuación, abro todos los cajones de la otra cómoda: están llenos de una amplia selección de pantalones cortos de correr y camisetas deportivas. Me rindo y, todavía envuelta en la toalla, bajo a la cocina, donde Taehyung tiene la cabeza metida en la nevera.

—No encuentro mis cosas —le digo a la puerta de la nevera.

Saca la cabeza de la nevera y me recorre con la mirada el cuerpo envuelto en una toalla.

—Desnuda me vale —dice, y cierra la puerta. Pasa junto a mí con un tarro de mantequilla de cacahuete—. Cathy tiene el día libre y la nevera está vacía. Voy a encargar comida; ¿qué te apetece?

—Tú —sonrío.

Sonríe, me arranca la toalla, la tira al suelo y admira mi cuerpo desnudo.

—Tu dios debe alimentar a su seductora. —Su mirada danzante se centra en mis ojos—. El resto de tus cosas está en ese enorme arcón de madera que metiste en mi dormitorio. ¿Qué te apetece comer?

Paso de su comentario y me encojo de hombros. Podría comer cualquier cosa.

—Soy fácil.

—Lo sé, pero ¿qué quieres comer?

Tengo que dejar de decir eso.

—Sólo soy fácil contigo —refunfuño. ¿Cree que soy una chica fácil?

—Más te vale. Ahora, dime, ¿qué te apetece comer?

—Me gusta todo. Elige tú. ¿Qué hora es?

Seducción // K.Taehyung Where stories live. Discover now