III.

19.7K 2.4K 1.9K
                                    

No, esto no puede ser.


¿Qué esperabas cobarde? ¿creíste que todo acabaría y que podrías descansar después de todo lo que has hecho?

Yo... no puedo más, yo ya no puedo.

Tú mismo lo dijiste incontables veces; rendirse no es una opción... en pocas palabras, no tienes permitido hacerlo ahora.

—Cállate, cállate, ¡¡cállate!!

El enemigo más peligroso, no es nadie más que tú mismo.

Esa frase logra resumir a la perfección el ahora de Takemichi. Quien luchaba cruelmente contra su propia mente, mientras corría por las calles sin rumbo y sin medir su velocidad; chocando con algunas personas, tropezando incontables veces y murmurando incoherencias: se lamentaba y negaba a creer que tendría que comenzar todo de nuevo y revivir todo ese dolor y pánico que sintió al ver a sus amigos morir frente a sus ojos. Volver a ser lastimado le aterraba, recibir más golpes y disparos sin siquiera tener permitido morir, lo volvería loco.

Ahora veía lo que era la verdadera desesperación. La misma, lo hacía correr exaltado, dejándolo sin aliento, lo hacía llorar con todas sus fuerzas mientras trataba de mantenerse cuerdo y finalmente, hizo que chocara fuertemente contra alguien, provocando que ambos cayeran con fuerza al suelo.

—¡Oye imbécil fíjate por donde vas! —escupió el chico que Takemichi ni siquiera se dignó a mirar y el cual se levantó del suelo furioso, al ver que fue totalmente ignorado—. Maldito, ¿acaso eres retrasado? más te vale besar mis pies y pedir disculpas apropiadas si no quieres morir.

Los dos chicos que estaban con el colérico muchacho, se pusieron a su lado con intención de intimidar al rubio que yacía sentado en el suelo con la mirada gacha y el cabello caído cubriendo su mirada.

—Ja...jaja... JAJAJA —el rubio comenzó a reír irónico, subiendo poco a poco el tono, y se quitó el cabello de la cara, para observarlos fijamente desde el suelo—. ¡Que gracioso! Sí, eso es lo que quiero, lo adivinaste pero... ¿Morir? ¿Yo? Suerte con eso, al parecer no cualquier idiota puede quitarme la vida.

A pesar de que el rubio lo decía como un insulto para sí mismo, una oleada de furia invadió a los tres chicos, al pensar que era pura provocación, sin notar la mirada cubierta de pánico que tenía el menor.

El que había chocado con él, se le acercó furioso y rápidamente le dió una patada en la cara, la cual fue en parte recibida por el labio que el menor se había mordido hace un rato, provocándole un quejido y que cayera de espalda al suelo.

—¡¿Me retas idiota?! ¡¿crees que no lo haré?! —le gritó pateándolo nuevamente, pero ahora en el costado izquierdo, logrando sacarle el aire de inmediato.

—Creo que no serías capaz a golpes, así es muy complicado —respondió Takemichi con un hilo de voz, tratando de recuperar el aire perdido en sus pulmones—. Si tuvieras una navaja, un arma o algo así... sería más sencillo. Pero tendrías que hacerlo antes de que mágicamente, aparezca alguien que me rescate.

La seriedad con la que hablaba el rubio los hizo retroceder desconcertados.

—¿Qué pasa? ¿no tienes algo así? —preguntó el rubio con la mirada sombría y decepcionada, sentándose en el suelo—. Puedes hacerlo con una roca, o una botella de vidrio rota también —propuso fácilmente, mientras buscaba a su alrededor.

Notó que estaban en un callejón que no ubicaba y tampoco es que le importara, por el momento estaba más interesado en conseguir uno de esos objetos que mencionó. Podía escuchar los autos pasar detrás suyo y ver a personas caminar con normalidad a lo lejos, detrás de aquellos chicos, y no quería que alguien interfiriera en lo que podría ser una oportunidad para morir definitivamente.

¿Y quién salvará a Takemichi? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora