V.

16.9K 2.2K 990
                                    

-Wow chico. Este dibujo es bueno, le faltan unos detalles, pero es increíble, aunque también muy extraño. No entiendo nada ¿estos son aretes? -preguntó el moreno, mirando con fascinación y confusión el trazado en la hoja de papel.


-Sí, lo son. También quisiera que alrededor tuviera unas fechas, pero de alguna forma no entendible... Al menos no fácilmente.

-¿Como en números romanos? -preguntó Yoichi, integrándose a la conversación desde el sillón.

-Sí, exactamente -le respondió el rubio, quien se encontraba sentado en el sillón de cuerina negra, mientras una mujer ahora le perforaba la oreja derecha.

El hombre le pidió las fechas y Takemichi se las dictó comenzando por el veintiocho de julio: el día que Pah será arrestado y terminando en el 7 de julio del 2008 el día que se suicidó... el día que murió Draken.

El hombre sintió curiosidad por las fechas; eran todas a futuro. Pero decidió no preguntar y solo las acomodó de forma genial, alrededor del dibujo.

-¿Enserio puedes soportar el tamaño? Dolerá mucho -mencionó el mayor, mientras terminaba de agregarle algunos detalles a la imagen que plasmaría en todo el costado derecho del menor.

-He soportado cosas peores... está bien -su rostro inexpresivo ante la tercera perforación parecía confirmarlo.

-En el costado duele mucho, Take-chan -aseguró el castaño que, después de varias horas, había entrado en confianza con Takemichi poniéndole apodos y haciendo chistes sobre su actitud aburrida.

¿En menos de 5 horas se pueden crear amistades para toda la vida?
Todo depende de las personas y estos dos chicos eran sin dudas, de lo más fiel y sinceros que se puede encontrar.

-No te preocupes, de aposta le he hecho las perforaciones más fuertes y Takemichi ni se inmutó -respondió la pelirroja enrollando el ultimo aro en la oreja del rubio.

Yoichi había llevado a Takemichi a una tienda de tatuajes y perforaciones, que conocía hace mucho. Como llegaron cuando estaba cerrado, Hasawa -el dueño del lugar y quien lo tatuaría- los invitó a almorzar junto a su esposa -la mujer que se encontraba haciéndole las perforaciones-.

Ese momento había sido bastante agradable para Takemichi que, aunque solo hablaba lo estrictamente necesario, se había divertido escuchando las historias de Yoichi, haciéndole olvidar por un instante el infierno que le esperaba afuera.

-Que lo soporte no significa que no duela -informó el rubio, acomodándose mejor en la silla, para ver al castaño-. Además, Yoichi-kun a ti te dolieron, porque te los hizo un borracho por perder una pelea -respondió, recordando una de las historias tantas historias que le contó de cuando era un pandillero-. No hay punto de comparación.

-Y luego yo tuve que cubrirlos -complementó el hombre levantándose, con el dibujo listo-. Aún no me has pagado eso, Yoichi.

-De todas formas, eso duele -repitió el castaño desviando el tema y mirando por undécima vez su teléfono.

-Si estás muy preocupado por tu hermana deberías volver al hospital -le aconsejó la mujer, sentándose a su lado.

Takemichi resopló. -Estar preocupado no cambiará, solo porque cambie de ubicación -murmuró con naturalidad, sacándose la camisa.

¿Y quién salvará a Takemichi? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora