XIV.

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En un mundo real
De caos y maldad
La vida se te vuelve sentencial.
La masa es tan cruel
Con el que fluye bien
Por eso hay que volverse un poco trance.

✧༺♥༻✧

-. Me basta con poder recordarlo –susurró el de ojos azules dejando el bate de béisbol en el suelo.

Takemichi en medio de todas esas cosas que alguna vez fueron preciadas para él, y destrozadas por sus amigos en ese intento de pelea que tuvieron en aquel 1 de agosto; recordaba lo ocurrido con cierta nostalgia, aquél día cuando pudo impedir un conflicto interno en la ToMan de forma conmovedoramente ridícula fué uno de los mejores momentos de su vida, pero le bastaba con solo recordarlo.

Si se concentraba podía verse allí gritándole a Mikey y Draken mientras sus amigos decían tonterías. Y le hacía gracia recordar también el final de aquella situación.

Siguiendo el mismo camino de ese día, terminó sentado en aquel kiosco a unas cuadras de su casa. Y de nuevo, si se concentraba un poco, podía ver a sus amigos jugar futbol frente a él. Si cerraba los ojos, podía escuchar Draken y Mikey pidiéndosen disculpas, para luego unirsen al juego.

Una nostalgia tan bella como mortificante…

Cuando recuerdos maravillosos llegan a la mente y corazón de alguien tan destrozado; lejos de ser un impulso para superarse, se vuelven una frustración que le presiona el pecho. Pues sabes que todo está mal, cuando recuerdas lo bueno con tristeza.

¿Hubiera sido demasiado pedir que todo terminara allí? –pensó sintiendo una repentina oleada de rabia. Pues en su mente se instalaron las imágenes de él llegando al primer futuro que esperó ilusionado, fuera el resultado de salvar a Draken y así mismo a Mikey, pero que lejos de eso, solo se encontró con más dolor.

-. Es un caso perdido –susurró teniendo de nuevo esa expresión insensible e inexpresiva y fijando su mirada en el rubio cenizo que se acercaba tranquilo junto a Draken.

-. Takemicchi, holaa~ –gritó el más bajo saludándolo con su mano y un sonrisa brillante, mientras se acercaba.

-. Hola chicos ¿Qué hacen aquí? –preguntó el bicolor sin levantarse.

-. Fuimos a visitarte en tu casa, pero no estabas –dijo el de trenza llegando a su lado -. También vinimos ayer en la tarde, pero tampoco estabas.

Eso tenía explicación, pues Takemichi en los últimos tres días solo se había visto con Chifuyu y eso solo porque se lo encontró de casualidad en la biblioteca.

Tarde en las noches llegaba a su casa, trataba de dormir, cosa que no lograba, así que se ocupaba leyendo los libros que pedía en la biblioteca, acompañado de una buena taza de café hasta que saliera el sol. Al amanecer se arreglaba y salía de casa. Iba a donde pudiera distraerse y no pensar mucho. Osea terminaba gastando su dinero en tiendas de videojuegos, libros o incluso apuestas de peleas callejeras.

Solo contestaba las llamadas de Chifuyu, Yoichi y Endo, y solo llamadas, pues les advirtió que no vinieran a visitarlo tan seguido, pues Chifuyu y Yoichi debían estudiar y Endo, Miya e Ino debían trabajar. Les pidió que no se preocuparan mucho por él y que prestaran más atención a sus propias vidas... A sus demás amigos, les había mentido diciendo que se quedaría en su casa esperando a que sanaran sus heridas.

También había notado que su cuerpo sanaba más rápido de lo normal, pues al acompañar a Yoichi a visitar a su hermana, tomó un chequeo por las heridas en sus manos y sorprendentemente, estas sanaron mucho en dos días.

-. Pensé que estarías descansando –mencionó Mikey recostándose en el suelo a su lado.

-. Las heridas están bien, les dije que no era tan grave –respondió el bicolor mirando de nuevo hacia el frente.

¿Y quién salvará a Takemichi? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora