XXXII

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Antes de empezar, una pequeña entrevista a Takemichi.

Si tuvieras que definir este capítulo con una palabra, ¿cuál sería?

Pánico.

Cuando dejas tus sentimientos en automático, ¿no crees que eres más sincero?

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Cuando dejas tus sentimientos en automático, ¿no crees que eres más sincero?

✧༺♥༻✧

—Oigan, ¿porqué se detienen? —se escuchó el murmuro de Mitsuya detrás de Mikey—. ¿Qué pasa?

Al asomarse también y ver a Kazutora con su expresión gritando “pánico” pudo entenderlo, así que dio dos pasos hacia atrás, observando atentamente a Mikey. Ni siquiera pudo recriminarles el no haber tocado la puerta cuando les dijo… simplemente era incapaz de mencionar algo.

Baji podía sentir el ambiente volverse tan tenso y agobiante e incluso juraba que podía ver como el aire abandonaba a Kazutora y le asfixiaba tanto el solo hecho de estar parado a unos metros del rubio cenizo, bajo esa mirada oscura e intensa.

Quería decir algo, cualquier cosa que cortara ese incómodo momento, pero sólo observar a Mikey le hacía sentir de algún modo culpable.

¿Qué esperaba? Mikey estaba frente al asesino de su querido hermano, y a unos metros de su cómplice.

Y alguna vez les sonrió y llamó “amigos” con total aprecio.

Mordió su labio impotente. También se sentía asfixiado, como si tuviera que elegir entre Mikey y Kazutora; y jamás podría hacerlo.

Tantos pensamientos molestos y agobiantes cruzaban por su cabeza y aunque podría detenerlos con un simple “hola chicos” sentía que esas diez letras le rodeaban el cuello y le estrangulaban con esa maldita culpa que lo volvía indefenso ante Mikey.

Todos de algún modo se sentían igual, cada uno cargaba con incomodidad y algo de culpa. Mitsuya y Draken no se sentían con el derecho de siquiera interferir, después de tanto tiempo ignorando a Kazutora cuando estaba en el reclusorio; además de que nunca trataron de que ese nombre fuera siquiera mencionado frente a Mikey.

Sentían que ya habían hecho su elección y el más alto solo suspiró, dispuesto a decirle a Mikey que volvieran en otro momento.

O eso pretendía, antes de ver a un molesto Takemichi acercándose a ellos, o mejor dicho a Mikey, para después darle un fuerte golpe en la frente con su dedo índice.

—¡Auch! ¿Por qué me golpeas, Takemicchi? —preguntó el rubio cenizo, mientras se frotaba la frente con la mano.

—No dejabas de ver a Kazutora-kun como si tuviera el sentido de la vida escrito en el rostro. —afirmó el castaño, totalmente inmutable.—Lo estás asfixiando con tu aura, Mikey-kun.

Manjiro desvío la mirada, quitando la mano de su frente.

—… Y no sólo a él —continuó el oji-azul—, todos están realmente incómodos. Y no olvides que es el cumpleaños de Baji-kun y ni siquiera le han saludado…

¿Y quién salvará a Takemichi? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora