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"Porque así es como funciona el mundo" - Thumbs de Sabrina Carpenter. 

Despertó con el olor de la fragancia que usaba Zhan impactando en su cara, enterró el rostro aún más en la almohada, sonriendo de lado. Pero su placer no duró mucho cuando la alarma del celular volvió a sonar, insistente y desesperante.

Yibo consideró con seriedad volver a dormir, apagar el teléfono y olvidar sus responsabilidades, pero la señora Xiao tocó la puerta con suavidad.

—Yibo, hoy tienes que ir al circuito —luego soltó una risa— Wang Han me llamó para que te despertara.

Entonces Yibo tuvo que salir de sus sueños para volver a la realidad.

—Gracias señora Xiao —murmuró, giró en la cama de Xiao Zhan y miró el techo en silencio.

Había soñado con la noche de hace cuatro años donde en un momento de debilidad confesó sus sentimientos, el tiempo pasaba demasiado rápido para su gusto, y sus sentimientos no desaparecieron a pesar de ello.

Se sentó en la cama, revisó las notificaciones de su teléfono, algunos mensajes de sus amigos aparecieron en la pantalla y debajo de ellos el nombre de su madre. Se frotó la cara y dejó el celular en la colcha, sin leer ninguno. Miró un momento sus pies descalzos antes de levantarse y arreglarse.

En esos cuatro años, su presencia en la habitación de Zhan había sido continua, ambos quedándose dormidos en el suelo mientras jugaban videojuegos, cuando se le hacía tarde y la señora Xiao le pedía quedarse, las veces en que soplaban una vela a escondidas de los adultos para pedir deseos a media noche, como niños pequeños emocionados por cada cumpleaños o cuando se peleaba con sus padres y el único lugar seguro que tenía era ahí.

La casa de Zhan era su lugar seguro.

Y poco a poco sentía que la familia Xiao lo tomaba como uno más de ellos.

Eso lo hacía inmensamente feliz.

Ya conocía la casa con la palma de su mano, y la habitación de Zhan era de ambos, a pesar de que los Xiao tenían un cuarto de invitados, nunca fue ahí. Su lugar era junto a Zhan y eso era algo que ambos aceptaban con entusiasmo. Había creado su propia rutina en este lugar que podía llamar hogar y no extrañaba su verdadera casa.

—Buenos días, hijo —saludó el señor Xiao al verlo entrar al comedor, se terminó de secar el cabello azul con una toalla y le devolvió el saludo.

Hijo, el señor Xiao lo había dicho una vez en broma, que Yibo parecía el segundo hijo que no lograron tener y que se la pasaba ahí casi todos los días, el apodo se quedó y ahora cada que lo veía lo trataba como a su propio hijo.

El padre que el señor Wang era no podía compararse a como lo era el señor Xiao.

Una arruga sobresalía en su mejilla derecha cuando lo llamaba "hijo", un signo delator de su media sonrisa feliz. Yibo no podía recordar la última vez que su padre lo llamó con felicidad en su tono.

—¿Zhan llamó? —preguntó al ver la anormal felicidad en el par de esposo que cocinaban algo juntos.

La señora Xiao, giró con la sartén en mano y se acercó a servirle.

—¿Mmh? Está ocupado con la universidad, ya no tiene tiempo para sus pobres viejos —una sonrisa divertida creció en sus labios, obviamente se burlaba de él— por eso nos dejó en manos de su didi.

—Tienes razón, tía —bufó igual con diversión, tragándose la decepción.

—Hijo, ¿practicarás hoy en el circuito? —preguntó el hombre sentándose a su lado, la mujer llevó la jarra a la mesa e igual se sentó, para que todos desayunaran juntos.

Gracias A MamáWhere stories live. Discover now