Capítulo 46

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Observo todo con temor, la casa a pesar de ser grande, y linda tiene una extraña sensación

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Observo todo con temor, la casa a pesar de ser grande, y linda tiene una extraña sensación.

Me giro hacía Tarek mirándolo fijamente; se mantiene inmóvil en la entrada, tiene una mirada extraña de descifrar. Supongo qué está casa le trae... Recuerdos.

¿Estás bien?—Tomo con miedo su brazo.

Me mira un momento en silencio, y a nuestro hijo en mis brazos. Asiente levemente, y cuando menos lo espero sus brazos me rodean con fuerza.

Siento temblar su cuerpo, y su rostro esconderse en mi cuello, trago un poco de saliva al sentir la incomodidad de la situación, Tarek tiene que agacharse un poco para poderme abrazarme de esa manera.

Con una de mis manos lo separo de mí, y la doy una caricia en su cabello.

—¿Quieres cargar a Alex?—Le pregunto cuando vuelvo a notar su mirada perdida.

Me mira fijamente de nuevo, y finalmente asiente. Le entrego a Alexander con cuidado mientras que me animo a explorar la casa.

Camino entre las maderas crujientes, me imagino qué está casa estuvo abandonada por mucho tiempo. Observo con curiosidad los cuadros qué cuelgan de las viejas paredes.

Cualquier persona qué los vieran seguramente pensarían qué son una familia normal, y feliz.

—Las tiraré todas.—Dice Tarek con un extraño tono, pero solo puedo asentir.—Tendremos qué limpiar todo.—Vuelve a hablar después de un tiempo.

—Sí, supongo...

Ambos nos volvemos a quedar callados, su único movimiento es regresarme a Alexander en mi brazos, ninguno se atreve a decir ninguna palabra, y dentro de mí agradezco eso.

—¿Puedo subir?—Le pregunto mientras que visualizo las escaleras.

—Vamos.—Asiente, y se acerca a mí tomando mi cintura; ayudándome a subir.

Cuando llegamos hacía las habitaciones puedo ver a Tarek hacer una mueca.

—Todo está hecho una mierda.—Murmura haciendo una mueca de asco.

Se que está fingiendo.

Mi mirada cae en dos de las tantas puertas que se encuentran ahí. Una de niña, y otra de niño la cuál supongo qué era la de Tarek.

—Alex puede dormir ahí.—Señala con la mirada la que era su habitación.

—¿No puede dormir con nosotros?—Lo miro intentando convencerlo.

Se acerca a mí con una mirada extraña; qué por un momento me hace querer retroceder, pero me abstengo de hacerlo.

—Claro, cómo tú quieras, amor.—Su mano se coloca sobre mi cabeza dándole caricias, me toma desde la parte de atrás haciendo que sus labios queden pegados a mi frente.

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