Capítulo IX

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Esperé a Vale en la puerta del instituto, di con ella de inmediato, su melena rojiza destacaba por sobre todas.

Caminaba con los hombros encogidos llevaba las manos dentro de los bolsos de su pantalón oscuro.

—¿¡Por qué no me contestabas!? Mi querida pelos de zanahoria —metí mi brazo entre el suyo.

—¡Creí que ese apodó había quedado en el pasado!

—Noup, no ha quedado —la miré.

Salimos del colegio siendo seguidas por una multitud de estudiantes, Vale tomo su teléfono.

—Se que no te respondí antes —explicó —pero no fue porque no quisiera —tomo aire por la boca —mi abuela enfermo y tuvimos que salir del pueblo.

—¿Cómo sigue? —pregunté. Conocía mucho a la señora Handerson, durante parte de nuestra infancia vivía en el pueblo, pero debido a su enfermedad tuvo que mudarse a la ciudad.

—Ahora esta mejor —explicó con una sonrisa. —Pero vamos a lo que querías contarme, mi pequeña saltamontes.

El tono de su voz era de reto, caminamos por el centro del pueblo, sin tener rumbo en específico, así que pregunté:

—¿A dónde vamos?

Ella giro su rostro hacía mí y dejó de caminar, al ir tomadas del brazo me hizo retroceder a una velocidad muy feroz.

—No lo sé —sonrió —te seguía a ti porque creía que me llevabas a algún lugar.

—Yo te vengó siguiendo a ti —reímos de manera escandalosa ante nuestra confesión.

Era así siempre, dos mosqueteras contra el mundo, dos chicas que iniciaron una amistad con un “te detesto” se volvieron inseparables desde que comprendieron que el mundo siempre va a golpear a una pero que ahí va a estar la otra para tomarla de la mano y correr.

Si bien, no se puede puede escapar de los golpes de la vida pero si se puede levantar de los golpes que esta te dará.

—¿Qué hiciste el sábado? —inquirí con bastante curiosidad.

—Cumpli con mi apuesta.

Abrí la boca asombrada.

Necesitaba respuestas, necesitaba contexto.

En ese momento caminábamos por el parque del pueblo, las hojas en tono rojizo secas de los árboles descansaban sobre las bancas y el piso de la acera.

Me quede parada jalando de su brazo para regresarla hacía atrás, ella dio un resoplido y me miró con aburrimiento.

—¡Necesito detalles! —pedí, abrí la boca pero la cerré de golpe incrédula —no...puedo imaginar que...lo hayas hecho.

Jale de su mano llevándola hasta la banca que estaba a unos metros de nosotras, Vale tenía la misma expresión de siempre en el rostro; neutra y sin algo que delatará lo que ella sentía.

Cuando nos sentamos busque su mirada pero la tenía pérdida hacia algún punto frente nosotras. Subí mis pies a la banca de metal y me gire quedando de lado.

—Se lo dije.

—¡Vamos, Valería! —hice un puchero —necesito saber que sucedió exactamente.

Valería paso un mechón de su cabello rojizo detrás de su oreja y por fin me miró.

Extendió el silencio por varios segundos, mi corazón latía apresurado en mi pecho por los nervios.

Valería y Luca.

¿Y si te enamoras de mí? ©✔ En Edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora