Capítulo XVII

4.6K 782 944
                                    

Lo había dicho.

Fácil y sin remordimiento.

Torpe y sin planearlo.

Cómo todo lo que hacia, nunca pensé en el peso de mis palabras, nunca conté con nada de lo que pasaría después.

Luca sonrió como diciendo: Se te safo un tornillo, ve por el a la ferretería.

—Solo será por unos días o quizá un par de meses —excusé —necesito que Mike se de cuenta que me ama.

Sentí mis ojos llenarse de lágrimas, mi respiración ya había vuelto a la normalidad, hablar de aquello frente a Luca me volvía vulnerable pero no debía de mostrárselo.

—¡Estás mal! —negó moviendo la cabeza —son más veces las que no corresponderán a tu amor que las que sí y cada vez que eso suceda no podrás obligar a alguien a estar contigo.

—No lo entiendes —mi voz fue trémula —yo se que él me quiere.

Dio un paso más acercándose hacia mí, por inercia di uno hacia atrás, sintiéndome como conejito a punto de ser devorado por una serpiente.

—Entonces no hay necesidad de que recurras a alguien más para que te lo demuestren. Busca a una persona más tonta que te ayude en tu circo.

—Pero tú dijiste...

—Se lo que dije —mato mis palabras para remplazarlas por las suyas —y solo fue para que Mike se callará.

Levanté mi mirada hasta la suya, estaba molesto tenía la mandíbula apretada, cuando se enojaba se le mercaba una vena en la frente.

—Eso no quiere decir que haya aceptado ser parte de tu espectáculo.

Habla, tonta, dile algo.

Dale un puñetazo.

—Solo serán unos días, meses quizá, en cuanto él se de cuenta que me quiere serás libre.

Miró hacia atrás, elevó las comisuras de sus labios formado una sonrisa maliciosa.

—¿Qué sientes por Mike? —quiso saber Luca.

No lo tuve que pensar demasiado, sabía lo que sentía. Así que sin titubear solté:

—Siento algo en el estómago —suspiré —las famosas mariposas.

Él sonrió divertido, conocía esa sonrisa. Su mente estaba formulando palabras que podían ser más sarcásticas.

—Deberias ir al medico, quizá son lombrices.

Apreté los labios en una sonrisa falsa.

Debí dar la vuelta y marcharme, regresar a casa y convertirme en materia o esperar mi final mirando una serié de terror en la televisión.

Pero mis piernas se negaban a moverse, era cómo si un pegamento las obligará a no dar la vuelta.

—Supongamos que acepto —paso una mano por su cabello con frustración —¿qué obtengo yo cómo pago?

La confusión debió haber sido evidente en mi rostro, porque el personal encargado de manejar la fábrica de Millie estaba corriendo de un lado a otro buscando una respuesta.

Convivir conmigo.
Tenerme cerca.
Mis grandiosos chistes.
Todo, serias un campeón de principio a fin.

—No tengo efectivo —murmuré —pero... —él dio media vuelta y retomó su camino —¡solo serán unos meses!

—Estuve contigo un par de horas y pensé en lanzarme a la carretera.

Volvió a darme la espalda, tomando su camino.

¿Y si te enamoras de mí? ©✔ En Edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora