Capítulo 9. Ante todo.

974 209 62
                                    

La mente de Tanner vagamente consiguió captar y procesar lo que su madre, tan olímpica y descaradamente le estaba diciendo como si le hablase del clima. Los ojos azules de Tanner cambiaron, le pasaba cuando estaba molesto o alterado emocionalmente, sí, eso definitivamente era la segunda opción.

—Madre, ven conmigo.

Dion esperaba que su nuevo esposo se presentara formalmente, sin embargo, no lo hizo, en cambio, agarró a la mujer de uno de sus codos para sacarla de la oficina. En opinión del omega, el actuar carecía de educación y formalidad, nunca antes alguno de sus esposos lo había tratado de ese modo.

Su cabeza se ladeó y dijo a Richard:

—Creo que él no sabía de mí.

—Nosotros —corrigió Richard con ímpetu—, y pienso lo mismo, se le ha bajado la presión y la testosterona cuando su madre te presentó.

—Eso es nuevo —dijo el castaño—, y me complica un poco las cosas, ninguno de mis exmaridos se casó conmigo sin saberlo, todos eran conocedores de mi existencia.

—Sus padres de seguro querían darle una sorpresa —opinó Richard con ironía.

—Ese tipo de sorpresas es mejor no darlas —replicó Dion son sarcasmo sentido—, ¿cómo se supone que me lleve bien con él? —preguntó frustrado—, si ni siquiera sabía de mí, es muy probable que no me acepte o me tolere por un año.

—Negocia con él —lo instó Richard, sobándose en su pectoral—, si no quiere un esposo, bueno, no queremos otro idiota en nuestra vida, solo habla con él respecto a tu necesidad y podrías ayudarle a traducir en el tiempo que te quedes.

—No voy a trabajar fuera de casa —Dion sonó duro, y es porqué lo estaba haciendo—, no me gusta el entorno laboral, y la mayoría de jefes son Alfas, odio que me miren como un trozo de carne para asado y prefiero evitarme peleas innecesarias.

—Entonces, ¿qué vas a ofrecerle? —preguntó Richard con fastidio—, siendo muy honestos, aparte de nuestros cuerpos que exudan deseo, hermosura y excitación, no tenemos nada más que brindarle a un Alfa como él.

—Algo se me ocurrirá —dijo firme—, todo lo que sé, es que no voy a volver a Marakov, y necesito asegurar mi patrimonio antes de decidir a dónde viviré.

—Viviremos.

—Eres un gato, miembro de la familia, pero no te puedo poner en mi registro familiar, así que no pluralices mis oraciones.

—Vivimos juntos, claro que voy a pluralizarlo —gruñó el felino—, además, somos una familia.

Dion se sonrió pequeñito, bajó la mirada y cabeceó positivamente.

—Lo somos, somos la mejor familia.

—Y somos un equipo, hasta tenemos un nombre escogido por mí, uno muy bueno, por cierto.

Dion liberó una risa sincera, se preguntaba cómo sería de oscura su vida si Richard no existiese. Él era la materialización de un amigo-mascota-conciencia, por ende, era gratificante contar su presencia para mitigar la soledad, y como no, escuchar las ideas descabelladas de Richard solía subirle el ánimo muchísimo.

Los dos omegas sabían bien, que eran la compañía del otro. Sin el uno, el otro se encontraría solo y perdido en el mundo; Richard sabía bien, que le debía su vida a Dion, de no ser porqué lo encontró en ese callejón cuando se le estaba yendo la vida hacia el cielo, definitivamente, no hubiese sobrevivido.

—Ahora, me gustaría decir que todavía contamos con la manutención que nos dejó Stef-ano, pillas el chiste, ¿verdad? —Dion se rio, rodó la mirada y habló.

Efecto OmegaWhere stories live. Discover now