Capítulo 73. Tu efecto en mí.

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Dion se bajó de la camioneta, su mirada estuvo en la enorme planicie solitaria que había delante de él. El fresco de la noche lo acarició, mientras Tanner apagaba el motor para salir también, mirando la hermosa luna llena que alumbraba como una lámpara todo alrededor.

Había escogido esa noche especialmente para salir a pasear con Dion, quería hacer algo especial por su omega, quien, no pedía nada más que cosas básicas. Dion era realmente una persona fácil de complacer, aunque, tenía una personalidad clara en sus deseos, no era el tipo de joven que pediría una camioneta como regalo, él estaría bien si le obsequiaban un postre.

—Es agradable aquí —dijo el castaño oscuro, caminando por encima del pasto, que escasamente les llegaba a los tobillos.

—Sí, quería mostrar algo distinto, te la pasas todo el día en la manada o en la casa —indicó el Alfa, entrelazando sus manos.

Dion todavía se estaba acostumbrado al contacto físico, pero eso no significaba que no pudiese disfrutarlo sobremanera. Hasta había tomado más confianza, él ya podía besar a Tanner en los labios antes de irse a dormir, eso era un logro, pues ni él mismo sabía que había una parte más bien tímida en su personalidad en cuento al contacto físico se refería.

—En nuestro territorio hay muchos lugares hermosos para conocer.

—Sabes que no soy tan exigente —dijo el omega—, estaré bien si tienes tiempo para compartir conmigo.

—Lo sé, todavía así quiero que disfrutes de todo lo bonito de este lugar, de lo que tenemos para ofrecerte.

El hombre lo vio intensamente, queriendo transmitirle sus buenos deseos.

—Lo entiendo, Tanner, pero soy feliz solo pasando tiempo contigo, el dónde es siempre y será siempre una cosa secundaria para mí —dijo, recostándose en él.

El Alfa no desaprovechó la oportunidad para pasar su mano por encima de los hombros ajenos.

—Ah, eres demasiado carente de exigencia, puedes pedirme más.

—Yo solo quiero tener una buena vida, una buena relación, es todo lo que quiero que me des —dejó claro.

—Eso puedes darlo por hecho, lucecita.

—Sigues llamándome lucecita a cada momento.

—¿Cómo no hacerlo? Eres la lucecita que ilumina mi vida, soy todo felicidad gracias a tu luz —dijo sentidamente, haciendo al otro sonreír.

—Me gusta cuando me llamas así —susurró Dion, apoyándose más en él—, me hace sentir especial.

—Eres especial, Dion, para mí eres el más especial de todos —aseguró el hombre, Dion se puso en puntitas y le besó la mejilla derecha.

—Eres el mejor para mí, Tanner.

Se alejó, yendo hacia un árbol mediano que estaba en el centro. Tanner se sostuvo la zona besada, la sentía tibia, era reconfortante.

—¿Por qué está solo este árbol aquí? —preguntó Dion, notando que no había ningún otro cerca.

—Es un jazmine, nosotros lo llamamos el árbol de la noche —le contestó, parándose a su lado.

—Es delgado —opinó Dion, sin embargo, Tanner le sostuvo de los hombros parándose detrás de él.

—Espera un poco.

El hombre miró la luna, esta se movió un poco más hacia el centro, la luz de la luna irradió el árbol, en ese momento las florecitas blancas que este daba se abrieron lentamente, un aroma dulzoso emanó de allí.

—Floreció.

—Sí, es un árbol que solo abre sus flores en la noche, cuando sale el sol los pétalos se cierran nuevamente.

—Wow.

Dion miraba impresionado, pensó que eso solo se veía en la fantasía.

Él se acercó para ver mejor, Tanner guardó sus manos dentro de sus bolsillos, si bien, cuando el omega tocó el árbol, varias luciérnagas se levantaron, brillando con potencia. Estas rodearon a Dion, como si pudiesen darse cuenta de lo especial que era esa persona.

Tanner tuvo una sensación de gratitud en su ser, estuvo fascinado mirando la escena, no tuvo duda de que, entre todas esas luciérnagas, el que más brillaba era Dion.

—Qué bonitas son —dijo el omega.

No había ni punto de comparación, el más hermoso era Dion. Mirarlo sonreír por algo tan pequeño, tan natural, lo llenó y lo hizo quererlo todavía más, de verdad, su corazón no podía estar más lleno.

Tanner había tenido mucho en su vida, solo supo cuánto le faltaba después de conocer a Dion, solo Dion con su efecto pudo llenar todos esos espacios en blanco que Tanner por sí solo nunca había podido, el efecto de su omega había sido todo lo que él necesitaba para ser feliz.

—Ven a correr conmigo —pidió el Alfa, Dion asintió emocionado.

Los dos se despojaron de la ropa, cediendo sus formas animales el control, en segundos corrieron por la pradera, mientras la luna y las luciérnagas eran testigos de sus jugarretas, pero sobre todo fueron fieles testigos del amor que solo podía nacer de la libertad.

Fin.

Efecto OmegaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ