Capítulo 23. El gran núcleo.

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Escoger que ropa ponerse no había sido complicado, Dion había estado esperando el momento adecuado para conocer a las personas que eran de un modo sano, los consejeros de Tanner en la manada. No iba a vestir un traje o cualquier otro tipo de ropa demasiado elegante, eso sería dar a entender que iba a hacer negocios, ese no era el caso, él no necesitaba trasmitir ese tipo de seriedad, por el contrario, él necesitaba hacerles entender que también era parte de la manada.

—¿No vas demasiado sencillo? —preguntó Richard, sentando en la esquina de la cama—, ¿dónde están los brillos? ¿Los diamantes? ¿La escarcha? ¿Una bufanda de arcoíris? Vas de negro, podría decir que vas a un velorio.

—Voy a conocer a algunas personas, no a un desfile, Richard. —Dion dio una vuelta sobre de su eje, le gusta el pantalón negro y la camiseta con mangas cortas que le dejaba ver el ombligo.

—Pero vas demasiado sencillo.

—No pretendo impresionar a nadie —contestó el omega, se sentó frente a su tocador blanco y encendió las luces, para después meter la mano en uno de los cajones y mirar los aretes.

—Sé eso, pero quiero verte con una cola de pavo real, entrando, llamando la atención.

La risa de Dion se le escapó, porqué Richard salía con un tema muy divertido cada vez.

—Estoy por conocer a los más viejos de la manada, seguramente tienen curiosidad respecto a mí, es normal la tengan, pero no voy a comportarme como algo que no soy, no lo hice cuando todavía estaba bajo el yugo de la familia Marakov, evidentemente no pienso hacerlo que estoy libre de ese peso en mis acciones.

—Ah, no vale discutir contigo.

—Si quieres ponerte brillitos, puedes regresar a tu forma humana, hasta puedo conseguirte una sombra de color arcoíris para los párpados.

—Paso —canturreó el gato con firmeza.

—Bien, entonces, déjame decirte que no voy a ponerme nada de eso.

El omega escogió unos aretes largos con el símbolo omega, era sus favoritos y de un modo agradable, le hacía recordar a las personas que él era un omega. No sabía qué podían pensar las personas de él, de seguro, podía causar muchas impresiones diferentes. Sin embargo, él solamente esperaba tener una relación de respeto con cada uno de ellos.

—Oye, no tengo collar para ponerme —suspiró Richard de mogo agonizante—, no puedo ir así, necesito algo que me haga ver hermoso y fino.

—Espera.

Dion tenía una gargantilla, era suya, pero también podía ponerse a Richard. El minino saltó en el tocador, estiró su cuello mostrándoselo a Dion, este no se tardó en ponerle el collar negro con un dije de ancla brillante. Richard se observó en el espejo, volviendo su cabeza hacia los lados posibles.

—Ay, me encanta, me veo hermosito.

—¿Verdad? —Dion le mostró una sonrisa cálida, de esas que no solía mostrar a nadie más.

—¿Ya has decidido que ponerte?

—Solo necesito un gaban y estoy listo —prometió Dion, yendo a su closet para sacar uno de negro.

Le gustaba como le quedaban los gaban, eran tan elegantes, largos y bonitos, servían exclusivamente para los días fríos como ese; pero lo más importante era que brindaban mucha clase. Se lo puso y comprobó todo su conjunto nuevamente, quería verse bien, podía ser de no creer, pero incluso él era alguien con un gusto alto por mantener su buena apariencia.

—Tu Alfa está aquí —avisó Richard, Dion también estaba escuchando el motor acercarse.

No lo hizo esperar, Tanner le dijo que no entraría, por el contrario, él solo debía de ir a subirse a la camioneta. Richard fue el primero en salir de la habitación, mientras el omega apagaba las luces del tocador, caminó hacia la entrada principal, encontrando que el hombre se estaba estacionando para dejar la nariz del carro hacia la entrada de nuevo.

Efecto OmegaWhere stories live. Discover now