14: Dicha (extra)

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El movimiento en el centro de Paris era impresionante. La circulación en las calles era ruidosa. Los escaparates de las tiendas resplandecían, y las aceras estaban abarrotadas de gente que paseaban con una vivacidad y una animación particulares. Incluso en la plaza del arrabal de Montmartre se produjo un breve atasco de carruajes; los cocheros se apostrofaban vivamente, y hasta por debajo de la cabeza de los caballos se deslizaban los peatones para pasar.

Felices Yoongi y su esposo se encontraban de camino al castillo de Clairefont, residencia de la familia Kim. El gran cabriole negro los resguardaba del gran tumulto que pudieron presenciar en el mercado, antes de su partida. La vivacidad que se presenciaba en grandes ciudades como lo era la capital, eran un ambiente al que no estaban del todo acostumbrados, disfrutaban más del paisaje y la armonía que ofrecía su hogar. 

El dueño de las herrerías había alcanzado un nombre ilustrísimo en la tribuna y en el foro; cediendo a las excitaciones de sus amigos y los obreros de la fundición, se presentó diputado, saliendo con una mayoría enorme sobre su contrincante. Sin duda eran muy solícitos, y los grandes personajes de la corte los acogieron con el mejor afecto y los trataron con notable favor. 

Durante aquella temporada de invierno no hubo fiesta notable sin el matrimonio, desdeñaban cuantas insinuaciones les fueran hechas a su moral y fueron más ardientemente solicitados por eso mismo.

El largo viaje a las tierras de sus primos, ofrecía calma y un punto de vista lindísimo. En un valle lleno de colinas, se veían unas hermosas viñas y unas frondosas arboledas, llamando la atención un pueblo, cuyas blancas casas brillaban a los rayos del sol, y todo esto lo hermosea un pequeño rio, cuyas aguas reflejaban la luz de una manera agradable. Al llegar a lo alto de una meseta, apareció delante de ellos un castillo de estilo renacentista que combinaba perfectamente las tradiciones artísticas francesas rodeado por un precioso parque, cuyos límites señalaba el cauce del rio, que corre brillante a la sombra de los álamos de sus orillas. Un camino en zig-zag baja por entre un bosque de añosos pinos, cuyo color oscuro da cierto aspecto severo al paisaje. 

Los dos admiradores permanecieron un momento en muda contemplación. Un cielo azul, puro y diáfano cubría este panorama; el sol radiante de esplendor lo llenaba de vida, y una impresión tranquila y dulce se apoderaba del ánimo ante el espectáculo bellísimo de aquellos lugares.

Desde la verja del castillo ya era visible como se reunían en la entrada lo más selecto de la sociedad parisiense, las damas y los caballeros elegantemente vestidos llenaban la tranquila atmósfera de ese alegre rumor de frases cambiadas, de saludos y de cumplidos por la gran noticia bienhechora. Las jóvenes y donceles, lujosamente ataviadas, se deslizaban con gracia inimitables, sus cabellos de oro o de azabache adornados con cintas brillantes; y los caballeros elegantemente vestidos, cuyos fraques oscuros realzaban el brillo de los vestidos blancos y de los blanquísimos hombros.

En la meseta de la escalinata, frente a la anchurosa puerta, por la cual ya se veía el salón lleno de colores adorables, hallábase el barón Namjoon Kim de Prefont, arrogante y afabilísimo, que acogía a sus convidados tendiéndoles afectuosamente la mano y tenía para cada uno de ellos una mirada cariñosa y una frase amable.

—¡Yoongi, Jimin! — avanzaba Taehyung, con explosiva alegría, rodeo a cada uno en sus brazos — estoy tan feliz de que ya estén aquí. Los he echado mucho de menos ¡Estoy muy emocionado! Vengan entremos, Jin y la marquesa están esperando adentro.

Por la ancha escalera subieron al piso principal, donde el barón los recibió con una sonrisa y afabilidad excepcional, reservado solo para familiares y amigos cercanos, y los guió cortésmente por la estructura.

AMOR Y ORGULLO || YoonminWhere stories live. Discover now