13: Final

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Desde muy temprano, Seokjin fue a acompañar a Jimin, encontrándolo en un estado de sopor invencible.
Le habló sin conseguir respuesta. Con los ojos abiertos, la boca crispada, y el cuerpo desfallecido, seguía inmóvil en una butaca. Con la mirada sombría, fija en alguna espantosa visión. Y cada vez que el reloj daba las horas, el rubio se estremecía.

La llegada de su hermano lo sacó de aquella especie de letargo. Febril, con las mejillas rojas y la voz apagada, encargó a Jungkook que consiguiera de su marido el favor de ir a visitarle.

Desde entonces esperó, agitado, yendo sin cesar hacia la ventana, cuyas cortinillas levantaba para ver si lo engañaban y si Yoongi se iba, y dirigiendose de la ventana a la puerta, escuchaba para ver si le oía llegar.

De pronto, el ruido de unos pasos le hizo retroceder, como si temiera encontrarse frente a frente con aquel a quien llamaba con toda su alma. Palideció, y le hizo una seña a Jin para que se fuese. Permaneció de pie, trémulo y sin voz al ver entrar a Yoongi.

Durante un momento no dijeron nada. Yoongi observó con dolor las huellas que las terribles angustias habían impreso en el rostro de Jimin; el rubio, que poco antes imaginaba que le diría tantas cosas, trató de coordinar sus pensamientos y encontró vacío su dolorido cerebro.
No pudo soportar más tiempo aquel pesado silencio y se acercó a Yoongi, cogió una mano entre las suyas y, tras un hondo gemido, la cubrió de lágrimas y de besos.

Cuando Yoongi esperaba una explicación y se había preparado para oír súplicas, la explosión puramente física de aquel dolor, que sabía era sincero, lo trastornó. Quiso retirar su mano, en la que sentía correr las ardientes lágrimas del que amaba, y no pudo conseguirlo. Se estremeció al comprender que no podía luchar contra tanta aflicción.

– Jimin – dijo en voz baja – por favor ... Me turbas profundamente cuando necesito toda mi sangre fría... Cálmate, te lo ruego... trata de ser más fuerte, y si te interesa mi vida, no me aflijas.

Al oír estas palabras, Jimin levantó la cabeza. Su expresión era otra, como si hubiese tomado una súbita determinación.

– ¡Tu vida! – exclamó – ¡Ah, yo prefiero dar cien veces la mía! ¡Yo te he puesto en éste peligro! ¿No debería soportarlo yo todo? Sufriendo expiaba el daño que te causé, y en un momento de arrebato todo lo he olvidado. Pero este desafío es insensato ... No se llevará a cabo. Yo sabré impedirlo.

– ¿Cómo? – preguntó Yoongi con duro acento.

– Sacrificando mi orgullo a tu seguridad. No, nada me hará retroceder, puesto que se trata de tí; me humillaré ante la duquesa si es preciso, buscaré al duque... Todavía hay tiempo.

Las facciones de Yoongi se contrajeron.

– Te lo prohíbo – dijo con firmeza – No olvides que llevas mi apellido, y cualquier humillación tuya sería también mía. Y además, odio a ése hombre, que causa mi desdicha, y que desde hace un año deseo encontrarme con él frente a frente. Créeme; hoy es un día que esperaba con anhelo.

Jimin bajó la cabeza. Desde hacía tiempo estaba habituado a obedecer cuanto mandaba Yoongi, y este, calmado de sus violentas frases, añadió con dulzura:

– Aprecio y agradezco tus intenciones. Al principio de nuestra vida común hubo un desacuerdo que a los dos nos ha causado mucho dolor. No te hago responsable solo. Falta mía ha sido no saberlo comprender ni saberme sacrificar... ¡Lo amaba demasiado...! Pero no quiero alejarme dejándote con la sospecha de que mi alma te mira con rencor. Puede estar tranquilo Jimin. Perdóneme el mal que te he causado y despidámonos.

Al oír estas palabras el semblante de Jimin resplandeció y, levantando los brazos con un impulso apasionado, exclamó:

– ¡Perdonarte! ¿Pero no ves que te adoro? ¿No lo has adivinado desde hace tiempo en mi temblorosa voz, y en la emoción con que te miro?

AMOR Y ORGULLO || YoonminWhere stories live. Discover now