9: Coraje

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Jungkook y Jimin, inmóviles, permanecieron en silencio. El más joven, pensativo y un poco dominado por la emoción de la confidencia que iba a hacer. Jimin, pensando en lo que había dicho Jin, y calculando con una vaga angustia las probabilidades de triunfo. La voz de su hermano lo sacó de su meditación.

– Jimin … tengo que darte una gran noticia –

Le dirigió una mirada de sorpresa, llena de curiosidad.

– Taehyung y yo, nos amamos – añadió en voz baja.

El semblante de Jimin se iluminó, y atrayéndole vivamente le hizo sentar a su lado con deliciosa agitación, ávida por saberlo todo.

Y allí, en aquel tranquilo y silencioso sitio, Jungkook le contó con entusiasmo la novela sencilla e intensa de aquellos dos corazones que poco a poco se había apoderado el amor cándido y tímido, lleno de un puro encanto y nacido sin esfuerzo ni sacudidas.

– Tú tienes influencia con Yoongi– dijo el marqués – háblale de mí y procura que me conceda la mano de Tae. Conoce desde hace tiempo mis ideas y sabe que doy poca importancia a las ventajas del nacimiento y que pienso crearme por mí mismo una posición. En fin, por favor trata de convéncerlo, porque tienes mi felicidad en tus manos.

De pronto, Jimin se puso grave. La influencia que le atribuía no la tenía. Desde la noche fatal, apenas había hablado a solas con Yoongi. Solo se veían a la hora de comer, y delante de los criados hablaban poco y siempre de cosas triviales. Y ahora, sin ninguna preparación, tenía que abordar con él un asunto tan serio. Sin embargo, no dudó. Recobró confianza y tuvo un buen presentimiento de la victoria.

Jungkook inquieto por el silencio de Jimin, y predispuesto a ver dificultades como todos los enamorados, dijo:
– Por lo menos, creo que no rehusaras defender mí causa

– No. De ningún modo – respondió Jimin sonriendo – Tranquilízate, la defenderé como si fuera mía.

– ¡Cuánto te lo agradezco! – Y cogiendo a su hermano por los hombros, lo besó tiernamente.

– ¿Son estos mis honorarios? – dijo con una alegría que desde hacía un año nadie le veía – Se ve que tienes confianza, puesto que pagas por adelantado ... Anda ve a buscarlo, ya has confesado tu crimen. Sabes que no temo la soledad, y necesito reflexionar sobre lo que acabas de decirme.

Jungkook asintió y corrió hacia su caballo, de un salto se sentó en la silla, y enviando con la mano una despedida a Jimin, quien le miraba sonriendo, partió con el entusiasmo de un hombre que sabe que al final del camino encontrará a su amado.

Al quedarse solo, se olvidó del sitio en que se encontraba y se puso a meditar. Un lejano ruido se oía en el bosque, pero él seguía siendo ciego y sordo para todo lo que no fuera Yoongi, y se dedicó con complacencia a reconstruir su vida tal como debía ser.

Recordó el tiempo pasado, contó los días felices de que voluntariamente se había privado, aquella especie de delirio de orgullo de que había sido víctima era verdaderamente inexplicable, apenas pudo comprender a qué sentimientos obedeció entonces.

La preocupación de casarse antes que el duque, costara lo que costase le pareció tan mezquina que sintió vergüenza. ¿Tan vulgares motivos habían podido arrastrarlo a comprometer toda su vida?

Se dijo a si mismo que Yoongi, a pesar del gran ultraje recibido, no podía ser inexorable. Tenía, sin embargo, ante los ojos su perfil altivo y severo, y aún recordaba la voz con que le dijo: «Algún día sabrá usted la verdad. Sabrá que ha sido más injusto que cruel y aun cuando lo vea arrastrado a mis pies implorando perdón, no tendré una palabra de piedad»

AMOR Y ORGULLO || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora