Capítulo 33 | La idea

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AMBER

Miro la pantalla de mi computadora con impaciencia mientras tamboreo mis dedos en la mesada de la cocina. Tengo abierta una pestaña de mi blog, la que todavía no pude llenar. Es el apartado que dice "¿Quién soy?" y que he estado tratando de completar todo el año pero sigo sin saber qué diablos poner.

No sé por qué me bloqueo. No debería ser tan difícil, tampoco es que tenga una crisis de identidad, pero...

Bolas de cereales caen en mi teclado y levanto la cabeza con irritación. Dylan y Maia están en frente mío y me miran con los ojos muy abiertos y expresiones de culpabilidad en sus rostros. Hace diez minutos que Dylan le está tirando bolas de cereales en la boca de Maia a pesar de que les dije que vayan a otra parte de la casa a hacer ese maldito jueguito.

―¡Yo no fui! ―se defiende Dylan escondiendo la caja de cereales detrás de su espalda, pero Ratón salta para agarrarla y él pega un gritito.

Dylan mueve la caja más arriba y Ratón comienza a saltar desesperado. Maia se la quita de las manos y hunde su mano en la caja para agarrar más cereales.

―¿Qué te pasa? ―me pregunta mi hermana― ¿Estás de mal humor porque extrañas a Kyle?

―¡Maia! ―se queja Dylan boquiabierto― No podemos decir ese nombre en voz alta, es como Voldemort.        

―Nah, Voldemort serían Jess y Austin...

―¡Maia! ―la vuelve a regañar Dylan horrorizado― Deja de insultar. No puedes decir ninguno de esos nombres.

―¿Ah, no? Mírame, Kyle Kyle Kyle ―empieza a decir Maia, desafiándolo. Dylan comienza a discutir con ella con el ceño fruncido.

Se callan cuando les tiro las bolas de cereales de mi teclado por la cabeza. Ratón no pierde el tiempo y limpia los cereales que se han caído en el piso con su lengua.

―¿Pueden callarse de una vez? ―me quejo― Y no extraño a Kyle ―miento.

Mi hermana me mira alzando una ceja.        

―¿Me vas a decir que no cuentas los días que ya pasaste sin hablar con él? ―inquiere.

Un mes y veinte días.

―Claro que no ―aseguro.

―Qué mentirosa ―dice Dylan llevándose un puñado de cereales a la boca―. Seguro que cuenta los días en la pared de su cuarto como los presos.

Maia se ríe y yo resoplo.

La verdad es que sí. Bueno, no lo de contar los días en la pared como los presos. Todavía no llega a ese nivel... todavía.

Pero extraño demasiado a Kyle. Este tiempo sin hablar ha sido duro. Me enfoqué en los exámenes finales, en mi blog, en pasar tiempo con Lily y mi prima, con los babosos de Dylan y Maia, con Ratón... pero aún así no puedo evitar extrañarlo.

Extraño su presencia en mi vida, el sonido de su risa y sus bromas. Echo de menos lo tranquila que me siento cuando él está a mi lado y lo feliz que soy cuando estoy con él. Extraño sus abrazos, sus besos...

Nop, no voy a seguir por ahí.

También se me está haciendo demasiado difícil tener que frenarme cada vez que me pasa algo y a la primera persona que quiero contárselo es a él. Más difícil aún es no saber cómo él está ahora. Cuando le pedí este tiempo no me di cuenta de que nunca pusimos una fecha como para volver a hablar, así que supongo que esperaré a que él lo haga. Después de todo, él es quién tiene más asuntos que resolver. 

La ConsejeraWhere stories live. Discover now