Capítulo 16 | La Videollamada

10.5K 1.1K 809
                                    

Lo miro sorprendida.

¿Qué acaba de decir?

Los demás se ríen ante la confusión en mi rostro.

Kyle es el único que bebe.

―¡Te has equivocado, amigo! Dijiste amiga, no novia ―dice el pelirrojo.

―A menos que quiera besar a una amiga hoy ―agrega otro―. ¿Harán trio?

―¡Tal vez también considera amiga a su novia, idiotas! ―exclama una de las chicas.

―Exactamente ―dice Kyle en voz alta, sus ojos no se apartan de mis labios cuando se inclina hacia mí.

Aguanto mi respiración y no puedo evitar aumentar la fuerza de mi mano que descansa en la rodilla de Kyle. Él parece no darse cuenta. Sus labios no se detienen en los míos, sino que rozan mi mejilla y llegan hasta mi oído.

―¿Tú piensas que se lo ha creído? ―susurra.

Libero mi agarre en su rodilla y me giro para mirarlo, sin entender.

Él mueve ligeramente su cabeza hacia un costado y yo arrastro mis ojos hacia donde él me indica.

Jess está en un rincón, mirándonos fijamente mientras bebe largos tragos de alcohol.

Vuelvo a mirar a Kyle.

Y me río.

Por alguna razón (otra vez podía llegar a ser el alcohol) esta situación me parece la más divertida del mundo y no puedo parar de reír.

Porque por un momento pensé que Kyle iba a besarme.

Realmente sabe actuar.

Tanto que debería estar actuando en la serie de Maia.

Eso me provoca otra carcajada.

Él me mira alzando una ceja y me doy cuenta que todavía no le he respondido, así que le contesto con sinceridad.

―Estoy segura que sí, porque hasta yo me lo creí.

―――――――――――――――――――――

La mañana siguiente tengo un dolor de cabeza tan fuerte que me hace odiar a todo ser humano que se acerque a mí.

Bajo las escaleras y me dirijo a la cocina. Dylan y Maia están tomando un café y me siguen con la mirada. ¿Por qué siempre los encuentro en esta casa? ¿No tienen otro lugar a donde ir? Ugh.

Rebusco en los estantes y agarro unas rodajas de pan para tostarlas.

―¿Qué? ―suelto mirándolos mal porque están siguiendo cada uno de mis movimientos en silencio y eso me saca de mis casillas.

Dylan abre mucho los ojos ante mi tono brusco, pero mi hermana no se inmuta.

―¿Vas a desayunar? ―pregunta.

―¿Es que no me ves?

―Si, te veo, pero también veo el reloj ―dice señalando el reloj que cuelga de la pared―. Y son las dos de la tarde.

―¿Y? Para mi sigue siendo la mañana porque me acabo de despertar ―mascullo, sirviéndome un vaso de jugo de naranja.

―Amber desafiando las leyes del tiempo ―dice y la ignoro.

Agarro un cuchillo para untar y una mermelada de frutos rojos. Comienzo a preparar mis tostadas esperando que ya no me dirijan la palabra.

―¿Y cómo te ha ido anoche? ―pregunta Dylan y yo gruño― ¡Por fa, no me apuñales con ese cuchillo de untar!

La ConsejeraHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin