Capítulo 12 | La cita

11.6K 1.2K 562
                                    

Los días siguientes todos nos sentimos extraños. Nos pasábamos el día arreglando la casa y dándonos cuenta cuantas cosas nos habían robado; eran objetos de valor, computadoras, joyas y algún que otro electrodoméstico. Afortunadamente, no llegaron a encontrar el dinero que mis padres guardan en efectivo en un cajón de su cuarto.

El ambiente en la casa por momentos está tenso. Maia todavía se sigue sintiendo culpable por lo que pasó y no habla demasiado. No tiene ganas de comer o estar mucho tiempo con nosotros. Dylan nos dijo que todavía no se le ha ido el susto y que solo necesita tiempo.

La paranoia de mis padres no ayuda a la situación. Si bien desde el robo hay más policías en la zona, no quieren que salgamos por nuestra cuenta ni que saquemos a Ratón solas.

Por suerte, Lily y Kyle no se despegaron de mi lado. Me ayudan con los trabajos que ya había hecho para el instituto y que me habían quedado en la computadora, me acompañan a pasear a mi perro y simplemente a distraerme.

Mi tía Emily y mi prima Jean también vinieron a ayudarnos en casa. Para mi tía, es como si todos estuviéramos enfermos así que nos prepara una gran cantidad de comida y nos pregunta si estamos bien a cada rato.

Hoy mis padres y mi tía están en la cocina comiendo un budín de limón hecho por ella; Ratón con los ojos fijos en el piso por si se cae alguna migaja de budín. 

Nosotros estamos en la sala de estar. Lily y Jean se sentaron una al lado de la otra, y aunque no manifiestan el hecho de que algo pasa entre ellas, cuando sus miradas se cruzan tienen sonrisas cómplices. Kyle y yo nos reímos en silencio cuando eso sucede, porque ellas quieren disimularlo, pero para nosotros es muy obvio.

No así para Dylan, que hace la pregunta menos adecuada en el momento menos adecuado.

―¿Y Jean? ¿Cómo está Thomas?

Jean deja de observar a Lily y mira a Dylan con los ojos muy abiertos. Todos nos quedamos en silencio y Maia le da un codazo.

―Te he dicho que se han separado hace un tiempo.

Dylan instantáneamente se lleva la mano a la boca y la mira con el rostro rojo de vergüenza.

―Lo siento, lo siento, me había olvidado.

Lo único que se escucha es a Kyle riéndose por lo bajo y Dylan le lanza un almohadón, pero su puntería es tan mala que no le pega a él, sino que me pega a mí de lleno en la cara ya que estoy a su lado.

―¡Mierda! ―dice y esta vez Maia ríe―. Lo siento, cuñada, mi especialidad es cagarla.

―Lo sé ―me hago la enojada y aparto el almohadón.

Lily se remueve incomoda ante el silencio repentino y suelta.

―Kyle ¿Y como está tu amigo? ¿El rubio que se comía a Amber con la mirada el otro día?

La miro boquiabierta. ¿Qué les pasa a todos conmigo hoy?

―Creo que eso deberíamos preguntárselo a Amy ―responde Kyle sonriendo.

―¿Ese es el que vino a darte clases particulares de portugués? ―pregunta Maia.

―Yo creo que vino a darle otra cosa ―comenta Dylan.

Esta vez soy yo quien le tira el almohadón.

―Prima, no me has contado de este chico ―dice Jean subiendo y bajando las cejas.

Ahora todos están esperando una respuesta y me aclaro la garganta.

―No hay mucho que contar todavía, me está ayudando con portugués y mañana iremos a tomar un helado. Se ha preocupado mucho cuando le conté que nos robaron.

La ConsejeraWhere stories live. Discover now