Capítulo 2 | El Individuo

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Hoy tengo una misión: encontrar al individuo que sabe quien soy, antes de que él me encuentre a mí.

No he podido dormir en toda la noche, pensando quién diablos sabe quién soy. Nunca he dicho mi nombre en mi blog porque suelo ser muy tímida, me considero una persona de perfil bajo, y no me gusta ser el centro de atención. Aún así, nunca me molestó que mi círculo cercano supiera de mi blog. Ahora bien, ¿Esta persona es de mi círculo cercano? ¿O acaso es un completo desconocido que le pagó a un investigador para que me descubriera, porque está locamente enamorado de su exnovia y le he dado un mal consejo?

Oh por Dios, en este preciso instante estoy sintiendo que alguien me está observando.

Bajo de la cama de un salto, y corro hacia la ventana, moviendo la cortina tan sólo unos centímetros para ver si alguien me está espiando.

Nada.

Ningún hombre encapuchado mirándome fijamente. Ningún investigador con una cámara fotográfica y un cuaderno. Nada.

Me doy vuelta y me sobresalto del susto.

- ¡Tú me estabas espiando! -exclamo, dirigiéndome a Ratón, mi perro. La bola de pelos se mueve felizmente hacia mi pierna para que lo acaricie.

Si, mi perro tiene nombre de roedor. Lo adopté hace tres años, cuando había visto por Internet que un hombre atropelló a un perro y lo dejó tirado en la calle, la mujer que lo rescató, necesitaba dinero para la operación de Ratón, y una persona que estuviera dispuesta a adoptarlo. Soy una empedernida amante de los perros, así que cuando vi las fotos del accidente de Ratón, lloré por horas y convencí a mis padres de que lo ayudemos.

Después de unas horas, ellos aceptaron pagar la operación de Ratón, pero me dijeron que posteriormente le buscaríamos un hogar, que no nos lo podíamos quedar. Luego de una semana, yendo al veterinario y cuidándolo, todos nos enamoramos de él. Le pusimos Ratón porque tiene las orejas muy redondas, una cola muy larga y fina, y los dientes un poco salidos para afuera, debido al accidente. Sinceramente, mi perro es horrible, pero para mí es hermoso y es lo que más amo en el mundo.

Acaricio a Ratón mientras me miro en el espejo, mis ojeras son más grandes que mis ganas de vivir, y tengo el pelo enmarañado. Me arreglo un poco antes de bajar a desayunar.

―La muerta viviente camina ―anuncia mi hermana, quien ya está desayunando en la mesa con mis padres.

- La muerta viviente tiene ganas de arrancarle la cabeza a alguien, Maia, así que ten cuidado con lo que dices -le contesto.

Maia se encoge de hombros, está divina para ser las siete de la mañana. Se ha recogido su cabello castaño, y se ha maquilado un poco. Algunas personas dicen que nos parecemos, pero a simple vista somos completamente diferentes. Ella tiene el pelo castaño oscuro, mientras yo lo tengo claro, ella ha heredado los ojos de mamá, por lo que los tiene verdes aceitunados, mientras yo los tengo marrones, como cualquier simple mortal.

El timbre suena y mi madre me mira sonriente.

―¿Puede la muerta viviente atender? Seguramente es Ricardo, que viene a dejar un paquete.

―Sólo si dejan de llamarme así ―protesto.

Ricardo es nuestro cartero, lo conocemos desde hace años. Mis padres son compradores compulsivos de eBay, así que solemos ver a Ricardo a menudo.

De camino a la puerta, me surge un pensamiento terrible. ¿Y si mi cartero era el "Anónimo"? Mi madre habla mucho con él, tal vez en una de sus charlas le contó que yo tengo un blog, y él se lo contó a su novia y...

La ConsejeraWhere stories live. Discover now