Capítulo 8.

593 94 6
                                    

—Adelante, Sally.

—Aquí está tu aperitivo.

Un sándwich de atún y un café.

—Gracias.

—Has estado muy ocupado estos días.—Comenta.

—Hay muchas cosas pasando, Sally.—Le digo mientras me froto los ojos.—Creo que mi hermano está a la mitad de su viaje. Aquí todo marcha bien.

—¿Entonces lo que te mantiene ocupado es algo personal?

—Sí.

Hace tres días que apareció el padre de Cindy. Desde entonces la niña solo quiere conocer a su padre, Vanessa trata de explicarle que no puede, yo la ayudo con Cindy mientras encuentra trabajo.

Discutió con sus padres, eso provocó que la casa se encuentre en constante tensión y no ayuda que Cindy siga insistiendo en conocer a su papá.

—Espero que todo se resuelva.

—Yo igual.

Ella sale un momento pero vuelve.

—Hay unos gemelos esperando.

—Hazlos pasar.

Layla me escribió de que sus hermanos podrían llevar el caso de Vanessa, por lo del despido y en pelear la custodia de Cindy.

Ellos entran y sonríen.

—¡Hola! Te queda bien estar ahí sentado.

—No lo digas, por favor.

—Layla nos puso al corriente.—Habla el otro.

—Tendré que ponerle letreros con sus nombres.

—Yo soy Julio.—Me dice quien habló de primero.

—Bien. ¿Qué les dijo Layla?

—Todo, que la despidieron y que ese idiota quiere tener la custodia de la niña.

—Eso es bueno, puedo llevarlos con Vanessa más tarde. Mientras les diré lo que sé, él no da dinero para la crianza de Cindy, solo aparece una vez al año y creo que tiene una pareja.

—Bien, con lo primero nos basta mucho.

—Y la despidieron por ser madre.

—¿Era una figura o personaje? Tipo una sirena o cosas así.

—No, solo era la encargada.

—Bastardos. Bien ¿Vas a tardar mucho?

Reviso mi reloj y noto que ya casi es la una de la tarde.

—Es momento de irme. Vamos.

Salgo con ellos.

—Sally, ya me voy.

—Que tengas buen día, señor Thomas.

Ellos se van en su propio auto. Llegamos a la casa, la puerta se abre y Cindy viene corriendo.

—¡Tommy!

—Cindy.—Me abraza las piernas y me hace sonreír.

—Te estaba espelando.—Alza su cabeza para verme.

Me agacho para que no se esfuerce mucho.

—No debes correr ni abrir la puerta tu sola.

—Es que ví que llegaste.—Ella nota a los gemelos y se impresiona.—¡Tienen la misma cala!

—Alguien tiene un pequeñito problema.—Escucho a uno de los gemelos.

Me levanto y le doy la mano a Cindy.

Un nuevo comienzo.Where stories live. Discover now