Abyss: Jean

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   Me encontraba sentada en las sillas del pasillo cuando Connor fue a buscarme. Iban a darle un paseo a Damian. Sin embargo, cuando Connor me pidió que entrase, le respondí con una evasiva. Lo intentó una vez más, y cuando volví a negarme, no me insistió más. Le dije que lo esperaría para volver a casa después de ir a la librería.

   Al perderme el paseo con Damian, me quedaba bastante tiempo para ir a la librería a trabajar, era muy temprano.

   Repitiendo una costumbre que creía ya muy olvidada, regresé a mi coche y me senté en él.

   Mi primera reacción fue encender la radio. Al darme cuenta de eso, la apagué, frustrada.

   Estaba claro que la reacción de Damian aquella tarde me había influido, aunque aún no estaba segura sobre la forma en la que lo había hecho. Había sentido pena al verlo darse cuenta de que aún tenía que hacer muchos progresos, y para qué negarlo, también me había apenado que no hubiese aceptado mi ayuda. Los empujones que me había propinado no habían sido dolorosos físicamente. Si bien sabía que le tenía un extraño “aprecio” a Damian, también sabía que su caso era excepcional y sus reacciones no debían influirme a ese nivel. Debía ser neutral cuando tratase con él. Un acercamiento mayor, me perjudicaría. Y probablemente, también a él.

   Llevaba lo que podía ser una media hora en el interior del coche, cuando lo que llevaba días intentando apartar de mis pensamientos me sobrevino sin poder evitarlo.

   Después de otra media hora retorciéndome los dedos sobre el volante, decidí que no tenía sentido atrasarlo más.

   Arranqué el vehículo y cogí la carretera que llevaba al bosque. Era extraño, pero fue la primera vez que me fijé en el paisaje que llevaba a la casa de Carey. Había ciertas cosas que me eran familiares, como si las hubiese visto en un sueño.

   Cuando aparqué ante la casa, dudé. Palmoteé el volante nerviosamente antes de decidirme, y aún estuve a punto de bajar de nuevo al pueblo antes de decidir armarme de valor.

   Bajé del coche y fui hasta la puerta principal. Sabía que Carey no estaba en casa, porque aún debía de estar en el hospital. Pero no sabía si estaría Erick.

   Intenté abrir la puerta y cuál fue mi sorpresa, al encontrarla con el cerrojo echado. En todos los años que había vivido allí nunca había tenido problemas para entrar sin llaves. Así que tuve que volver al coche y rebuscar en la guantera. Cuando al fin conseguí abrir la puerta, me golpeó duramente el cambio, una vez más.

   La última vez que había estado allí había salido corriendo al ver al fantasma del pasado. El ambiente ya no era festivo, pero seguía siéndome desconocido.

   Hacía calor, y solamente el pasillo ya parecía más acogedor de lo que lo había sido en todos mis años viviendo allí.

   Nadie apareció al oírme, a pesar de que había hecho bastante ruido al entrar como queriendo hacer evidente mi visita, así que imaginé que Erick estaría en el pueblo.

   Atravesé el vestíbulo y fui hacia el comedor. Observé la sala desde la puerta, sin llegar a entrar.

  Todo estaba patas arriba. Había ropa tirada por encima de la mesa, juguetes de bebé por el sofá, una sillita para niños en un rincón, mantitas de colorines, algún que otro biberón…

   Realmente me hacían falta algunos segundos para asegurarme de que había entrado en la casa correcta a pesar de saber que sí. Me costaba encajar esa imagen con la del salón desierto y gris que había sido durante años y años y años.

   Escuché entonces un extraño balbuceo procedente de alguna parte de la habitación. Me volví, sobresaltada. De pronto no quería que me viesen en la casa. Me sentía como una extraña en un sitio que no era el mío.

Abyss: The humanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora