Abyss: Jean

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   No sabía cuánto tiempo llevaba mirando al bebé que se retorcía una y otra vez en su sillita portátil. Tenía los ojos páildos de Erick, pero el pelo oscuro, muy oscuro.

   Estábamos todos en el salón. Erick y Carey llevaban un buen rato hablando, sentados en el sofá. Andrew y yo parecíamos estar fuera de lugar. Él los observaba sentado en el alféizar de una de las ventanas, y yo seguía de pie al lado de la mesa, donde aún estaban puestos los platos con el pavo, y donde Erick había puesto la sillita de su hija.

   De su hija.

   No lo había asimilado aún. Apenas acababa de entender que el que había entrado en la puerta era Erick, cuando se había echo a un lado para meter en la casa aquella cosa tan pequeña.

   Erick y Carey seguían hablando. Ella como extasiada, encantada de tenerlo allí, con las lágrimas recorriendo su cara cada dos por tres. Lo primero que había pensado era que ella misma lo había llamado, encontrándolo no sabía cómo y pidiéndole que fuese a vernos. Pero al parecer, Carey no había sabido nada de él durante años. Se había presentado en la casa por voluntad propia.

   Él estaba más tranquilo. Más bien, parecía cansado. Cansado hasta el extremo del agotamiento.

   Había dado con nosotras gracias a la única vecina de nuestro antiguo barrio que se llevaba con nuestra madre. Al parecer, siete años después, había vuelto a la casa, donde no había podido dar con John. ¿Que cómo había tenido la fuerza para hacer eso? Ni idea, no se detuvo en esos detalles. Finalmente, había recordado por casualidad a dicha vecina y ella, después de dar muchas vueltas, había dado nuestra dirección.

   Hubo un instante en el que me pregunté si aquella señora sería capaz de darle nuestra dirección a John en caso de que él llegase a preguntarla, pero pronto descarté aquella posibilidad. John no conocía a nadie de la escalera, y nunca se había detenido a “estudiar” las relaciones de Carey.

   Y allí estaba, sentado en el sofá de la casa de Crested Butte, como si siete años no hubiesen sido nada. Como si el silencio de siete años no hubiesen significado nada.

   Y con una niña pequeña de apenas un año de edad.

-Debe de tener sueño-murmuró Erick. Fue la primera frase que escuché después de una perorata entre él y Carey que yo me había perdido por estar pensando en otras cosas. Se levantó del sofá y se detuvo a mi lado para sacar a la niña de la sillita y cogerla en brazos con cuidado. La pequeña gimoteó, inquieta-. Llevamos muchas horas de viaje.

-Ya me imagino-dijo Carey, que no paraba de darle la razón-. Deberías acostarla... tú también pareces muy cansado. ¿Hay que darle de comer? ¿Tienes lo que necesitas?

-Sí, no te preocupes, tengo leche en la mochila-respondió él-. Sólo tengo que calentarla.

-Perfecto-Carey se levantó y se acercó a él, mientras miraba a la niña-. ¿Has dicho que se llama Jane, verdad? Es preciosa, Erick. ¿No te lo parece, Jean?

   No respondí.

   Los observaba a ambos, de pie delante de mí.

   Y no los reconocía.

   Erick, a pesar de seguir teniendo los ojos y el pelo de mi hermano, ya no era él. Era un completo desconocido que sujetaba con ternura una diminuta criatura entre sus brazos. Una persona a la que no conseguía reconocerle la voz, ni los gestos. Ni nada.

   Y Carey...

   Me volví, y salí al pasillo de la casa. Escuché los pasos de Carey a mi espalda.

-Jean... Jean, ¿adónde vas?

   Iba a responder algo así como, “voy a casa”. Pero no lo hice, porque esas palabras hubiesen sonado ridículas. ¿A qué casa?

   Así que cogí mi abrigo, abrí la puerta, y salí fuera.

   Y una vez más, nadie me detuvo.

   Subí al coche, arranqué y salí a la carretera, sin volver a mirar hacia la casa.

   No me di cuenta, de que aceleraba el coche cada vez más y más. Ni de que las cosas a mi alrededor apenas eran nítidas.

   Sólo tenía en la cabeza a aquellas dos personas, que representaban un papel en un teatrillo estúpido de reencuentro familiar. De felicidad, de nuevas noticias.

   ¿Acaso ninguna se sentía como yo?

   ¿Acaso ninguna pensaba que aquello no tenía sentido?

Abyss: The humanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora