Abyss: Jean

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   Aquél día me retrasé para ir al hospital. Cuando llegué, esperé fuera de la habitación de Damian, sin pasar por la de rehabilitación. Le había pedido a Connor que me dejase estar un rato con Damian antes de su paseo habitual, y él había aceptado con gusto, y con la curiosidad reflejada en los ojos.

   Vi cómo lo volvían a meter en su cuarto, vi su mirada de reconocimiento, y su manera de apartar la mirada en cuanto la mía cayó sobre la suya. Vi a Connor haciéndome un gesto para que esperase.

   Y entré cuando me llamó.

   Connor me habló por encima del hombro mientras arreglaba unos papeles con el enfermero en la otra punta de la habitación.

-Ha sido una buena sesión de rehabilitación, ¿verdad, Damian?-no esperó a que el otro respondiese-Ha caminado con más seguridad. Pronto podremos dejar que de paseos él solo... con ayuda de muletas en un principio, claro. Todo llegará.

   Me acerqué con lentitud pero paso firme a la camilla de Damian, y me senté en la silla que había junto a él, y que seguramente el propio Connor había preparado. Llevaba en los brazos una carpeta. Damian me miró con desconfianza.

-¿Te acuerdas de las fotografías de ayer?-le pregunté, procurando mantener un tono de voz sereno y desenfadado.

  No me respondió. Saqué entonces de la carpeta la fotografía del día anterior de la margarita. Se la enseñé y él abrió los ojos con evidente interés. Quiso cogerla, pero la aparté.

-¿Recuerdas esta fotografía?-repetí.

   Asintió con la cabeza, claramente molesto por mi forma de actuar. Entonces, yo negué.

-No. Quiero que me respondas. Quiero escuchar tu voz, ¿entiendes? Si no, no puedo entenderte.

   No quería forzarle. Connor me había alertado sobre lo difícil que podría resultar para Damian volver a hablar, pero yo tenía la impresión de que el chico podía hacer más de lo que nos hacía creer.

   Quizá era ese desagrado que nos profesaba lo que me indicaba que se guardaba cosas para sí.

-Me conformo con un sí-insistí-. ¿Recuerdas esta fotografía?

   Damian se cruzó de brazos, como un niño enfadado. Yo tenía poca paciencia, muy poca, y lo sabía. No solía gustarme que me hicieran esperar.

   Pero no pensaba levantarme hasta que Damian respondiese.

-Está bien-murmuré.

   Me dispuse a guardar la foto, pero Damian alzó un brazo, intentando cogerla.

-¡Sí!

   Su exclamación provocó que Connor dejase de hacer ruido en la mesa que había a mi espalda. Sabía que no se había vuelto porque Damian no miró detrás de mí al detectarlo, pero debía de estar atento a lo que pasaba.

   Damian siguió con el brazo extendido, con los ojos muy abiertos puestos sobre la fotografía que casi había metido en la carpeta. Yo lo observaba, con el corazón acelerado.

-Sí... recuerdas...-musitó él.

   Contenía la voz. Se esforzaba, y a la vez... intentaba apagarla. Resultaba muy extraño escucharle hablar. Pero también resultaba increíblemente tranquilizador.

-Sí, recuerdo-le corregí con un murmullo. Sus ojos plateados no se apartaban de la fotografía-. Sí, recuerdo.

   Asintió con la cabeza, y esa vez, me miró.

-Sí, recuerdo-repitió.

   Alcé entonces la fotografía, y Damian la cogió a toda prisa, sin fiarse de mí, temeroso seguramente de que se la volviese a retirar.

   Le dejé unos instantes tranquilo, para que pudiese mirar la fotografía todo lo que quisiera. Aprovechando que no me miraba, me volví para buscar a Connor. Él también había vuelto la cabeza y con un gesto de ésta, me animó a que siguiese con lo que estaba haciendo.

   Abrí la carpeta, y saqué otra fotografía.

   Se la enseñé, sin llegar a dársela. Él volvió la cabeza de inmediato para mirarla.

-¿Recuerdas lo que es esto?

   En la fotografía se veía lo que había sido el amanecer de aquél día. Había salido de la casa de Connor, y en el jardín trasero, había conseguido hacer fotografías del sol, apenas saliendo de detrás de las montañas. Más tarde, había ido a revelarlas, y por ello mi tardanza ese día al llegar al hospital.

   El sol. Tan básico.

   Algo tan estúpido para preguntar.

   Y sin embargo, quería asegurarme de que lo reconocía.

   Damian alzó una mano, sin soltar aún la otra fotografía. Sus dedos se acercaron a la del sol, pero se detuvieron antes de tocarla. Frunció el ceño. Parecía muy confundido.

   Le acerqué la fotografía, y él se apartó ligeramente. Pero esa vez no parecía estar huyendo de mí. Si no del propio sol.

-Es una fotografía, Damian-le dije, asombrada por su comportamiento-. Una fotografía. ¿Ves?-pasé los dedos por encima del sol en nacimiento-No te puede hacer nada.

   Damian no respondió de inmediato. Acercó poco a poco los dedos al papel. Antes de llegar a tocarlo, se asomó por la ventana, y buscó el sol verdadero. Eso me indicó que podía reconocerlo, que relacionaba la fotografía con el sol.

   Después, aún fijándose en que yo tocaba la fotografía sin que pasase nada, unió sus dedos al suave papel, y su cara fue el vivo reflejo de la sorpresa. Me la quitó, y la tocó una y otra vez, maravillado.

-¿Recuerdas, Damian?-pregunté, con apenas voz.

   No sabía quién estaba más asombrado en ese momento, si él con la fotografía, o yo observándole.

   Pasó una vez más el dedo por encima del sol naciente y susurró algo que no entendí.

-Más fuerte, Damian-le pedí, con un susurro. Casi me asustaba que al escucharme a mí se negase a hablar.

-Se apaga...-murmuró, y tuve que esforzarme por entenderle-. Cuando se apaga... duele menos. El sol... duele menos...

Abyss: The humanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora