Abyss: The human

Abyss: Jean

   Salí a la terraza y me senté a su lado. Dentro, la música seguía a tope. Escuché un golpe, y luego una risotada. Imaginé que alguno de los de dentro se habría caído al suelo.

   Ian siguió con la mirada fija en el patio trasero. Mastiqué con parsimonia un trozo de sándwich, hasta que él habló.

-Ya sé que no soy el ejemplo de algo mejor-murmuró-. Aún así me preocupo por ti. No puedo evitarlo.

   Se quedó en silencio. Me encogí cuando una brisa helada hizo acto de presencia.

-Ya lo sé-dije, hablando más para mí que para él-. Lo siento. No quería que pensases... que para mí eres como los demás.

   Ian no se movió. Mordisqueé de nuevo el pan y necesité unos minutos más para volver a tomar la palabra.

-¿Es que no ves que siempre vuelvo?-musité.

   Me miró entonces. Me froté los ojos, porque sabía que no era el momento para llorar.

-Siempre vuelves-asintió él. Sentí su mano sujetar la mía libre. Apenas fue por unos segundos-. Y siempre te vas. Pero no puedo culparte por eso.

   No le respondí. Me sentía culpable, pero también increíblemente tranquila. Hacía un año que Ian y yo habíamos separado nuestros caminos, y desde entonces, sentía que el círculo no se había cerrado. De alguna manera, sabía que aquellas palabras iban a ayudarme a pasar página.

   Ian sonrió entonces, y por un momento, casi me pareció ver al Ian que se apoyó aquella mañana en el muro del instituto para hablar de música, aquella primera vez.

-Venga, termínate eso-me apremió-. Va a venir Sam para ensayar.

-¿Vais a la cabaña?

   Asintió y se levantó para entrar en la casa.