capítulo 20

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Hace ya dos días que estábamos acá en el pueblo, pero yo seguia sin querer salir, me habían fundido en mi habitación, y por muy pequeña que fuese mi antigua cama, decidí dormir ahí, haciéndome bolita, mientras dormía para recordar los Buenos momentos que aquí pase.

En varias ocasiones, Fabian, Rodrigo e incluso Albert, entraron para convencerme de que saliera, avisando que el abuelo quería verme, o que mis primos preguntaban por mi, motivos por los cuales con mas empeño decidí seguir encerrada, no me atrevía todavía a dar explicaciones acerca de mamá, pues al momento de salir, me bombardearian con preguntas, no lo hacían con mis demás hermanos, pero conmigo si, pues siempre fui la más unida a ella.

Estaba frente a mi diminuto espejo, pensando, y buscando una forma de arreglar mi situación, y también tratando de peinar un poco mi cabello, ahora entiendo porque Katia decía que mi cabello era un desastre.

<<Tengo suficiente con el nudo en mi cabeza que no he podido desenredar >>

Las lágrimas caían, y me dolía verme así frente al espejo, me desconocía, era yo sin ser , yo..

- Tía Em. - hablo una pequeña y dulce voz detrás de mi puerta.

- Dime nena. - dije con tranquilidad.

El tan solo hecho de escucharla a ella, me tranquilizaba.

- Puedo pasar. - asomo su adorable cabecilla.

Asentí y señale la silla que se encontraba frente a mi.

Con ayuda la logre sentar.

- ¿ Que pasa?. - pregunté acariciando su largo y lacio cabello.

- Dice el tio Fabian que si me puedes trenzar. - hizo un puchero de forma tímida.

Sonreí por como había llamado a Fabian, no pude evitar arrugar la nariz, acto que hizo carcajear a la pequeña.

Saque dos grandes moños lila de mi estantería, y tome el cepillo que mamá solía usar conmigo, tenia mis iniciales grabadas. Me senté detrás de Jael y desenrede su cabello de forma suave.

- Me arriesgaría para regalarle , las nubes del cielo. Atadas con aire - tarareé mientras formaba la primera trenza.

Su estatura era pequeña, sus piececillos no alcanzaban el suelo, y ella los mesía.

Tome el ultimo moño y se lo coloque en la trenza, se veía encantadora, de vez en cuando inflaba las mejillas, y se quedaba observando todo con detenimiento. Aproveche para ir a uno de mis cajones y saque unas zapatillas blancas. Luego fui hasta el armario y tome un vestido que siempre usaba, era precioso, tenia un enorme moño en la parte trasera, tenia pétalos de florecillas en varios colores, la parte de la blusa era de encaje, mientras que abajo era abultado y de chifon.

- ¡¡ Que bonito! ! - exclamó la pequeña mientras cubría su boca con ambas manos.

- Verdad que si. - sonreí - Era mio , cuando tenía casi tu edad.

Me apresuré a ponerle el vestido y las zapatillas. .
Me hacía recordar tanto a mi, no se cuantas veces he dicho esa frase desde que la conocí.

- Quédate aquí, sera una sorpresa. - dije extendiendo uno de los peluches de Amaya.- cuando te llame sales

La pequeña asintió, y la deje jugando, al salir no pude evitar toparme con Fabian, quien enseguida me brindo un abrazo y beso mi frente.

Hoy prometí llevarlo a recorrer un poco más el pueblo, a el y a Wiley, aunque Wiley se iría con Amaya y Rodrigo, pues como le había dicho a Fabian quería tener una cita con el , una muy a mi estilo.

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