capitulo 24

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La semana número 4 sin él había llegado . Yo parecía una anciana decrépita, ya lista para meter a un ataúd . La única diferencia era, que yo seguía respirando, no había muerto, al menos no de forma literal.

Cortaba algunos pimientos que se me habían ocurrido plantar, me hacía sentir muy útil. Ademas de que adornaba muy bien los costados de la casa. A pesar de mi aspecto, mi ánimo había mejorado. No me hallaba rebosando de felicidad, pero tampoco estaba al borde de la depresión. Había logrado encontrar mi punto medio, tanto que si ahora me preguntas un ¿ como estas? , podría responderte un "normal" , porque así era realmente como me sentía, normal.

Ya nadie venía de visita por el bosque, poco a poco las llamadas firmaron un acta de ausencia, al igual que la correspondencia dejo de abultar mi viejo buzón.
El cabello me había crecido bastante, ahora me llegaba hasta por debajo de la cintura , no se me apetecía cortarlo, pues ahora por las tardes me gustaba entretenerme en trenzarlo de distintas formas posibles.

Estaba arreglando los desperfectos que pudiese en la casa, era una muy buena forma de pasar mi tiempo y también de sobornar a mi mente, para que dejase de pensar tanto sabotaje. Había puesto barniz a los muebles, ahora se encontraban relucientes, el viejo sótano lo había convertido en mi pequeño escenario, donde suelo escuchar y cantar una que otra canción.

Ya no visitaba los lugares ocultos del bosque, pues desde que comencé a usar el bastón se me dificultaba mucho caminar, y peor aún en un lugar lleno de rocas y ramas sueltas por doquier.

Me sentía en paz, por primera vez en mucho tiempo, tal vez esto era lo que necesitaba, estar sola, tener un momento para mi y alejarme de todo lo que me rodeaba, incluido mi familia. Pues a pesar de siempre estar acompañada de personas como, Katia , Fabian y mis hermanas yo siempre solía sentirme sola, y sobre todo culpable. Pero ahora que estaba sin nadie alrededor, no me sentía sola.

No puedo negar que sigo sufriendo, no iba dejar de hacerlo de la noche a la mañana, las heridas llevan un tiempo de sanación, y más aún aquellas que no se ven, las heridas del alma, del corazón.

Ya no lloraba, pero aún podía notar que mi reflejo en el espejo, decía lo mal que lo pasaba entre mis guerras con mi mente. Mis ojeras seguían en aumento, pues aún seguía sin dormir del todo bien , puesto que prefería pasarme las madrugadas enteras detallando a la luna, y contando las estrellas, aunque eso literalmente era imposible.

Mis ojos, aún reflejaban la melancolía de mi ser. Supongo que para eso ya no había arreglo.

Escuche un sonido proveniente de la entrada de la casa, tome un fuerte suspiro y agarre mi bastón, a paso lento me asome para ver quien era.

Se trataba de Rogel.

- ¿Ese es un mustang? - pregunté pillandolo desprevenido.

Dio la media vuelta, y me sonrió, con esa típica sonrisa en la cual dejaba mostrar sus encías, entre sus dientes llevaba un cigarrillo, muy común en él, ya que las pocas veces que lo había visto llevaba uno consigo.

- y es rojo, mi color favorito. - añadió él.

Vi como me detallaba con la mirada, como siempre. No pude evitar rodar los ojos ante sus gestos de arrogancia.

- ¿ Que te trae por acá? - dije de una vez por todas.

No pensaba andar con rodeos, y con preguntas tontas acerca de como había hallado mi dirección.

- La última vez que te vi, dije que tenia una propuesta para ti. - comentó - pero saliste huyendo, aunque eso fue un poco gracioso, ya que con ese bastón corres como una tortuga. - carcajeo.

SobrevivienteWhere stories live. Discover now