Capítulo diez: él y yo, seríamos.

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Capítulo dedicado a: Soharys_m

JORDAN

Llega ese momento en el que estás tan unido a una persona que en el mínimo descuido que te brinde sientes que se irá, que nunca más volverá a estar contigo, y justo ahí tú corazón se desmorona causándote un desespero emocional.

Eso fue lo que sentí al ver Dorian ignorándome toda la tarde. Solo había sido una tarde y para mi fue una vida.

Que estupidez fue haber pensado alguna vez que las fiestas, el relajo, los amigos o las bebidas eran lo único que necesitaba en mi vida para estar tranquilo, nunca noté que lo único que necesito para tener paz es a él y mucho amor propio. Cuándo lo busqué, y confirmo que él también me amaba, que a pesar de toda mi mierda nunca se iría, simplemente me volvió el alma al cuerpo. Él era la única persona que nunca me dejaría. Y justo ahora que me abrazaba y tenía mi cabeza en su pecho, lo comprobé.

Él y yo seríamos.

—Dorian— le llamé acariciando su pecho, el moreno seguía dormido serenamente, estábamos frente a frente. Alce la vista para mirarle, tenía sus rizos alborotados y sus labios entreabiertos, se veía hermoso.

Ya estaba por amanecer, parecían ser las seis de la mañana, no pensé que despertaría tan temprano, supongo que creí que había soñado lo de la noche anterior, pero no, estaba ahí, él estaba ahí. Y mi propia felicidad me había hecho levantarme a estas horas.

Sonreí rozando mis dedos por su pecho el cual tenía algunos vellos negros escasos, su piel se sentía tan suave, cálida, miré su abdomen descubierto pasando saliva, si que se veía bien, Dorian nunca había estado fuera de forma, el skateboarding y el fútbol le ayudaban a seguirse viendo tan increíblemente bueno. ¿Cómo no pude verlo mejor antes? Había perdido mucho tiempo para sentirme de esta manera, vivo.

De la nada recordé el día anterior cuando me había desvestido frente a él y luego él se había perdido, estaba seguro que se había masturbado por mí en algún lugar, sus mejillas rojas al volver me lo habían confirmado. Bajé la mirada a su entrepierna y sentí ansias de tocarlo. ¿Podía hacerlo?

Nunca antes había tocado una diferente a la mía, pero pensar en hacerlo me mantenía duro, estaba realmente duro por tenerlo sin camisa a mi lado. Así que sin detenerme a pensarlo mucho, lo hice, puse mi mano sobre su pantalón de pijama y perdí el aliento. Se fue la poca heterosexualidad que me quedaba al carajo.

Pensé que hacer algo así me daría un sentimiento de extrañeza, pero esto, dios, su polla, era la puta gloria y eso que aún no despertaba.

Apreté suavemente y sentí como todo mi cuerpo hirvió, entreabrí los labios tragando grueso y alce la vista a él. Dorian arrugó las cejas entre el sueño y alzó inconscientemente la pelvis para luego abrir los ojos con cautela pasmado por unos momentos al verme, detallando la situación.

—Jordan— soltó sorprendido en voz ronca, bajó la mirada a mi mano la cual mantenía un ritmo lento y constante en todo su miembro ahora casi compacto —¿Qué- qué estás... haciendo?— vi como su manzana de Adán subió y bajó.

—¿Qué te parece que hago?— respondí coqueto apegándome más a él, rozando intencionalmente mi pene en su pierna.

Las ganas mañaneras me habían transformado en un tipo que ni yo conocía, solo sabía que lo quería a él, quería estar con él.

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