15. Vivian

27 11 2
                                    

El fin de semana se acercaba y Torres y Miranda estaban entusiasmados; al menos así se lo habían dicho por mensaje. Irían al concierto al que los tres habían planeado acudir hacía meses, y a pesar de lo que en otro momento hubiera podido pensar, aquello ni siquiera la hizo sentir un poco triste. ¿Cómo sentirse triste cuando toda su vida colgaba de un hilo medio deshecho que no podía arreglar? Torres se ofreció a vender su entrada al mejor postor, pues vivía para las redes sociales y el márqueting, dos cosas que para Vivian eran casi desconocidas. Ella decía que ya tenía suficiente con tener que usar el portátil para atender los trabajos y hacer los apuntes de la universidad. Nunca había entendido por qué a la gente le chiflaba tanto mantener una fachada falsa en las redes, aunque tampoco lo criticaba, ya que había visto en Ángela la felicidad que le causaba aquello. A pesar de que tampoco la entendiera. 

Sus padres la habían educado con el típico y muy recomendable "Vive y deja vivir", y así lo había aplicado siempre. Nunca criticaba a nadie, y si lo hacía era por motivos de peso, o eso se decía. Por ejemplo, a Luke Bennet sí tenía permitido criticarlo. Pero era solo porque se lo había ganado a pulso. 

Habían pasado dos días desde que lo vio. No se lo había contado a nadie, excepto a Ángela, y concluyó que era mejor así para evitar que la tomaran por loca o por una obsesa. Si no lo contaba, no era real, o al menos no tanto. Además, siendo realista solo podía contárselo a Torres o a Miranda, y no quería molestarlos ni incomodarlos con fantasías de chiquilla. El pasado pasado era, y como adulta, tenía que quedarle claro aquello. No podía olvidar la promesa que se había hecho a sí misma, por muchos baches con los que pudiera topar. Estar en el pueblo no era sinónimo de recaer, y se lo iba a demostrar. 

La mañana era fría, típica de las semanas que preceden a la navidad. Frunció el ceño involuntariamente al darse cuenta de aquello. Era la primera vez desde que estaba en casa que pensaba en la navidad. Por primera vez, aquello no la hizo sentir feliz; al contrario, sintió que aquellas fechas ya no iban a volver a significar nada especial para ella. Imposible, si no era con Ángela. 

Deambuló a trote con las deportivas puestas. Estar de vuelta en casa le había hecho recordar cuando salía a correr. Por mucho tiempo había sido su terapia en época de exámenes y cuando estaba de bajona. La hacía sentir libre, inalcanzable. Corría un poco y ya era como si cualquier problema no fuera tan grande como le había parecido. Esa tarde se había puesto las zapatillas con aquella intención. Deseaba con todas sus fuerzas sentir que aquello no era para tanto, que era una circunstancia pasajera. Pero por mucho que lo intentara, ni aunque escalara quinientas montañas e hiciera dos maratones seguidos, conseguiría ver su situación como una nimiedad. 

Al llegar a la bifurcación que separaba el bosque de la carretera, desvió la marcha hacia la arboleda de pines enormes. Hacía mucho que no pasaba por allí, incluso desde antes de irse del pueblo. De niña solía pasear por allí con sus padres, y siendo algo más mayor había compartido su espacio mágico —como había decidido llamarlo— con Lucas, Hezzel, Harry y Adara. Mientras correteaba por allí rememoró algunos de los momentos que más le habían marcado de aquel lugar. La primera borrachera de Hezzel, las veces en las que Lucas se disfrazaba de seres terroríficos y los perseguía por allí, los conciertos privados que les regalaba Adara... Hasta aquel beso que se dio con Harry cuando fue retada en verdad o atrevimiento. Aquellos árboles los habían visto crecer a los cinco, y por un momento se preguntó si acaso ellos recordarían todas las guerrillas vividas. Rememoró entonces el banco y la mesa de madera que habían improvisado tantos años atrás. ¿Acaso seguirían allí todavía? 

Reprendió la marcha, ilusionada ante aquel pensamiento. No recordaba el punto exacto donde lo habían montado, pero de seguir allí aún, no podía estar muy lejos de encontrarlo. Sintió la emoción desbordando en su cuerpo cuando pasó junto a un árbol con las iniciales de los que habían sido sus amigos, y las suyas propias, talladas en la corteza. DOBLE H+ L + V + A. Era un indicio de que estaba cerca. Siguió su instinto, recordando a ratos algún que otro estrago de los tiempos en los que aquel bosque había sido su hogar, y cuando estuvo cerca del arroyo, se dio la vuelta con los ojos esperanzados. Tal y como lo recordaba allí seguía el banco mal tallado y aquella mesa demasiado baja. En su día, habían reído al contemplar lo desastrosa que parecía su obra. Pero para aquellos chavales había sido suficiente, e incluso habían bromeado sobre cómo de similares eran ellos a aquel trabajo artesanal. 

Se acercó todavía sin poder creerlo, y observó que durante el tiempo que ella no había pasado por allí alguien había añadido a aquel desastroso rincón dos columpios de fusta. Entonces, todavía siguen viniendo, formuló soñadora en su mente. Pero rechazó el pensamiento de inmediato. Aquello podría ser obra de cualquiera que hubiera pasado por allí y descubierto aquel pequeño refugio. Obligándose a pensar con lógica, arrancó de cuajo los pájaros de su cabeza y se sentó allí, en el banco que tantos cotilleos, secretos y deseos había presenciado. 

Estuvo en silencio, contemplando los árboles que la rodeaban y sintiéndose serena con el cantar de las aves. Respiró profundamente, empapándose del aire puro que la ciudad le había arrebatado, y volvió a conjurar en su memoria las risas y las manías de cada uno de sus amigos. Y allí, en medio del caos en que se encontraba su vida, los echó de menos. Mantuvo una sonrisa en los labios de la que no fue consciente hasta que empezó a llover y tuvo que salir por patas. Cubrió su cabeza con la capucha y emprendió la carrera que había detenido hasta llegar a casa. 

Esa tarde cuando fue a ver a su hermana, se alegró al volver a oler aquel perfume de flores que tan buenos recuerdos le traía. Luego le preguntaría a su madre si podía conseguir una para ella también. 

La historia que nunca ocurrióWhere stories live. Discover now