32. Vivian

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Entró en la habitación encontrándose a su madre allí. Se había pasado la mañana entera evitando las llamadas de Melissa, y se conocía lo suficiente a sí misma para saber que por pura cobardía no sería capaz de afrontar la situación y declinar la oferta. Al final acabaría diciendo que sí, como hacía siempre con la mayoría de las situaciones que la incomodaban. Ser amable tenía sus partes buenas, pero si se combinaba con asertividad. Y ella, quedaba muy lejos de ser considerada una persona asertiva.

Últimamente estaba agobiada por todo. Llevaba desde el lunes intentando ponerse al día con la universidad, pero entre sus idas y venidas mentales, le estaba resultando realmente difícil. Pasaba los días pensando en Ángela, en sus padres, en Melissa, en los exámenes que no sería capaz de hacer, en los amigos que algún día había tenido y con los que, desde que había vuelto a Geollen, era incapaz de dejar de pensar... Y por encima de lo demás, pensaba en él.

Le estaba costando mentalizarse de que lo tenía que dejar ir de una vez por todas de su corazón. Que un amor que tanto daño le hacía, no merecía la pena, y que debía mantener la mente fuerte. A ratos, evocaba la mirada fría e indiferente con la que la miró en la cocina de los Toresano, o el desprecio con el que se dirigió a ella, con el fin de intentar cambiar el amor que sentía hacia Luke por el mismo odio que él proyectaba hacia ella. Sin embargo, reemplazar el sentimiento más bonito que había sentido en su vida por uno horrible y totalmente contrario, no era tarea fácil, y sabía que iba a requerir tiempo y dolores de cabeza.

Se acercó a Sarah dándole un corto beso en la coronilla, y tomó asiento junto a ella. Ese día, notó a su madre más inquieta de lo habitual, pero también algo más alegre. Tampoco le había pasado desapercibido que desde hacía días, la fragancia que tantos recuerdos le traía había dejado de inundar la sala. Supuso que el bote se habría roto o que alguna enfermera lo habría retirado por a saber qué motivos, y eso la entristeció; no había nada en el mundo mundial que gustara más a su hermana que aquel perfume. Tampoco preguntó, no quería disgustar a su madre justo cuando sus ojos acababan de recuperar la chispa de la esperanza.

Sin embargo, no hizo falta que lo hiciera.


—Vi, no adivinas lo que acaba de pasar. De verdad que cada día me quedo más a cuadros con la juventud —dijo. Su voz sonaba enfadada, pero en su expresión Vivian vio algo muy diferente. Como había supuesto, su madre estaba feliz.


—¿Alguna novedad en el diagnóstico? —inquirió sintiendo que su corazón recuperaba algo de fuerzas. Pero Sarah negó con la cabeza.


—No aún, Vivi, pero pronto las habrá, estoy segura —habló con voz triste. En seguida, volvió a cambiar el tono por uno más entusiasmado—. Lo que ha pasado no tiene nada que ver con el estado de Ángela o con su salud, sino con un chico.


Vivian enarcó una ceja. ¿Sería acaso que algún joven del hospital había intentado ligar con su madre? Personalmente, no entendía que hubiera gente de su edad a la que pudieran gustarle personas que casi les triplicaban en años, pero sabía que había de todo en el mundo. Si aquella hipótesis era cierta, explicaría a la perfección el por qué del enfado fingido de su madre. Pero su teoría fue lanzada contra el suelo. 


—Había un chico intentando colarse en la habitación para ver a Ángela —aclaró Sarah. Vivian abrió tanto los ojos que las pestañas le alcanzaron las cejas—. El otro día ya lo vi merodear por los pasillos, y me resultó extraño, porque conozco a cada una de las personas que vienen por aquí. Pero no sé, era así guapete y más o menos de tu edad, y pensé que sería el novio o el hijo de alguien. Y tal vez, no estaba tan equivocada —la mujer de pelo cano detuvo la narración para asegurarse de que su hija le prestaba la atención requerida. Satisfecha con lo que vio, prosiguió con la cháchara —. Hace un rato, el mismo chico ha intentado entrar aquí cuando he ido a por un café, pero he llegado a tiempo de impedir que entrara gritándole que quién se creía que era. ¡Y se ha puesto a correr! ¿Te lo puedes creer? Si es que hay que tener poca vergüenza, como si no fuera suficiente con toda esa ropa y colores estrambóticos que llevaba.

La historia que nunca ocurrióOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz