3.KIM

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3.KIM

La alarma en mi mesita de noche sonó, anunciando mi despertar. Quería seguir durmiendo, pero hoy era el primer día de clases. Si no querría llegar tarde, más vale levantarme pronto.
      Somnolienta aún, me levanté a regañadientes de la cama; me estiré  y bostecé; me pasé las mano por la cara, y froté mis ojos antes de llegar a la ventana. Al llegar deslicé las cortinas a los lado y el sol me recibió quemando tanto mis ojos, que me obliga a cerrarlos por un momento, mientras me tapé con la mano en forma de sombrilla. Luego de recuperarme, me vuelvo y entré al cuarto de baño a ducharme.
      Cuarenta minutos después ya estaba casi lista; solo peinándome el pelo en el espejo mientras tarareaba una canción de Olivia O’Brien. Ya lista me observé un momento y empecé a bajar al piso de abajo.
       -Buenos días-le dije a todos al entrar a la cocina.
      Mamá permanecía aún cocinando, mientras que mi papá y mi hermano menor, estaban sentados en la mesa esperando el desayuno. Papá leía el periódico y Owen jugaba en su tableta.
       -Buenos días -me dijo mamá sonriendo.
       -Bueno días cariño-me dijo papá al pasar por su lado.
       Le sacudí el cabello a Owen al pasar por su lado también, y luego me senté en la silla de al lado. Mamá se acercó a la mesa con dos platos en sus manos.
        -Suelta la tableta, Owen-le ordenó mamá.
       -No tengo hambre, mamá-le afirmó él. Y créanme que me sorprendió; diría que demasiado.
       -¿Tú no tienes hambre?, ¿Owen Jones, no tiene hambre? Pero si son macarrones, Dios ¿Esto es un sueño? Pellízquenme-dije incrédula observándolo, y solté una risa.
       -Es que no me siento muy bien; me siento mal-dijo con la cara tapada con sus manos pequeñas.
      Owen apenas tenia siete años y era el niño más comelón de todos, créanme. En las tres comidas del día volvía a repetir y la verdad no sé como no engordaba. Era sorprendente verlo rechazar un desayuno ¡y de macarrones!... lo digo así porque son sus favoritos.
        -¿Cómo que te sientes mal?-inquirió mamá, con el seño fruncido-a ver-dijo y le dio la vuelta a la mesa hasta llegar a Owen-¡Dios, estas caliente!-dijo al tocarle las mejillas.
         -Déjame ver, ven-pidió papá y se acercó a mi hermano para tocarle las mejillas-si lo está; creo que no deberías mandarlo a la escuela-sugirió mirando a mamá.
          -Ven, cariño. Te llevaré a la cama y te daré un medicamento-le dijo mamá y lo tomo en brazos-kim, tú termina de desayunar para que te vallas a la escuela-me ordenó.
          -Si mamá. Que suerte tienes, Owen-bromeé, y tome de mi baso con jugo.
          Que suerte tenía mi hermanito. Digo, no es que no me guste la escuela, en realidad también estaba emocionada, solo que tenía un poco de pereza.
           -Oye papá ¿Cuándo retomaremos mis lecciones de boxeo?-le pregunté, mientras se levantaba y llevaba su plato sin nada al fregadero.
           -Sabes que tu madre me lo prohibió, cariño-me dijo, permaneciendo de espaldas, lavando su plato.
          Mi padre me enseñada lecciones de boxeo cuando tenía diez años, era muy buena e incluso me decía que lo estaba superando, pero mamá no quiso que lo hiciera más.
           -¿Por qué?-inquirí irritada, caminando hacía él, aunque ya sabía el por qué.
           -Ya sabes por qué-dijo echándome una mirada con una sonrisa burlona.
           Odiaba que se burlara de mí, por eso no me gustaba hablar del tema. Sin embargo, yo quería que él me siguiera dando lecciones, por lo que esta vez me toco hablar de ello.
           -No es gracioso; eso fue un pequeño accidente. Además, él se lo buscó.
          Era cierto. En la escuela golpeé a un niño que no dejaba de molestarme todo el día, hasta que me harte y le dí un golpe que le partió un diente. Fue muy gracioso, créanme. Pero fue mi peor error, ya que después de eso mamá le prohibió a papá que me volviera a enseñar. Además, porque decía que era un deporte para hombres
       -Si lo fue-dijo aún con esa sonrisa burlona que odiaba y, pasando por mi lado, mientras yo lo fulminaba con la mirada.
      Entonces un ruido llamó nuestra atención. Ambos nos miramos extrañados con el seño fruncido. Era el sonido de lo que parecía una ambulancia.
       Ambos comenzamos a dirigirnos a la sala, papá delante mí. Mi padre se acercó a la ventana y hizo a un lado la cortina, dejando ver todo. Yo me quedé pasmada al observar de donde provenía el ruido. Si era una ambulancia como lo predije, además había una patrulla de policía. No lo podía creer, estaban en el jardín de la casa de Shannon y habían ciertas personas murmurando unas con otras. Mi corazón estaba como loco; que no me fuera lo que estaba pensando, Dios.
        Sin más, emprendí mi camino hacía  allá, con el corazón el mano y mis manos temblando. Papá me seguía mientras me decía que me detuviera, que no fuera, que no saliera. Pero yo no le prestaba atención; seguía y seguía caminando. Solo quería saber que estaba pasando, y rogaba con que no fuera Shannon la comidilla de ese lugar.
         Ya en el jardín, con las personas a mi alrededor murmurando, vi a la señora Elisabeth, que volteó a verme al presenciarme. Caminó hacía a mí tan desconcertada que casi pude leer su mente.
          -Señora, Elisabeth ¿Q-qué está pasando?-tartamudeé casi con un nudo en la garganta.
          -Ay, cariño…, es Shannon-Esas palabras bastaron para soltar mis lágrimas que caían sin parar por mis mejillas.
         
          
¿Qué tal les parece el tercer capítulo? Cuentenmelo en los comentarios.

HUNTER [Vive o Muere]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora