Capítulo VII

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Jorge Villas, abogado y amigo de Guillermo Alberto, miraba apenado las reacciones de su representado.

-Agoté los recursos Guillermo, pero es urgente que acudas de inmediato. Todos están en las oficinas y amenazan con destruir el mobiliario. -Argumentó con voz grave y pausada el preocupado jurista.

-Esto no debería estar pasando Jorge, el plazo no se ha vencido, ¡Hay un amparo!... -Respondió Alberto bastante intrigado, -¿cómo es que justamente en ese momento se presentaba esa circunstancia tan particularmente inoportuna?

-Todo eso lo sé. -El abogado se acercó al oído del joven para comentarle a discreción, -pero alguien ha estado obrando en tu contra y echó abajo el tiempo que habíamos ganado. No debes preocuparte, desde luego que voy a dar con el responsable de este asunto. Alberto, si no fuera necesaria tu presencia me habría encargado yo mismo y no vendría a importunarte en tan importante evento. -Comentó el abogado con un apenas perceptible dejo de tristeza por haber sido innecesaria su presencia en la pachanga; con lo que a él le encantaba el guateque, ¡La banda!. Si apenas llegó a "Los Andrade" los piecitos casi le bailaban solos.

Guillermo se avergonzó de pronto al percatarse de que no había hecho extensiva la invitación a su amigo Jorge. Pero más se apenó cuando sintió la mirada preocupada de Candy. Ella no necesitaba enterarse de los líos legales y comerciales que llevaba a cuestas.

-Princesa, promete que estarás aquí cuando vuelva, no voy a tardar demasiado... -Le pidió con voz queda muy cerca de su oído, el delicioso perfume de la joven inundó otra vez su pecho y un suspiro brotó inevitable.

La sonrisa de Candy lo calmó un poco. -Ve Alberto, aquí estaré cuando regreses. Lo prometo. -Y le guiñó el ojo de una forma tierna y coqueta al muchacho, al mismo tiempo que depositó un suave beso en la comisura de los bien delineados y masculinos labios.

Todo era observado a la distancia por la mirada curiosa de Karen, quien fingía interés en una trivial y protocolaria plática con Tereso. La joven deseaba saber desde cuando era esa mujercita la nueva novia de su ex. El beso que había alcanzado a presenciar al llegar a la hacienda, obviaba la información, definitivamente eran novios, pero ella quería detalles. A pesar de haberse alejado, de haber sido quien pusiera fin a la relación con Guillermo siempre le había quedado la ridícula idea de que aquel la extrañaba y la amaba como a nadie lograría volver a amar. Sólo que el mayor inconveniente para enterarse de tal cosa, era el mismo Terry, el mejor amigo de su exnovio jamás le contaría nada precisamente a ella.

-Y es por eso que el proceso de destilado lleva todo ese tiempo... -Continuaba hablando Terry en una cháchara mareadora al adivinar que su interlocutora poco o nulo caso hacía a su plática. Por supuesto que no pensaba revelar detalles de lo que, a leguas se respondía solo, y agregó más en una afirmación que en una pregunta. -Debo suponer que vienes con el grupo del despacho, van a llevarse a Guillermo con ustedes...

Y hasta entonces los ojos de la chica enfocaron los aguamarina de Tereso. -Me temo que si Tereso. Hay asuntos de urgencia que se tienen que arreglar.

-Y... ¿Eres parte del equipo legal de Guillermo? -Preguntó Terry a la atractiva mujer, sonriendo ladino y levantando una de sus cejas en su típica expresión sarcástica. Fue fácil deducir que su mejor amigo jamás la habría buscado a ella para su representación.

La joven sonrió apenas y negó en silencio. -Represento la parte contraria, solo que estimo a Guillermo y no tuve inconveniente en venir a saludar. Es una triste coincidencia que he llegado al mismo tiempo que los problemas... -Acto seguido se mordió el labio y bajó la mirada, arrepentida por haber hecho caso a su querida tía Domitila y a su regordete amigo cuando insistieron en que acudiera a la fiesta. ¿En qué estaba pensando? Se regañó mentalmente por creer que Guillermo agradecería el gesto de ser informado del lío que se le venía encima, cuando en realidad quedó como una tonta, a quien además, nadie había invitado.

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