Apúrate dulce Charlotte

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Era un caluroso sábado donde el caos planificado de la limpieza comenzó desde las horas más tempranas de la mañana. Los habitantes del castillo iban y venían a realizar las labores que les correspondía en el cronograma. Si el frenesí de la limpieza o el vapor ardiente de la lavandería.

Luna se encontraba abrumada en un banquillo, tenía de frente una gran cantidad de prendas de cuero que debían ser limpiadas y lustradas, desde guantes hasta botas. Tomó un par de botas, estaban terriblemente enlodadas y del hedor de su interior era mejor ni hablar.

—Agradece que al menos no es la ropa a lavar —inquirió Charlotte sentándose junto ella y viéndola como procuraba tocar la bota lo menos posible.

La aludida solo arrugó el entrecejo con asco, no le creía —La ropa no ha de estar tan sucia.

—La gente suda, se enloda, camina, come. Incluso folla... todas esas actividades son sucias de alguna manera, Luna —sonrió, reconocía las botas que estaba limpiando, pulirlas con esmero sería un buen detalle.

La expresión descolocada de Luna le hacía gracia, ¿acaso le costaba procesar algo tan simple? La creía lenta, pero eso ya rozaba el absurdo. Iba a comentar algo, cuando Maya llegó a acercarse a ellas, llevaba un moño y una expresión de angustia.

—Un día de estos vendré en bikini —inquirió, tratando de abanicarse con su propia ropa.

—No amenaces, hazlo —remarcó Charlotte con una sonrisilla traviesa.

—Ganas no me faltan —rio— ¡Ah! Hola Luna.

Luna volteó a verle y por poco se le cae el betún, después de saludar continuó a lo suyo con cierta torpeza. No obstante, eso no era impedimento para escuchar lo que las otras dos mujeres hablaban. Si bien ambas de manera ocasional platicaban con ella y la incluían en sus actividades, sabía que había otras cosas que se confiaban entre sí.

Suspiró con cierta derrota, todo eran temas triviales hasta que algo captó su interés. ¿Qué era eso de "tus salidas con..."? ¿Quién es el innombrable? Volteó a ver con disimulo. Acción que fue en vano, pues Charlotte pareció percatarse y atajó con un "otro día". Maya se retiró a lo suyo al mirar que la habitación iba llenándose de más soldados.

¡Carajo! Justo cuando el chisme se ponía bueno...

Ni modo, tendría que quedarse con la incógnita por el momento. En el ahora estaba cepillar las botas sucias de... Strauss. Al muy idiota le pareció divertido meterse en un chiquero o qué, de otra no le hallaba lógica a...

—Lo haces mal —inquirió Charlotte de pronto.

—¿Eh? Mal, nada, solo te estaba probando —sonrió nerviosa.

—Corta el rollo, no lo sabes hacer. Fíjate como se hace y hazlo bien. —regañó.

—¿Siempre eres así? —preguntó con una risilla.

—No te incumbe, Luna. Ponte seria con el trabajo, no es nada que practicando no se logre. —inquirió tranquila.

—Bueno, bueno, como quieras... solo quería hacer plática.

—Diciendo necedades no lo vas a lograr.

—Touché... —dijo y luego para romper el silencio comentó— joder, quien quiera que sea estas botas tiene la manía de revolcarse en el lodo.

—Somos soldados, es obvio que el equipo se va a ensuciar sí o sí.

—Bueno sí, pero yo quería...

—El reclamo carece de sentido —rio.

—Pero es que el hecho que sean de un color tan claro no ayudan mucho.

Cuando Cae la NocheKde žijí příběhy. Začni objevovat