Capítulo 3

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Durante la noche, Wei Ying y Jiang Cheng fueron despertados por los ruidos del exterior; sillas siendo arrastradas, jarrones cayendo al suelo y niños llorando. Se levantaron y miraron por la ventana, vieron a los soldados subiendo familias a los camiones. Habían escuchado sobre esto antes, los soldados decían que los llevaban a un lugar seguro, los incitaban a llevarse sus pertenencias más preciadas y objetos de valor. La gente caía creyendo que no tenían que temer con sus compatriotas, quien podría saber que compartían el mismo final que aquellos a quienes negaban ayuda.

Jiang Cheng corrió a la habitación de su madre para advertir sobre lo sucedido, debían esconderse lo más pronto posible. La casa de los Jiang contaba con un escondite subterráneo y uno detrás de la pared de la cocina.

Despertaron a Yu Ziyuan y los 3 se apresuraron al primer escondite. Se acomodaron en una posición cómoda y esperaron a escuchar pasos por el pasillo. Pasaron solo unos minutos que se sintieron una eternidad, la marcha ponía nervioso a cualquiera, se escuchaban sus pasos subiendo las escaleras, eran tan fuertes que cualquiera temblaría de miedo. Las respiraciones comenzaban a agitarse y los corazones latían tan rápido que parecían querer salir del pecho.

Los primeros gritos avisando que el lugar se encontraba vacío pudieron oírse, a pesar de ello, en lugar de retirarse, solo ordenaron revisar de nuevo. Las sillas y muebles eran arrastrados, el piso y paredes eran inspeccionados con más atención hasta que finalmente se van convencidos.

Todos sueltan el aire que habían estado reteniendo. Salen y miran el lugar algo desordenado. Salen de la casa y miran alrededor, parece totalmente desolado. Poco a poco, quienes también se escondieron, comenzaron a salir, solo fueron unos cuantos. Entendieron que estar ahí ya no era seguro, necesitaban irse a otro sitio.

Unos días después, las noticias de los soldados alemanes en Lituania hicieron que Yu Ziyuan fuese en busca de Yanli. Jin Zixuan era el hijo de su gran amiga de la infancia, ¿Dónde más podría estar su hija si no era con ella? Ellos debían estar bien, ellos estaban bien. Solo necesitaba llegar, la encontraría y protegería de lo demás.

Viendo su reacción, los chicos se sentían presionados, no dejarían que se expusiera de tal manera. No obstante, no podrían detenerla demasiado tiempo. Convencerla de que todo estaría bien sería complicado cuando ellos también estaban preocupados por su hermana.

Al final, lograron calmarla diciendo que el grupo había permanecido unido, si algo hubiese pasado, ya estarían hablando sobre ello. O eso creían.

Yu Ziyuan se fue sin avisar durante la madrugada.

Se trasladaba a pie por las obstruidas rutas, llevando consigo solo una maleta con objetos de valor, que pensaba utilizar para sobrevivir.

Al llegar a la línea de demarcación alemana-soviética y a la frontera con Lituania, observó la estricta vigilancia que mantenían. Algunos intentaban cruzarla a escondidas, corriendo gran peligro. Si eran atrapados, los arrestaban y los sometían a violencia arbitraria.

Afortunadamente, logró comunicarse con alguien que parecía tener contactos con los jefes locales de la Gestapo. Ziyuan era alemana, no tendría problema al pasar, pero necesitaba una ruta segura, sin riesgo de morir a manos de los soviéticos. Acordaron varias piezas de oro por obtenerla, incluso le ayudarían con el transporte. No importa dónde estés; mientras más tienen, más quieren, esos malditos pasaban siendo sobornados a cambio de dinero, manipulando vidas humanas a su antojo.

Así logró llegar al ghetto de Kovno. donde preguntaba por su hija con una foto tomada el día de su cumpleaños. Al cabo de 2 días preguntando, una mujer con hijo en brazos le proporcionó detalles. Yanli fue vista con una mujer de unos 45 años y su hijo, pero no estaba en ese grupo.

Los alemanes reducían el tamaño del ghetto de forma constante, forzando a los judíos a trasladarse varias veces. Por lo que era fácil perderles la pista a los habitantes.

Todos portaban su estrella de judíos, veían fijamente a la mujer que vagaba por el lugar, evidentemente no era judía y era extraño verla ahí. Por eso la joven que se acercó pidió un poco de dinero a cambio de la información, la cara de Yanli le quedó grabada porque le ayudó a arrullar a su bebé en una noche de bombardeo. Buscaba obtener lo suficiente para un poco de papa, y alimentar a su pequeño.

La vida en el ghetto resultaba bastante difícil. La mayoría cocinaba sobre aserrín entre dos ladrillos. Wei Ying les había contado sobre su vida en el ghetto, en el que sólo estuvo un par de meses. La única comida que podía conseguirse era pan y papas, la cual se conseguía por medio del contrabando. La gente solía morir de hambre o congelamiento, pues su dieta consistía en solo 184 calorías al día.

Yu Ziyuan le dio un anillo de oro para que pudiera intercambiarlo por comida. La mujer la citó al día siguiente en el mismo lugar, ella misma la acompañaría para llegar a su hija y las otras dos personas que viajaban con ella.

Grata fue su sorpresa cuando se reencontró con Yanli. Vivía junto a unas 5 personas desconocidas, en una situación tan deplorable que le dolía el corazón. Los efectos de la guerra siempre tendrían más en la sociedad, los de abajo pagan por los de arriba.

Estuvieron todo el día poniéndose al tanto, la señora Jin y su hijo contaron todo lo que habían atravesado. El señor Guangshan había escapado a Dinamarca, dejándolos desamparados y sin hogar, pues meses después otras personas llegaron a su departamento diciendo que lo habían comprado. 

Amor tras la guerra [WangXian]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt