Capítulo 4

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¡Qué preocupación dejó Ziyuan para los dos muchachos que velaban por ella!

Esa mañana, soldados nazis escoltaron a miles de judíos retenidos en el gueto de Varsovia hacia las vías del ferrocarril de Umschlagplatz, y los colocaron en trenes con destino a las cámaras de gas de Treblinka. Quien no obedeciera, sería disparado.

La explicación de alemanes era que los mandaban a campos de trabajo en el este de Polonia, que hasta habría comida gratis. Pero la mayoría sabía que no era así, solo unos cuantos se creyeron ese cuento.

Quienes iban con la esperanza de obtener dos rebanadas de pan, algo de margarina o un poco de azúcar a Umschlagplat, en realidad se dirigían directo a una cámara de gas. Niños, ancianos, enfermos y mujeres fueron los primeros en formación.

Al despertar y no ver a su madre, Jiang Cheng pensaba lo peor, su madre se fue junto a esas personas?, ¿Fue en busca de su hermana?, ¿Dónde diablos se había metido?

Los jóvenes lograron escapar a cómo pudieron, pero terminaron desorientados y sin saber a dónde ir. Si seguían a la multitud, quizá estuviesen dirigiéndose a la muerte, era imposible saberlo.

Vagaron sin rumbo alguno tratando de encontrar algún sitio seguro. Pero en cualquier esquina había alemanes, en cualquier momento podían detenerlos y subirlos a uno de esos camiones donde difícilmente podrás regresar.

Se resguardaron en unas ruinas durante dos días y una noche, pero se habían quedado sin alimento. Sus mochilas solo quedaron con una linterna, joyas, un trozo de pan y comida enlatada.

Wei Ying salió a pedir un poco de comida a las casas cercanas, pensaba intercambiarles algo. Sin embargo, la gente no abría la puerta y, si lo hacían, la cerraban rápidamente diciendo que no molestara.

Solo una anciana estuvo dispuesta a darle un plato de sopa que recién cocinaba, incluso lo invitó a pasar para que comiera con ella, pero no aceptó porque Jiang Cheng lo esperaba. La anciana le dio un cuenco de sopa y pan, diciéndole que, si necesitaba algo más, la buscara.

Ese día, calmaron su hambre e hicieron un plan para alcanzar a su madre. Cuando estaban a punto de salir, miraron unas frutas y agua en la entrada de las ruinas. Así que ambos fueron a ver a la posible persona que lo hizo.

Esta vez, entraron a su departamento y conversaron. La anciana vivía sola, pues su esposo murió meses atrás, solo tuvo un hijo y se fue de casa al cumplir los 20, jamás lo volvió a ver.

Jiang Cheng se abrió un poco y contó lo sucedido con su padre, a su vez, Wei Ying relataba el trágico final de su familia.

Ambas partes compartían la soledad y el dolor de perder a seres queridos. Historias así se escuchaban todos los días.

Jugaron ajedrez durante un par de horas y se despidieron, deseando lo mejor para los contrarios. Esperaban seguir a salvo y no ser unas víctimas más de los horrores de la guerra.

¿Quién iba a imaginar que esa misma noche, los dos jóvenes serían detenidos por los alemanes y llevados junto a los judíos?

Jiang Cheng podía salvarse, solo debía aclarar que tenía sus documentos, mas le era imposible abandonar a Wei Ying. Si era llevado a un campo, jamás volvería a verlo. Se quedaría solo, sin su madre y hermana, sin él. ¿Que se supone que haría solo?, ¿a dónde iría?, ¿con quién pasaría sus últimos momentos? Cuando las familias se separaban, difícilmente volvían a coincidir.

Lo más probable era que no vuelva a ver a su padre, ni siquiera sabrá qué fue de él. Su madre y hermana podrían estar desaparecidas, incluso muertas. ¿Quién le aseguraba que ellas seguían unidas y con vida?

¿Qué sentido tendría seguir escapando si ya lo has perdido todo?

Seguirían juntos hasta el final, independiente del resultado. Estando juntos podían pensar alguna solución. 

Amor tras la guerra [WangXian]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon