Capítulo 8

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Cuando se comenzó a desmantelar Plaszow y a evacuar prisioneros a otros campos, algunos de ellos campos de exterminio. La mayoría de los prisioneros ya estaban a salvo. Los alemanes intentaron luego destruir las evidencias del exterminio masivo: excavaron las fosas comunes, exhumaron los cuerpos restantes y los incineraron en enormes pilas.

Para ese entonces, Lan Zhan ya se encontraba como uno más de la fábrica de Schindler. La gente ya no lo veía con miedo después de saber lo que hizo y pudo adaptarse fácilmente.

Por otra parte, Wei Ying se volvió cercano a Schindler, quien le reveló lo que el comandante de Plaszow había estado haciendo. Después de todo no era tan cruel, quería agradecerle por lo que hizo por él y por su hermano. Aprovechando que todos estaban reunidos, Wei Ying se acercó a él, quien estaba apartado de la multitud. Lo que hiciste podría condenarte, gracias.

Sorprendiendo al otro, Lan Zhan lo mira fijamente y habla—. Alemania tiene la guerra perdida. Pronto estaré en tu lugar.

Ah, ¿por qué?, puedes escapar. Puedes irte a América. — Responde algo confundido. Muchos soldados se fueron a otros países, no sería el único.

La respuesta parecía no llegar, y fue un golpe duro cuando salió de sus labios—Debo pagar por lo que hice.

Te van a matar, escapa. No me gustaría saber que moriste. Solo estabas siguiendo órdenes. — dice un Wei Ying desesperado.

Lan Zhan se levanta, seguido de Wei Ying y ambos pares de ojos parecen no querer despegar la mirada del contrario. Quizá Lan Zhan pueda permitirse ser sincero de ahora en adelante.

Durante las semanas que estuvieron juntos, Lan Zhan no hablaba. Se mantenía escuchando todo y asintiendo en algunas ocasiones para dar a entender que seguía el hilo de la historia. Sin embargo, inexplicablemente, su presencia transmitía paz para Wei Ying, este hombre luchaba en el bando contrario, pero sus ideales eran los mismos a los del otro.

Wei Ying no podía negar que el hombre frente a él era un misterio, pero quería conocerlo más. Estaba seguro de que, en el fondo, era una gran persona. Y lo motivaba el que Lan Zhan se mostrara dispuesto a seguir hablando.

Estuvieron 3 meses viviendo en el mismo lugar. Conviviendo y estando siempre al lado del otro. Excepto cuando Jiang Cheng apartaba a Wei Ying con el pretexto de ser muy empalagoso.

Aquel joven de piel tan blanca y mirada fría como la nieve, terminaba con las orejas sonrojadas cada que Wei Ying coqueteaba con él. Siendo de esta manera, Wei Ying no podía contenerse y hacerle cumplidos cada que le fuera posible.

Era innegable el aprecio que Wei Ying le tenía, le salvó la vida a su hermano, le dejaba comida y medicina en el barracón, le daba descansos durante las largas jornadas de trabajo, era atento con los niños, le salvó de ser atacado por perros. Todo ello, arriesgando su vida.

Pero no sabe cuándo sus sentimientos comenzaron a cambiar. No sabe cuándo comenzaron a ser tan íntimos que el hombro de Lan Zhan parece pertenecerle a su cabeza y queda dormido durante horas en él, cuándo comenzó a querer sentir ese calor corporal que el otro emanaba, en qué momento el otro comenzó a mirarlo con cariño y tratarlo con amabilidad. No podía saberlo con exactitud, pero no se prohibió sentir.

Habían hablado sobre los planes de Lan Zhan, se entregaría y moriría a manos de los aliados. Aunque Wei Ying trataba de convencerle, Lan Zhan había tomado su decisión, esa era hacerse responsable de sus acciones.

Mayo había llegado, el ejército rojo ya se encontraba demasiado cerca.

Schindler los reunió a todos en la fábrica y, emocionado, les dijo que eran libres, que él era ahora el fugitivo. Mis hijos, están a salvo. Alemania perdió la guerra. —Les pidió que no salieran a robar y saquear —. Muéstrense dignos de los millones de víctimas entre ustedes y eviten cualquier acto individual de venganza y terror.

Así fue como Schindler se despidió de sus trabajadores y se marchó.

Lan Zhan esperó a que fueran liberados para ser detenido, fue acusado de haber cometido crímenes de guerra, como principal ejecutor y como cómplice, en empresas que involucraban mano de obra esclava y de haber participado voluntariamente y a sabiendas en ellas. Como comandante del campo Plaszow, las cifras arrojaban una gran cantidad de muertos en sus manos.

Pero los testimonios de los exprisioneros, incluido Wei Ying, fue fundamental para que su caso fuera absuelto. No había pruebas de haber asesinado en Plaszow y desconocía la existencia de las cámaras de gas hasta días antes de liberar el campo. 

Amor tras la guerra [WangXian]Where stories live. Discover now