Capítulo final

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Habían decidido irse a Argentina para iniciar de cero. Si bien, no podían deshacerse del pasado, al menos podrían ver hacia adelante y curar las cicatrices que ese país había dejado en ambos.

Los dos comenzaron a asistir a un psicólogo. Lan Zhan pudo desahogarse y reveló los autocastigos que llevó a cabo, así como aclaraba lo que sentía en cada etapa de su vida. Sus crisis iban mejorando y la culpa que cargaba se había estado alivianando. A su vez, Wei Ying pudo superar la muerte de sus padres y visitaba una lápida con sus nombres cada mes. Mantuvo comunicación con Jiang Cheng y pensaban visitarse cada cierto tiempo.

Su vida comenzaba a sentirse con más color, podían salir y sentirse totalmente libres. Disfrutaban los días soleados paseando por la ciudad, en la playa o en un picnic en el parque.

Las heridas comenzaron a cicatrizar poco a poco. Se encontraron con rostros pasados que también habían elegido Argentina como destino. Algunos sobrevivientes del holocausto buscaban recuperar su vida antes de la guerra y otros buscaban abandonar el lugar que los hizo sufrir.

Entre esos rostros estaba el de una mujer que había sobrevivido en la fábrica de Plaszow, pero actualmente estaba tan enferma y sola que temía por su hijo. El niño tenía solo 6 años, estaba tan desnutrido que dolía el verlo, apenas comenzaban con el tratamiento y se esperaba que en unos meses hubiese mejoría.

La acompañaron hasta sus últimos momentos y, en su memoria, cumplieron la promesa de cuidar al pequeño chico como si fuese suyo. Lo criaron y cuidaron con tanto amor que los demás admiraban a la pareja. Nunca le negaron su verdadero origen y estaban dispuestos a decirle toda la verdad cuando creciera.

El día de la primera visita a Jiang Cheng se acercaba. Viajarían a Canadá durante unos días, donde Jiang Cheng decidió establecerse y, presentarían al nuevo integrante de la familia.

Para sorpresa de Wei Ying, Jiang Cheng no fue tan gruñón y jugó con el pequeño durante unas horas. Quien siempre había sido tan indiferente ante todos, ahora se comportaba como un niño de 5 años.

Jiang Cheng les hablaba sobre la cultura en la que ahora convivía, los choques culturales que tuvo en un inicio y sobre los amigos que hizo durante todo ese tiempo. Aprovechó para mostrarles los platillos típicos, los cuales encantaron a todos.

Su vida era demasiado tranquila, se refugiaba en amigos y en su nuevo trabajo.

Los días que compartieron fueron tan buenos, solo respiraban paz y tranquilidad. El ambiente era aquel en el que todos querrían estar de por vida.

Finalmente, la despedida llegaba, no sin antes un abrazo familiar que llenaba las energías de todos. Pronto, volverían a su rutina y esperarían por el próximo encuentro.

Años después se supo que, debido al estrés que manejaban cuando Alemania comenzaba a perder fuerza, hubo una serie de equivocaciones que lograron salvar al tren que transportaba a los niños que Lan Zhan mandó a Auschwitz.

Ese día, quienes entraron a la cámara de gas, eran los prisioneros más enfermos y con nula posibilidad de sobrevivir. Los vagones con los niños llegaron a otro campo, donde estarían hasta ser liberados por los aliados. En ese momento, Lan Zhan se permitió llorar y estar en paz con su corazón, esa noticia le devolvió las fuerzas que creía haber perdido.

Lan Zhan y Wei Ying permanecieron juntos, vieron a su pequeño Lan Yuan crecer y convertirse en un hombre exitoso.

Ellos seguían disfrutando de su amor tan puro y vivo como los primeros años, los detalles nunca se terminaron y murieron el mismo día, solo con horas de diferencia en el 2003. 

Amor tras la guerra [WangXian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora