dieciséis

462 52 7
                                    

Leves golpes en mi pecho se escucharon tras la confesión de mi ahora novio. Por un lado me sentía aliviado de enterarme por él, y por otro, estaba dolido.

—¿No pudiste decirle que no?—Mi voz sonaba tranquila, pero con una chispa de molestia.

—JeonGin, entiéndeme... —Tomó mis manos con desesperación y las llevó hasta sus labios para depositar un beso.— Solo quería arreglar las cosas y pedirle que nos deje en paz.

—Al parecer no funcionó...

Estaba bien, confiaba en él. Nada de lo que otras personas me dijeran harían hueco en mi cabeza, no mas inseguridades. Asentí acariciando su mejilla con la yema de mis dedos, su piel era tan suave y pálida. Me acerqué a sus labios para besar cortamente la comisura de estos. Nos separamos un poco y me sonrió, rodeando mi cuerpo con ambos brazos.

—Todo estará bien, Jinnie.

Sabía perfectamente que ese correo era sobre la fiesta, el titulo decía en grande "NO CREERÁS LO QUE HIZO TU NOVIO" vaya forma de querer llamar mi atención para que lo abra, pero él ya se había adelantado a contármelo. Jisung tenía fuertes problemas, realmente necesitaba ir a algún psicólogo.

Aunque la curiosidad me mataba, y quería abrir ese mentado mensaje, no lo haría. Mi relación con Hyunjin estaba en juego.

Hoy volvía al colegio, y hacía demasiado frío, las épocas de diciembre comenzaban a acercarse, y tras ello, recuerdos, muchos recuerdos. Las peores cosas siempre me pasan por estos días, el año pasado fue el rechazo de HyunJin, el antepasado murió mi perro, deseo que este año no sea así y pueda disfrutar del calor familiar.

Salté por la banqueta, evitando pisar las rayas. Alguien detrás de mi tomó mi brazo, jalándome hacia su cuerpo. Solté un grito.

—Soy yo, no te asustes. —Chan estaba frente a mi después de mucho tiempo evitándome, se veía nervioso y rojo de sus mejillas. Llevó una de sus manos hasta su cabello y lo despeinó. —Me gustaría hablar contigo.

—Yo... —Las razones por las que nos habíamos distanciado eran muy ajenas a mi, lo que haya pasado me tenía sin cuidado. —Está bien, podemos llegar juntos a la escuela. —Le sonreí, recibiendo otra sonrisa de vuelta.

—Creí que no querrías, te dejé solo después de todo. —Suspiró metiendo sus manos a los bolsillos de su chaqueta para calentarlos. —Pero hay una explicación...

—Lo interrumpí. —No te preocupes, no tienes por qué decirme. —Lo miré después de unos segundos en silencio. —Sé todo lo que pasó con Hyunjin y créeme que yo no tengo ningún problema. Jamás te juzgaría por algo así.

Su rostro se iluminó y sonrió con la mirada hacia el suelo, susurró un 'Gracias' casi inaudible y caminó a mi lado hasta la entrada del salón. No hubo mucho tema de conversación, pero podía sentirlo más tranquilo.

Las clases pasaron rápido, en el transcurso de las horas recibí miradas llenas de burla y crítica, nada nuevo. Extrañamente sentía que esta vez era por otro motivo, y llegó a mi mente Jisung. No lo había visto en toda la mañana, y me gustaría volver a amenazarlo con el poder de mi padre para que lo tuviera más claro, aunque este mismo ni siquiera esté enterado de la situación.

Chan me acompañaba por el colegio en busca del chico con baja estatura, pero al parecer se estaba escondiendo de mi, o simplemente había faltado. Le conté todo lo que pasó y estuvo de acuerdo con que el necesitaba urgentemente terapia.

Después de muchas vueltas, solo visualicé a Hyunjin trotando hacia mi, un poco sudoroso. Quiso abrazarme, pero me alejé. Me miró confundido y después de darse cuenta rió, pegó las palmas de sus manos a mi cara, atrayéndola hacia él y besando brevemente mis labios. Un carraspeo se escuchó en la parte de atrás, era Chan. Lo miré preocupado, pero solo me sonrió levantando ambos hombros.

—¿Son amigos otra vez?—Hyunjin caminaba ahora a lado nuestro bebiendo una bebida energética, mientras nos miraba curioso.

—Ambos asentimos. —Así es, somos amigos con un hombre en común. —Bromeó Chan provocando la risa de los tres.

—Bien, no me opongo. Mi belleza es importante y deben recordarlo. —Bufé dándole un leve golpe en el brazo. —Pero ¿A quién buscaban con tanta urgencia?

—A nadie, amorcito. —La campana sonó, salvándome de dar explicaciones. Nos detuvimos, giré para levantarme sobre mis talones y regalarle un beso fugaz en su mejilla. —Nos vemos en casa más tarde.

Se despidió con la mano sin decir nada y asintió sonriendo. Era mi ángel, tan bonito.

Había invitado a Chan para conocer a don Marce después de clases, aceptó sin pedírselo dos veces. Dijo que de niño siempre quiso tener un abuelito, y le haría feliz tener uno ahora.

Llegamos entre risas al negocio, pero se encontraba cerrado, me pareció muy extraño, mi abuelo Marcelo siempre tenía abierto.

Toqué varias veces esperando respuesta, pero nada. Después de unos minutos esperando, una camioneta se estacionó frente a nosotros. De ahí bajó una señora muy bien vestida, junto con dos niños. Después bajó don Marce con una cara demasiado triste y preocupada, me alarmé enseguida, acercándome a él y haciendo señas a Chan.

—Jeongin, mi niño. —Corrí hacía él para abrazarlo y correspondió. —Fuimos al doctor, nada malo, solo tuve una leve recaída.

—¿Se siente mejor, abuelo?—Asintió sonriente y desvió su vista a la señora que vino con él. —Gracias por traerme, hija.

—Sabes que cualquier cosa debes llamarme, papá. Por favor, no quiero que nada malo te pase. —Ella se veía preocupada, mucho como para no haber venido en el día especial de don Marcelo. —Ahora tengo que regresar a Busan, pero por favor, no te quedes callado cuando sientas dolor. —Él asintió como un Niño regañado. —Niños, despídanse de su abuelo.

—¡Adiós, abuelo! —Me separé de él para que ahora los pequeños pudieran despedirse y abrazarlo. Y así fue, uno por uno lo abrazó y se fueron corriendo agitando sus manitas. —Te vamos a extrañar mucho, dile a mami que nos traiga pronto.

—Eso depende de su tiempo, pero aquí los estaré esperando con muchos chocolates.

La camioneta se perdió de nuestra vista después de un rato, dejándonos en un silencio incómodo. No sabía si era correcto preguntar por ella.

Al parecer leyó mi mente.

—Ella es mi hija Sonia, vive en Busan. Es bastante adorable, siempre que tiene tiempo viene a verme, y es capaz de dejar su trabajo si me siento mal. —Sonrió con alegría. —¿Y ese muchachote quién es?

—Oh. —Me giré hacia mi amigo y lo jalé despacio. —Él es Chan, mi amigo del que le conté.

—¡Mucho gusto!—Estrechó su mano y palmeó su hombro. —Me alegro que se hablen de nuevo, mi niño estaba muy triste.

Me sonrojé.

—El gusto es mío, créame que también estoy feliz por haber recuperado su amistad.

Después de un rato comiendo y escuchando anécdotas del señor Marce, quien nos había invitado a almorzar dentro de su hogar; nos despedimos y cada quien tomó rumbo a su vivienda. Más o menos habíamos estado dos horas ahí, el tiempo se pasaba volando con el abuelo.

Llegué a casa después de unos minutos en autobús y Hwang Hyunjin ya se encontraba ahí con una flor entre sus manos, era recién cortada, así que supongo la arrancó del jardín de la señora que nos caía mal por envenenar a su perro hace tres años. Reí travieso caminando hacia él para colgarme de sus hombros.

—Una flor, para otra flor.

I don't like your face © Hyunin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora