dieciocho.

365 41 3
                                    

Los días pasaban muy lento y yo solo tenía cabeza para pensar en lo mucho que extrañaba a mi novio. Era cierto. Se había ido por dos semanas a su lugar natal y yo ahora mismo solo le mandaba fotos de mi cara haciendo muecas graciosas para que no se olvidara de él bonito novio que tiene esperando aquí.

Suspiré sentándome en el borde de mi cama recuperando la sangre que se había ido a mi cerebro por estar con la cabeza hacia abajo. Veía puntos raros por todos lados, pero creía que era normal al estar tanto tiempo en una posición tan incómoda. Era ahora o nunca. Debía llamar a
HyunJin.

—Qué onda.

—Basta de llamarme, JeonGin.

—¿Por?

—Con esta ya van cinco veces que me marcas en las últimas dos horas. No es gracioso después de la tercera vez.

—Es que te extraño mucho. —antes de retomar la palabra.— Estuve practicando
posiciones pervertidas para cuando regreses.

—Tsk.

— ¡En serio! Dejaremos de ser vírgenes.

— ¿Quién dijo que yo aún lo era?

—Fingiré no haber escuchado eso. —Aclaré mi garganta y pegué varias veces el puño en mi pecho.— De todas maneras, conmigo es un borrón y cuenta nueva.

—Está bien, loquito. Me tengo que ir, trata de no volverme a marcar. Yo te llamo en la noche, ¿está bien?

—Síp. Adiós, terroncito de azúcar.

—Qué feos apodos. —De lejos pude escuchar una voz masculina y risas. Estaba seguro de que era su hermano burlándose de él. Reí también y colgué. 

Bien, ahora, ¿qué debía hacer?

El sol estaba demasiado intenso y mis piernas sudaban. Era demasiado asquerosa la sensación de caminar y sentir sudor por todas partes, pero eso no me detendría a llegar a casa de don Marcelo para aprender a jugar ajedrez. No sabía si don Pedro o don Gustavo estarían con él, pero me encantaría vencerlos a los tres. Eran unos veteranos. 

La bolsa de frutas frescas que llevaba para mi abuelo sustituto se habían caído con gran impacto al llegar a su casa y observar la aterradora escena. Llevé ambas manos a mi boca para callar el grito que quería salir con fuerza de mi boca. Esto no estaba pasando, no era verdad. Corrí cogiendo de nuevo lo que se me había caído y fui directamente al chico que se encontraban apuntándole con un cuchillo a don Marcelo para robarle el poco dinero que tenía de la venta de sus dulces.  Saqué la sandía con un ágil movimiento y la estrellé contra su cabeza, haciendo que se partiera en dos y manchara mis manos. El chico cayó desmayado y sonreí victorioso. 

—¡Don Marcelo! ¿Está usted bien? ¿No le hicieron daño?— Me acerqué más a él y lo miré de pies a cabeza, asegurándome de que no tuviera algún golpe o cortada. Él me miró sorprendido y negó varias veces. 

—¡Lo que hiciste fue muy peligroso! Llamaré de inmediato a la policía para que vengan por este muchacho. —No esperó mi respuesta. Levantó su vista para buscar el teléfono y al verlo lo tomó entre sus manos temblorosas para comenzar a marcar. 

—Lo siento mucho. —Miré hacia abajo y entristecí al notar que las frutas estaban todas en mal estado. —Fue la adrenalina. Cuando volví en mi, él ya estaba en el suelo desmayado. —Suspiré y me senté a su lado, recargando mi pie en la cabeza del chico golpeado. 

Don Marce terminó de hablar y me miró con una sonrisa divertida. 

—Ese novio tuyo es muy débil para ti. —Se echó una gran carcajada y al entender por qué lo decía me uní a él. Realmente este lado mío apenas lo iba conociendo, jamás imaginé poder noquear a alguien con una sandía. 

—Sí, bueno... —Pensé en cuándo había sido la última vez que vi a HyunJin pelear. Él era bueno, le pateaba el trasero a cualquiera. Ahora no estaba seguro de si podría pateármelo a mi. —Tendré que retarlo a un cuerpo a cuerpo. Será divertido. 

Don Marcelo alzó sus dos pulgares.

El chico de cabellos oscuros y largos comenzó a moverse torpemente abajo de mi. Presioné mi pie con más fuerza contra su cabeza para obligarlo a que siguiera en esa posición hasta que llegaran la policía. 

—Ugh. Te mueves como gusano en sal. —Lo dejé en paz cuando me di cuenta de que un auto con luces de colores se estacionó frente a nosotros. Al fin se había aparecido la autoridad. 

—¿Qué fue lo que sucedió? —El señor de traje con bigote gracioso se posó frente a nosotros para hacernos un par de preguntas. Giré los ojos al notar que el delincuente me miraba con asombro. No sabía si le había impresionado mi belleza o me conocía de alguna parte. 

—Cuando llegué el chico le apuntaba a Don Marcelo con un arma súper peligrosísima para robarle todo su dinero. —Hice la forma de una pistola con mis dedos y apunté a mi abuelo actuando la escena. —No supe qué hacer así que corrí con la sandía que le había traído a mi abuelo para comer. —Lo miré con odio otra vez y suspiré volteando a ver al señor frente a mi. —Se la estrellé en la cabeza. —Encogí mis hombros quitándome un peso de encima por haber confesado la verdad, pero a la vez restándole importancia.

Él abrió los ojos mirándome con curiosidad y luego se carcajeó. 

No entendía. 

—Está bien. —Guardó las notas que había hecho en su pequeña libreta y esposó al chico para llevarlo dentro de la patrulla. —¿Cuál es tu nombre?

—¿Yo? Yang JeonGin...

Me interrumpió. 

—Hablo del delincuente. 

—Eren. 

—Oh. My. God. —Chillé levantándome para mirar el cierto parecido que tenía... —¡No puede ser! —Volví a gritar ahora tomándolo del rostro inspeccionándolo. —¡Como Eren Jaeger de Shingeki no Kyojin! 

—Joven, déjelo en paz o también irá preso. —Lo solté y seguí mirándolo. Realmente era impresionante el parecido que tenía al personaje de aquél anime. La única diferencia era el color de ojos, claro. Nadie jamás podrá igualar el color verde que aquellos profundos ojos que me miraban y desnudaban el alma.

El día pasó rápido después de eso. Ese tal Eren no salía de mi cabeza. Me preguntaba si al fin el universo me había escuchado y me mandaron a un bombón de anime para que se enamorara de mi. Bufé al recordar que eso solo pasaba en novelas y que mi novio era Hwang HyunJin. 

Después de todo sí logré vencer a Don Marcelo y a Don Gustavo ese día jugando domino. El ajedrez no era lo mío. 

Caminé directo a mi casa revisando mi teléfono por quinta vez en lo que transcurría de la última hora. No había ningún texto de Jinnie, tampoco llamadas. Es un olvidador de novios guapos y carismáticos.  

La distracción había provocado que chocara con alguien no tan alto como yo. Miré hacia arriba encontrándome con la mirada enojada de JiSung. 

No puede ser. 

Qué pedo con su panza. 

I don't like your face © Hyunin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora