CAPÍTULO 7 NUEVO INTENTO

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Sergey.
Estoy en shock. Mi teléfono empezó a mandarme notificaciones, una tras otra, no les di importancia, iba de camino a casa, pero ahora que estoy en la sala esperando que Marcela me sirva el vino que me ofreció después de la cena, acabo de abrir los mensajes y no puedo creer lo que veo. Son varias fotografías, de varios días, en ellas se aprecia como mi esposa y su ex se han estado reuniendo, eso es lo de menos, ya lo sabía, ella misma me lo contó y me dijo que si tenía algún inconveniente en que se reunieran no lo haría, también sabía el motivo recuerdo perfectamente el momento en el que me lo contó. Fue el día de nuestro primer encuentro con los padres del novio de mi hija, veníamos de regreso a casa y ella estaba sumamente nerviosa, luego empezó a llorar en el auto y supe que algo no andaba bien, me detuve y hablamos. Nunca ha habido secretos entre nosotros, es por eso que existe confianza entre ambos, sin embargo, lo que estoy viendo me ha sacado de control.

Es ella abrazada a ese hombre, parecen estar muy a gusto, incluso ella tiene una sonrisa en el rostro, en otra foto él también se ve feliz.

Miró las imágenes frustrado, no niego que me muero de celos, ese hombre fue su esposo, y me vuelve loco el pensar que ella estuvo enamorada de él, y que en otro tiempo le dio todo lo que me ha dado a mí. Sé que soy egoísta, pero quisiera que solo hubiese sido mía, sobre todo porque ese idiota la lastimó y no valoró lo que ella era.

Estoy tan ensimismado que no me doy cuenta de su presencia, hasta que la tengo asomándose por encima de mi hombro y soltando un gritó ahogado.

Las copas caen de sus delicadas manos y se estrellan en el suelo.

Ella no hace el intento de recoger los fragmentos esparcidos por todos lados. Yo me incorporo de inmediato y luego de cerciorarme de que no se hizo daño, procedo a recoger los vidrios, al menos los de mayor tamaño. Los deposito en el cesto de basura, es entonces que reparo en que ella no se ha movido de su lugar, solo ve mi teléfono que descansa sobre la mesita, con consternación.

En él se aprecia una foto en donde están ella y su ex abrazados, pero pareciera que se están besando.

Antes de que ella diga nada, me acercó y la tomo entre mis brazos.

_ Será mejor que dejemos el vino para otro día. - digo intentando distraerla, pero ya es demasiado tarde.

_ Yo no sería capaz de hacerte eso. - dijo consternada. _ si pensara hacerlo, antes lo hablaría contigo y luego me iría.

Sus palabras fueron como espadas traspasando mi corazón, me estaba diciendo que no lo había hecho, pero que si se daba el caso lo haría, lo que me decía que quizás todavía seguía enamorada de él, pero aún no estaba segura de sus sentimientos. Aun así, me sobrepuse y tomando su bello rostro entre mis manos, la miré a la cara.

_ Lo sé. - dije. _ sé que no lo harías. - la miré directo a los ojos, y me perdí en su mirada, en ella encontré temor, temor a que no le creyera, pero luego cambió a amor, amor en toda su expresión. No pude contenerme y la besé, la besé con toda la ternura de que fui capaz, no quería perderla y no lo iba a hacer. Sabía que esas imágenes eran falsas tan solo por quien me las había enviado, pero sin importar su procedencia, el que mi esposa estuviera en los brazos de él, no significaba nada, más que él la estuviera consolando y si era así, esa sonrisa era falsa, porque ella no reiría en una situación como en la que se encontraba ahora. Por lo tanto, estoy seguro de que todo se trata de un montaje y tarde o temprano lo desmantelaré.

Melisa
Estoy furiosa, nada de lo que he ideado por hacer quedar mal a esos dos ha dado resultado, en estos momentos me encuentro en el tocador del restaurante a dónde hemos asistido todos, Roger, mi hijo su noviecita, Marcela y su esposo.

Me he tenido que aguantar los celos por ver cómo el idiota de Roger la mira, el debió haber sido mi esposo y no lo fue por culpa de ella, ahora solo me queda conformarme con que me incluya en las actividades familiares como esta, ahora que mi hijo se casa, de lo contrario seguro no estaría aquí, si por él fuera, y también me he tenido que aguantar la rabia de ver cómo ese tremendo ejemplar de hombre que tiene por esposo, también muere por ella, no soporto ver cómo la mira, como está atento a sus deseos, como se esfuerza por mantener su atención, que diera yo porque Roger me prestará la cuarta parte de atención que ese hombre le da a ella y aparte de eso, también tener que soportar ver cómo su hija la adora y se desvive por ella, incluso mi hijo está atento a lo que necesite. Estoy harta de todo esto, me largaría en este instante de aquí, pero no le daré el gusto.

De alguna forma me he de vengar de todos ellos, y ya sé de qué manera.

Roger me acaba de confesar que esa niñita consentida no es nada más y nada menos que su hija, lo que me pone aún más furiosa, el me aseguraba cuando estábamos juntos, que ya no tocaba a su mujer, que no la soportaba, ahora entiendo por qué terminó conmigo aquel día, según él se había dado cuenta de que aún la amaba y quería seguir a su lado, aun cuando yo estuviera esperando a su tan ansiado hijo.

Me repetía constantemente que la fiesta de aniversario era solo para darle gusto a sus padres, pero que ya no había nada que celebrar.

Maldito mentiroso, ¿cómo me fui a enamorar de él? Caí en mi propia trampa, lo único bueno de todo esto es que sigo viviendo a su costa, aunque no pueda darme los lujos que yo quisiera y que apenas si alcance a llegar a fin de mes, pero al menos no tengo que trabajar y de vez en cuando tengo ciertos privilegios por ser la madre de su hijo, como que me incluyan en ciertos viajes de vacaciones, o como éste para conocer a los padres de su novia. Menudo fiasco me llevé.

Los miro de lejos, todos ríen celebrando algo que han dicho, que bien, que rían, porque pronto serán lágrimas las que adornen esos rostros felices y no esas tontas sonrisas que ahora presumen.

AMOR SIN FRONTERAS/ No. 2 De La Serie: AMORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora