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—Olivia, por favor, vigila a las gemelas un segundo —le pidió Eva mientras peinaba rápidamente el pelo de Alex en coletas.

Elena y Olivia llevaban ya tres semanas con Eva y las niñas. Después del funeral, Eva decidió que había llegado el momento de mantener a Santi en su corazón para siempre, pero de tirar para adelante por sus niñas, y Elena estaba siendo de gran ayuda. Cuidar de gemelas de cuatro años era un reto, y aunque Eva intentaba adaptarse lo más rápido posible a ser madre soltera la ayuda de Elena e incluso de Olivia estaba siendo increíble.

Natalia intentaba ayudar todo lo que podía. Compraba comida y sacaba a las niñas a pasear cuando no trabajaba, aunque esa semana no había estado en la casa en absoluto porque ella y Alba estaban en una operación secreta.

—Estoy harta de esta operación —se quejó Natalia por sexta vez, tirándose en el sofá sucio en el que había estado durmiendo toda la semana.

—Oye, si estás harta, me buscaré otra novata. Te aseguro que cualquiera de ellas correrá ante la oportunidad de una operación encubierta tan pronto en sus carreras —Alba siguió anotando en su libreta sobre lo ocurrido la noche anterior.

—Lo siento, estoy cansada y quiero ver a mi familia.

—Nat, lo sé, pero esto tiene que terminar pronto. Se han denunciado 15 violaciones en 5 días, todas en este mismo club, no puede haber parado de repente.

—¿Y si solo eran turistas de paso y ya no están aquí?

—El detective Jameson dijo que si no encontrábamos nada para el sábado por la noche, se acabaría, son dos noches más, y yo al menos me estoy divirtiendo. Pensaba que tú también.

Y, por supuesto, que se lo estaba pasando bien. Alba y ella solo tenían que pasar toda la noche en el club bailando y divirtiéndose juntas. Se lo estaban pasando en grande a pesar de que cada palabra pronunciada era escuchada por tres agentes en un camión aparcado detrás de la entrada trasera.

—Sabes que yo también me estoy divirtiendo. Si pudiéramos tomar alcohol de verdad, sería aún mejor, pero entiendo que no hay que alterar nuestro juicio.

—Me alegro de que lo entiendas —se burló Alba, lanzándole el bloc de notas—. Mira a ver si me estoy perdiendo algo.

Natalia fingió leer algo y miró a Alba, que se estaba preparando para ducharse. —Disculpe señorita oficial de entrenamiento, se ha olvidado de algo realmente importante.

—¿Qué? ¿Hablas en serio? Lo he leído tres veces —Corrió en su toalla, agarrando de nuevo el cuaderno y leyendo rápidamente sus notas.

—Te olvidaste de escribir sobre la increíble mujer con la que bailaste toda la noche.

—Idiota —le lanzó el cuaderno de nuevo a Natalia, y tras sacarle la lengua como una niña de tres años, corrió de nuevo al baño.

Al poco tiempo, Nat oyó correr el agua y decidió llamar a Jackson para ver cómo estaba, pero para su sorpresa, no fue él quien cogió el teléfono.

—Buenos días, hermano —cantó al teléfono.

—Soy yo, tía Nat —Rápidamente reconoció la voz de su sobrino menor, pero estaba desconcertada porque estaba casi 100% segura de que el colegio había empezado unas tres horas antes.

—¿Por qué no estás en el cole? —Le preguntó.

—Teníamos una excursión a la sede de la policía de Nueva York, pero papá no quería que fuera, así que estoy en casa haciendo algunos deberes.

—Emm... ¿Cómo es eso? —Natalia podía entender un poco el razonamiento de su hermano para no dejar que Peter fuera a la excursión, pero pensó que la medida era un poco excesiva.

Hasta que nos conocimos | AlbaliaWhere stories live. Discover now