Esto está mal

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Aquel 24 de noviembre era una mañana temprana para Natalia, pero estaba tan emocionada por volver a trabajar con Alba después de tres semanas que ni siquiera le importó que sus sobrinas corrieran desnudas, sin ceder a que las vistiera para ir al colegio.

—Niñas, voy a contar hasta tres. Si no estáis con la tía Natalia cambiándoos, no tendréis los iPads esta tarde — comenzó a contar Eva desde el baño donde le estaba haciendo una trenza a Alex.

Las chicas tardaron medio segundo en llegar con su tía, y en un santiamén estaban vestidas y listas. Mientras desayunaban, Eva y Natalia se sentaron en el sofá, bebiendo sus tazas de café mientras mantenían una charla rápida.

—¿Cómo te va? —Preguntó Natalia, buscando una respuesta sincera de su cuñada, que podía ver que estaba extremadamente cansada pero que seguía estando increíblemente guapa.

—Estoy cansada —rió con ojos tristes—, y echo demasiado a tu hermano, pero lo estoy superando.


—Creo que eres la persona más fuerte del mundo —dijo Natalia con sinceridad, mirando a las tres pequeñas monstruas desayunando.

—Las estoy sacando adelante, que ya es bastante —miró el reloj de la pared y se levantó rápidamente—. Llegamos tarde, a ponerse los zapatos y al coche. 

—¿Quieres que las lleve al colegio, Eva? —Preguntó Natalia, viendo lo estresada que se había puesto Eva en pocos segundos.

—Pensaba que Alba te recogería aquí.

—Así es, pero estoy segura de que no le importará acercarlas al cole.


Eva terminó diciendo que sí, y Alba quiso matar a su amiga cuando la vio de pie en el umbral de la puerta con tres asientos para niños listos para ser colocados en su coche.

—Alba —gritó Alex, corriendo a sus brazos. Alba la abrazó con fuerza, dándole un beso en la frente seguido de un abrazo de cada una de las gemelas.

—Lo siento mucho —susurró Ali, dejando un rápido beso en su mejilla mientras llevaba los asientos del coche a los asientos traseros.


Acabaron llegando tarde, pero como era el primer turno de Alba de vuelta, la excusaron. 

Llevaban unos minutos conduciendo en silencio a la espera de una llamada.

—Te he echado de menos —dijo Natalia con sinceridad, mirando a su compañera, que estaba muy concentrada mientras conducía por las concurridas calles.


—Has venido a mi casa todos los días, Lacunza —rió con esa hermosa sonrisa que hacía que Natalia se volviera loca—. Es imposible que me hayas echado de menos.

—Lo dices como si no hubieses querido que fuera todos los días —fingió ofendida, lo que solo provocó que Alba se riera aún más.

—Nunca he dicho eso.


—Oh Natalia, me aburro muchísimo. Por favor, ven a ver Friends conmigo... por favor, te lo ruego —Natalia fingió ser Alba llamándola básicamente todos los días de su baja.

Recibió una suave bofetada de ella cuando llegaron a un semáforo en rojo.

—Eres muy graciosa —Alba fingió reírse pero rápidamente convirtió su sonrisa en un ceño fruncido haciendo que Natalia rompiera a reír.

Respondieron a algunas llamadas menores, y cualquiera que las viera podía ver que estaban realmente felices de volver a trabajar juntas después de casi un mes separadas. Pero esa felicidad pronto iba a transformarse en una llamada realmente inquietante.

Hasta que nos conocimos | AlbaliaOnde histórias criam vida. Descubra agora