Labíos

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Alba

Natalia y Alba estaban de vuelta en el trabajo. El primer turno de vuelta, Alba llegó al trabajo un poco antes y fue a hablar con la sargento Wells para cambiar de pareja, pero a ella no le gustó la idea.

—María, solo emparéjame con cualquier otro, yo... No funciono bien con Lacunza —


Alba y María habían tenido una breve relación cuando Alba se trasladó por primera vez a la comisaría. No había terminado mal y eran buenas amigas.

—Sabes que si cambio a Lacunza por una petición personal, tengo que informar al capitán, y las dos seréis interrogadas.

—¿No puedes cambiarnos para que conozca a otro agente? No sé, María, por favor, hazlo por mí 

—A Alba no le gustaba utilizar su antigua relación para conseguir algo, pero tenía que cambiar de compañero, no se centraba cuando iba con Natalia.

—Dime por qué.

—¿Por qué qué? —Sabía lo que quería que le confesara, pero no iba a hacerlo, no se había enamorado de ninguna de sus compañeras. No le gustaba ser ese tipo de persona.

—¿Por qué quieres cambiar de pareja? Todos los informes que he leído indican que trabajáis muy bien juntas, son leales, seguís las normas y, por vuestra edad y apariencia, hacéis una pareja increíble para el trabajo encubierto.

—Siento que no le estoy enseñando como debería.

—No puedo cambiarte sin dar un informe oficial Alba —dijo con el ceño fruncido, María quería ayudar a su amiga, acababa de ser ascendida y quería que sus agente confiaran en ella y contaran con ella, pero no podía hacer ese favor a Alba porque tendría que reorganizar todo y cambiar a otra pareja que probablemente no quería cambiar.

—Bueno, eso es genial —Alba se mordió nerviosamente el labio, dándose la vuelta para mirar por la ventana donde vio a Natalia riéndose con algunos de sus compañeros de trabajo.

—Alba, si hay algún problema, habla con Lacunza, parece una gran chica, y parecéis trabajar muy bien. Estoy segura de que podréis solucionarlo, y si al final del turno sigues pensando que no hay solución, pondré tu petición e intentaré que se solucione sin llamar demasiado la atención, pero el nombre de Lacunza en cualquier informe será mirado con mucha más precisión que cualquier otro.

—Sí, gracias, María —sonrió a su amiga y salió de la habitación, dirigiéndose a los vestuarios donde se encontró con Natalia, que se estaba cambiando.

—Hola —Alba vio lo nerviosa que estaba Natalia al verla. Desde que recibieron la noticia de que iban a volver al trabajo dos días antes, no habían hablado a pesar de que podían hacerlo—. ¿Cómo es que estabas con María?

—Solo tenía que hablar de algo. Cámbiate rápido, te espero en el coche —y con eso, se fue tan rápido como había entrado, dejando a una Natalia realmente confundida abrochándose la camisa.

La semana pasó sin apenas conversación entre ellas. Dejaron de verse fuera del trabajo, y cuando hablaban en el trabajo, era solo sobre el trabajo en sí. Alba hacía lo posible por no dejarse tentar por la cara de confusión de Natalia, sabía que debía darle una explicación, pero sabía que si la miraba, no sería capaz de explicarlo. Pero Natalia no iba a ser paciente mucho más tiempo.

Alba estaba comiendo una pizza enorme sola cuando un insistente golpeteo en su puerta la hizo ir lentamente a por su pistola, pero antes de que pudiera abrir la caja fuerte, se dio la vuelta.

Hasta que nos conocimos | AlbaliaWhere stories live. Discover now