Girasoles para un omega.

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Los girasoles eran una buena opción para retratar. Steve tenía singular simpatía por esas flores pues le hacían recordar a su madre, siempre estaba brillante como ellas. Buscando la luz de un nuevo mañana. 

También fueron las flores que llevó para su última cita, con una mujer llamada Olivia, no llegaron a nada porque, según ella, se sentía demasiado vieja a su lado.

Qué podría decir, los ochenta eran una época muy rara. Cambiaron muchas cosas, la sociedad también. El cambio más grande, que al menos el noto, fueron los derechos de los omegas. Cosa que le agrado pues no le gustaría ver a otro chico o chica en la situación de Arnie. De quien por cierto nunca más volvió a saber, pero quedó grabado en lo más profundo de su ser. Como una promesa a nunca hacerle algo similar a sus hijos. Sin importar su casta, alfa, omega o beta.

Era sorprendente ver cómo la sociedad iba cambiando cada década.

El rubio miró el desastre que era. Estaba manchado de amarillo y otros colores característicos de un girasol.

Tendría que sacarle todo el provecho posible al tiempo si quería llegar a la casa de los Stark a tiempo.

No se perdería su fiesta de bienvenida.

Ya que, después de sus largas vacaciones en Italia, decidieron regresar al país.

***

Steve estuvo a punto de reírse al momento en el que Howard le dio la mano de su pequeño hijo omega de dieciséis frente a todo el grupo de personas expectantes a su respuesta.

Pero cuando vio la cara sería del mayor se contuvo.

—Por favor. Sé que eres el mejor partido para él, si no aceptas lo comprometeré con otro alfa.

Steve lo miró molesto y bajito le susurro, esto es chantaje emocional.

No podía ser menos, no cuando Howard sabía él estima que le tenía.

Es decir, no había visto al chico crecer, estuvo la mayor parte del tiempo ocupado en su vida. Ya era muy sorpresivo que regresarán así de repente y solo para decirle que quería que su hijo de dieciséis años se comprometiera con él. Alguien que tenía 68 malditos años.

Algo como lo que le hicieron a...

El capitán avanzó hacia la casa y le pidió amablemente conversar.


—¿Has perdido la cabeza o te golpeaste muy fuerte?-cuestionó el rubio. 

—Está situación tampoco me hace feliz, Steve. Sin embargo, es necesario.

—¡Howard literalmente le triplicó la edad a tu hijo!

—¡Lo sé, Steve, lo sé! —Howard rebuscó algo en su escritorio que finalmente encontró y apuntó contra Steve. —¿Ves esto? Es un arma, Steve y no me importa que seas un maldito tesoro nacional no dudare en disparate si te pasas de listo con mi hijo.

—¿Qué? ¿Qué demonios? ¿Eres una clase de bipolar? —grito sintiendo como era atacado por otro alfa.

—Escúchame Steve, no puedo darte razones ahora. Solo... Tienes que hacer esto, por favor, si realmente me estimas a mi o mi hijo. Te pagaré, te lo juro, todo, si quieres todo, todo te lo doy. —suplico.

Con otros, se refería a los militares, esos alfas asquerosos que no tardarían en hacer a Tony cumplir su labor como omega, o eso imagino Steve. Tratándose de Howard no lo haría, pero si serviría como amenaza para impulsarlo a decir si. 

Y Steve simplemente no podía imaginar a Tony siendo sometido y tomado por otro alfa que no vería lo que realmente era. Un niño.

Steve aceptó suspirando y el mayor de los Stark salto y lo abrazo de emoción. Al parecer los gritos alarmaron al omega que ahora estaba en la puerta mirando al rubio que se le hacía vagamente familiar.

El chico castaño tembló asustado por la imponente figura del alfa que no conocía personalmente, es decir, era su fan. Del Capitán América, pero no conocía en absoluto a Steve Rogers.

Arnie [Stony]Where stories live. Discover now