Vergüenza.

1.8K 262 46
                                    


Se pregunto cómo su pequeño hermano podía estar intimidado por aquella niña. Debía tener unos 18 años, media por lo menos 1,60cm y pesaba máximo 50 kilos. Eso sin mencionar su apariencia. Su cabello era largo y de un suave rosa, sus ojos grandes y verdes, a su parecer, Sakura era la versión humana de un pequeño conejo inocente.

Eso lo hizo sospecha, porque ¿Qué podía haber hecho aquel pequeño conejito contra su hermano que lo tuviera tan acobardado?

¡Pero por dios! Incluso su vestido era blanco y largo, ¿Cómo podría intimidar a alguien algo tan pequeño? Seguro Sasuke estaba siendo exagerado, o quizá, tenía miedo de enfrentarse a los hermanos de ella, eso era más lógico.

Su madre había decidido que saldrán a recibirla, y que ellos la acompañarían, lo cual, era todo un acontecimiento, no todos los días la reina y príncipes salen a recibir a un invitado.

La rosada le había sonreído a su mala, de una forma grande y abierta. Nunca había visto a alguien sonreír así, incluso utilizando los ojos, con tan sincero cariño.

Por primera vez Itachi enfoco su atención sobre una mujer, y no es que no le interesaran, sino que, él era el heredero de un reino, el cual tenía que aprender a controlar y dirigir, no tenía tiempo para nimiedades como observar mujeres, por más hermosas que fueran.

Sin embargo, aquella pelirosa había desperado su curiosidad.

El tono de sus ojos era un verde puro, sin manchas o aureolas de otro color; no utilizaba ningún tipo de joyería ostentosa -como sabia acostumbraban a usar las chicas de su edad-, solo portaba un pequeño collar con el espiral Uzumaki; sus zapatos no tenían tacón, ni estaba usando un corsé, por lo que asumió que su pequeña cintura esa suya y no una ilusión por una prenda que apretaba su torso; incluso observo la forma en la que su sonrisa se mantuvo en el tiempo, y desde su perspectiva, iluminaba el lugar.

La Uzumaki fue invitada a tomar el té con la reina y los príncipes, para esperar la cena y la llegada del rey, el archiduque Minato y los hijos de este.

Por primera vez desde que tenía uso de la razón, Itachi comenzó a repasar en su cabeza las reglas del té que estaba seguro habían intentado enseñarle, pero nunca había tomado el trabajo de aprender. Definitivamente no quería hacer el ridículo frente a esa hermosa chica, no sabía porque, pero le daba vergüenza el solo pensar en exponerse de forma desprolija frente a ella. Pero por mucho que lo intentara no lograba recordar nada, su cabeza estaba en blanco.

La tenía al frente, y ella parecía ser tan delicada, se movía despacio, pero segura. Levantaba la taza de té y la dejaba sin hacer ruido ni volcar su contenido sobre el pequeño plato -que a sus ojos eran inútiles, pero aparentemente tenían un motivo para estar-, incluso había mantenido su espalda recta y brazos cerca del torso, durante todo el tiempo que llevaban ahí sentados, y estaban hablando de horas.

A su diferencia, y la de su madre, el desempeño de Sasuke y suyo había sido lamentable, no recordaban ninguna regla, por lo que ambos habían tratado de copiar a las mujeres, pero no había resultado siquiera similar. Habían volcado el té, no una sino cuatro veces, se habían comido todos los bocadillos sin compartir con la invitada, incluso su hermano – y agradeció que no fuera el mismo- se había quemado y había escupido el contenido de nuevo a la taza.

Las mejillas de Mikoto estaban furiosamente rojas de la vergüenza, y las de sus hijos también. Pero Sakura no parecía que mencionaría ninguno de los altercados, dando gala de sus modales, había mantenido la conversación sin distraerse ni prestarle más de un segundo de atención a cada altercado – lo cual era impresionante de por sí, porque habían sido muchos-, incluso magistralmente había incluido a los hermanos en la conversación en muchas ocasiones para que estos no se sintieran tan incómodos, hablando de temas como política y estrategia, haciendo alusión a que era gracias a su familia que lograba conocer sobre ellos y dar buenas respuestas.

Sakura parecía ser la perfección hecha mujer, y él nunca había estado tan avergonzado de sí mismo.

Al pasar dos horas, llegaron los miembros faltantes de cada familia, y se dirigieron a la cena, donde nuevamente la situación se repitió. Esta vez incluso Sasuke sintió pena de su desempeño, porque hasta el escandaloso y desordenado Naruto había logrado mantener todos los modales que se esperaban de un educado heredero de alta alcurnia.

Las conversaciones habían sido llevaderas e incluso interesantes. Los demás parecían ignorar lo ridículos que se veían los herederos al trono, intentando copiar de forma desesperada cualquier comportamiento que sus ojos captaran, incluso él mismo creyó en algún punto que lo estaba haciendo mejor, hasta que de la nada Mikoto se puso de pie.

Sin entender porque, vio que todos en la mesa pararon de comer excepto él y su hermano, por lo que en un intento de camuflarse en el mundo de la educación también se detuvo dejando a su hermano solo.

Vio a su madre prácticamente correr al lado de Sakura para tomarla de las manos a dejarse caer en el suelo.

- Te lo ruego Sakura-chan, debes entrenar a mis hijos-

¿Escucho mal? ¿Su madre había dicho entrenar, así como a un perro?

- Reina Mikoto, por favor póngase de pie- Se exalto la joven que, agarrada de las manos, también se bajó de la silla al suelo quedando ambas sentadas entre los vestidos que se desparramaban como agua a su alrededor. ¿Acaso hasta eso podía hacer ella luciendo tan delicada y prolija? ¡Mierda!

- Sakura-chan, mis hijos son un desastre, me avergüenzan siempre- las mejillas de los herederos al trono están rojas- Ayúdame por favor, incluso te daremos la mayor medalla del imperio, la de tu madre y Fugaku-kun, por salvarnos del desastre que provocaran si alguno llega al trono sin aprender modales. -

La rosada soltó una pequeña risa, y con las mejillas del mismo color que su cabello, le respondió que era sumamente excesiva tal medalla solo por enseñar modales, y que se conformaría con el honor de haber sido su profesora.

Itachi volvió a maldecir internamente, si era chica seria su profesora ya se imaginaba las vergüenzas que pasaría frente a ella y quería morir. Estaba acostumbrado a ser alabado por mujeres, no pasar bochornos frente a ellas.

La reina le agradeció una y otra vez aun ambas en el suelo del comedor. Mientras tanto, los hombres en la mesa hacían contacto visual. Su padre y el archiduque veían a los hermanos Uchiha con pena, igual Naruto y Pain, que sus ojos decían que sabían a lo que se enfrentarían y que estaban angustiados por ellos.

- Si ella es la mitad de lo que fue Kushina, ojalá salgan vivos de esta- dijo el Rey, esta vez, si personándose, como si les diera el pésame.

- Espero Kami los tenga en su gloria y gracia, y los ayude a atravesar eso mi amigo- Había conocido a el hombre de cabello naranja que se encontraba sentado a su lado toda su vida, y nunca lo había visto mirar con tal desesperanza a nadie con sus ojos violetas. – Si sirve de algo, no dejes que te golpee, y a ella le gusta el chocolate. -

¿Qué podía tener aquella joven, que lograba intimidar a algunos de los hombres más poderosos del imperio? 

Los modales hacen al hombre. ItaSaku.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora