No tan malditos todos.

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Durante dos días Itachi fue la sombra de la pelirosa, al punto de que incluso mientras ella se bañaba el Uchiha estaba parado en la puerta del otro lado. Incluso el medico imperial se sintió intimidado por su presencia mientras hacia los chequeos correspondientes.

Por suerte, solo un par de raspaduras acontecidas durante el secuestro puntualmente y las bofetadas se Sasori eran todas las heridas sobre su cuerpo.

El ducado Senju se deshizo en disculpas, pero poco le importo aquello a Itachi, no permitió que nadie se acercara a la habitación de la joven Uzumaki, apenas su padre y hermano mayor fueron admitidos.

Tsunade lloro por todo lo sucedido, y rogo por el perdón de su hijo y que la dejara ver a la pelirosa, peor tampoco fue escuchada. No podían juzgarla, que no haría una madre por su hijo después de todo.

El pueblo festejo porque su princesa fue hallada sana y salva, y se le enviaron miles de cartas y obsequios. La reina Mikoto calmo su pesar al enterarse que la niña estaba bien, y Fugaku por fin pudo respetar mas tranquilo.

Finalmente, la servidumbre mimo a la pelirosa, cocinando sus platillos favoritos, trayendo jabones nuevos para sus baños y cociéndole vestidos cómodos para dormir.

Eso duro una semana completa, cuando Sakura no pudo aguantar más; las atenciones ya eran molestas, y eso si no mencionaba el hecho de que estaba literalmente encerrada en su habitación bajo orden expresa de Itachi. El muy maldito incluso puso cuatro guardias en su balcón, el lugar era pequeño y los pobres apenas cabían en el espacio.

Suspiro y se puso de pie con decisión. Iría a la oficina, tenia cartas que responder, pediría informes a la academia y sobre todas las cosas, quería resolver el tema de Sai. Era culpable, lo sabía, pero la había salvado, y no podía dejar eso de lado.

Miro el vestido que tenía puesta, era un camisón de seda, Kokoro, la mujer que hacia la ropa del castillo se lo había mandado junto con otros más, eran sencillos y coquetos. Le llegaba casi a los tobillos y era mangas largas, por lo que estaba calentita. Se coloco unas pantuflas que Rue le dejo a mano y se envolvió en un chal de lana.

Llego a la puerta y hasta ahí fue lo mas lejos que pudo ir antes de ser interceptada. Acortando la situación, simplemente se le repitió lo mismo que venían diciéndole desde hacía días ya, que no tenia permitido salir, que era por su seguridad, etcétera, etcétera.

A los únicos que había visto desde que volvió era a la familia imperial y a su padre y hermano, de ahí en más, no habían permitido ni que Ino entrara. Y por si se lo preguntaban, si, su preciosa y rubia amiga lloro y pataleo para que le permitieran entrar, pero nuevamente maldito Itachi, que le había prometido tres vestidos de Kokoro, eso fue todo lo que tomo para que la chica de ojos celestes diera media vuelta y se fuera. Otra maldita.

-Llamaremos al príncipe Itachi- Anunciaron sus mucamas, antes de correr por el morocho. Porque si, ahora ella no podía literalmente comer un bocado sin que el Uchiha supiera, y Rue y Misaki parecían ser felices yéndole con el chisme. Malditas.

Bueno, sí, estaba molesta y también irritable. Ella entendía, sabia que todos estaban preocupados, literalmente fue secuestrada y casi ultrajada por nadie mas y nadie menos que un heredero a duque, que violo la seguridad del palacio imperial y logro llevarse a una persona sin que nadie lo descubriera, pero ¿Era para tanto?

Minutos más tarde, Itachi apareció por la puerta. Estaba tan lindo, incluso con la cara de cansado que portaba los últimos días. Maldito por ser tan hermoso y provocarla aun cuando estaba enojada con él.

-Sakura, cariño, ¿Qué sucede? - Entro rápidamente a la habitación y camino hacia ella.

Cariño. La nueva forma en la que él la llamaba. Maldito adorable.

-Quiero salir- exigió, sin mirarlo directamente, sabía que, si lo hacía, volvería a convencerla de quedarse un día más, tal y como venía haciendo los últimos cuatro días.

-Sabes que tienes que guardar reposo- Trato de razonar con ella. Intento abrazarla, pero ella rehuyó de su contacto. -No seas caprichosa Saku-

-No quiero esto- sí, estaba siendo caprichosa- Se que tienes miedo y sigues preocupado, se que Oto-San y Pain están iguales y por eso te apoyan en esto, pero no pueden mantenerme encerrada el resto de mi vida Itachi- esta vez, había pensado cada punto que le diría, tenia que lograr convencerlo, él era el mas difícil.

-Es por tu seguridad- suspiro. ella sabía que todos sabían que esta medida era poco razonable, pero nadie discutiría con el príncipe heredero, los únicos que están por encima de él son Mikoto y Fugaku, pero con la salud de la mujer tan mal, su chico era prácticamente el emperador interino.

-Ita-kun- suspiro mientras se acercaba a él lentamente. El plan A no funciono, recurriría al plan B entonces. Seduce y vencerás.

-No lo hagas- él podía leerla, sabia que era lo que haría a continuación, pero ya era tarde, la pelirosa ya había envuelto sus brazos en el torso de él.

-Por favor- deposito un beso en él mentón de él, que se negaba a bajar la cabeza- Extraño verte todos los días en la oficina- intento

-Puedo traer mi trabajo aquí- consensuo él.

-La idea es salir Ita-kun, no encerrarnos los dos- se rio, y volvió a depositar besos, lo estaba ablandando, lo sentía. -Quiero volver a ir al invernadero- siguió.

-Lo están cuidando bien- el intento alejarse. Maldito él y su fuerza de voluntad.

Sabia que estaba jugando sucio, pero si era honesta no le importaba, lograría su libertad ese mismo día.

-Cuidar de las plantas no es todo lo que quiero hacer en el invernadero- sonrió con maldad mientras colaba sus manos por debajo de la camisa de él. Sus manos se sintieron frías en contraste con el abdomen caliente de él. Antes le hubiera dado tanta vergüenza todo aquello, pero ya se sentía en confianza con él, por lo que, al contrario de avergonzarse, se estaba calentando también.

-Sakura- trato de hacerla entrar en razón.

-Donde quedo el "cariño"- se rio de él, provocándolo aún más.

-Donde quedara tu ropa si sigues provocándome-

Maldito caliente Itachi.

-Que te parece si hacemos un trato- besos por su mandíbula- Me quedare solo una noche mas encerrada, a cambio, estaré a tu lado de aquí a que se te vaya el miedo-

- ¿Qué pasa si me toma años? - pregunto entre medios de suspiros.

-Creo que puedo tolerarte un par de años- respondió ella entre besos.

- ¿Qué pasa si nunca lo pierdo? - volvió a cuestionar.

-Entonces, vamos a tener que encontrar algo entretenido para pasar todo ese tiempo-

Entonces, finalmente el Uchiha le permitió el acceso a su boca, en un beso hambriento y fuerte. La lengua de él delineo sus labios y ella gustosa le permitió entrar. En un movimiento rápido la levanto en brazos, incitándola a que enrede sus piernas en su cintura, así lo hizo.

Ahora quien dominaba la situación era él. La llevo a la cama y comenzó a chupar su cuello y escote.

-Itachi, espera- trato de frenarlo.

-Tu comenzaste esto, cariño- se separo de su escote, solo para darle una sonrisa oscura y caliente, provocadora.

-Nos escucharan- se quejó, luego de que un no tan silencioso gemido se escapara de su garganta.

-Ya se han ido todos, yo los heche- bajo el bretel derecho de su camisón y deposito un beso húmedo allí- Sabia que intentarías esto, tome mis precauciones- otra vez esa sonrisa caliente fue captada por sus ojos.

Maldito Itachi. Malditos sus cómplices. Malditos todos.

Con fuerza el Uchiha mordió su cuello, gimió. Bueno, quizá no tan malditos. 

Los modales hacen al hombre. ItaSaku.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora