Capítulo 11

230 33 63
                                    

—El otro día, meliodas estaba oliendo las flores y movía su cola de una lado a otro mientras movía sus orejas—elaine río por su anécdota contada y elizabeth soltó un chillido al imaginarlo—Fue tan lindo que me dieron ganas de tocarla—

—¿Y por qué no lo hiciste? — preguntó, elaine sólo negó varias veces formando una mueca

—No me atrevería a tocarle una copa a una bestia divina—elizabeth siguió riendo tomando una galleta para partirla en pedazo pequeños y dárselos a king. Una nueva duda llegó hasta su pequeña mente y se quedó pensativa, no podía quedarse callada y mucho menos cuando estaba con alguien que era de su total confianza—Oye elaine, ¿Los humanos se llevan muy mal con las bestias divinas? —la rubia dejó de servir el té para pensar bien su respuesta, luego suspiro y formó una línea fina con sus labios.

—¡Se llevan fatal señorita elizabeth! Esa es una pregunta obvia—la albina abrió sus ojos con sorpresa, no pudo decir nada ya que la pequeña hada asintió con fuerza e hizo una cara espectral

—Esos dos no se pueden ni ver, ¡los humanos y las bestias divinas se pelearon entre ellas! —eso solo le sorprendió más, había escuchado de eso, pero por las caras de sus dos amigos parecía ser más serio de lo que imaginaba—Las bestias divinas siguen resentidas por ese asunto, por eso suelen usar sus poderes para hacerle bromas a los humanos y a más criaturas como las hadas—

—¿Bromas? —

—Una vez hicieron que una tormenta devastara el reino humano destruyendo varias casas y cosas, otras veces mandaron una plaga de insectos a el bosque de las hadas e infectaron el árbol sagrado...por suerte ellos mismos repararon el daño antes de que las hadas se extinguieran—meliodas era un niño travieso, más de una vez la había asustado entre las sombras por usar su magia e incluso una vez la asustó mucho al prenderle fuego a su mano, él era aprueba de fuego al parecer pues sólo se empezó a reír al ver su cara asustada y la apago con una sacudida, pero no podía imaginar a meliodas causando esos daños que afectaban de forma masiva a todos. Aún así sabía preguntas más importantes que resolver.

—¿Qué fue lo que hizo estallar la guerra?—La pequeña hada negó varias veces y alzó los hombros

—¡No lo sé! Apenas tengo 200 años—ambas humanas soltaron unas risas nerviosas por ese comentario, ellas a sus cortos 15 no eran capaces de decir lo contrario

—Por supuesto, eres demasiado joven—

—Claro, debo decir que soy el menor de todos—no esperaba esa respuesta, era una pregunta de la cual no esperaba que le respondieran. Solo corto los pedazos de galleta para dárselos a el hada que los aceptó gustoso

—Elaine, ¿Sabes por qué estalló la guerra? —la rubia asintió con la cabeza tomando de su bebida caliente y recordando sus clases de historia con su hermano mayor

—Si princesa, después de que ambas deidades quienes controlaban tanto a humanos como a bestias divinas la guerra estalló. Esa es su principal causante—

—¿Ah, si? Pero los humanos no pueden contra las bestias divinas—la pequeña rubia asintió otra vez

—No, no pueden, los humanos no son muy listos y las bestias divinas son muy fuertes—

—P-Pero los humanos pueden hacer galletas deliciosas—las niñas se rieron ante las palabras de king que comía sus pedazo de galleta con esmero—Son mucho mejores para la cocina que las bestias divinas—decidieron ignorarlo y seguir con su platica sobre historia antigua

—Aunque las bestias divinas eran fuertes, los humanos las superaban en número así que después de varias batallas sin sentido llegaron a una tregua que perduró por mucho tiempo, la guerra perjudicaba a ambos mandos después de todo—elizabeth suspiro, suponía que con eso había terminado todo, pero al ver la nueva en la cara de la de ojos mieles supo que no lo era todo

Domando a una bestia encantadora (PAUSADA) Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum