Capítulo 16

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—Vamos zel estate quieto —Gruñó, había accedido a sacarlo a pasear aunque sabía que su hermano menor lo hacía estuviera él o no estuviera, pero era algo irritante verlo colgarse de la cola cual murciélago en ramas y balancearse como si fuera un chango. ¿Así era él cuando era menor? No se imaginaba por lo que tuvo que pasar elizabeth al tener que cuidarlo a él siendo tan imperativo. Suspiro, ahora era consciente de peligros y de más cosas que antes no veía y su hermano era un rebelde sin causa—Es peligroso así que baja o te bajó yo—amenazó, el menor solo cerró sus ojos y sonrió infantil.

—¡No oigo no oigo soy de palo tengo , orejas de pescado! —

—¡Zeldris! Es peligros mejor juega en tierra—el menor apretó aún más sus ojos y cubrió la parte superior de su cuerpo con sus alas negras. ¡Mierda! ¿Por qué los niños tenían que ser tan irritantes y adorables a la vez?

—¡NO OIGO NO OIGO SOY DE PALO, TENGO OREJAS DE PESCADO! —gritó intentando sacar de su quicio al mayor que aferro sus garras a la tierra mojada debajo de sus pequeñas patas, en esos momentos le encantaría tener la forma de un dragón adulto para tomarlo con los dientes y bajarlo así este renegara y se quejara

—Zeldris voy a contar a las 3...—el menor se siguió columpiando sin hacer caso—A la 1...—lo ignoro por completo, sus ojos verdes pasaron a un negro obsidiana que el menor no pudo ver gracias a que tenía los ojos cerrados—A las 2...—no quería hacer nada, sabía que no era capaz de lastimarlo ni de cumplir sus amenazas por el inmenso amor que tenía, solo grupo por lo bajo tomando un decisión drástica. Abrió el hocico, una bola de luz púrpura se asomó desde el fondo de su garganta escamuda y antes de que pudiera lanzarla—¡Auch! —

—¿¡Acaso quieres pulverizar el bosque, demonio!? —fue tomado de la oreja con fuerza por uno de los ancianos de las bestias divinas que lo hizo cerrar la boca. Solo hasta ese momento zeldris abrió sus ojos empezando a reírse a carcajadas por ver a un leopardo mordiendo la oreja de un pequeño dragón que se quejaba como si fuera un niño pequeño

—¡Ja ja! ¡Te ves idiota!—

—¡Callate zel! —regaño a su menor intentando jalar se para soltarse de los dientes afilados cosa que solo rasgo aún más su piel negra—¡Auch! ¡Ya sueltame hendri! —el leopardo lo soltó de inmediato consiguiendo gruñidos de dolor del pobre meliodas que empezó a sonar su oreja sangrante con su pata. Este solo miró a el anciano dejando de ver a su hermano menor que no noto que la rama en la que estaba se empezaba a fragmentar y a crujir en silencio

—Mírate, incapaz de controlar a tu hermano menor y arriesgando el bosque sagrado solo para bajarlo de un árbol—meliodas gruño nuevamente y se recostó en la hierva fresca como si fuera a dormir un rato—Sabias que iba a venir a visitarte meliodas—el dragón negro rodó los ojos ¿Qué había hecho ahora? No recordaba haber hecho tan grave como para que un anciano fuera a visitarlo—¿Ya sabes quien será tu testigo para tu ceremonia de mayoría de edad? —Oh...era eso

—La verdad no lo se—respondió sin importancia sobre aquella ceremonia, el anciano callo de espaldas con su lomo contra la tierra al escuchar esas palabras. ¿Acaso ese chico no sabía ser responsable? Puede que ya fuera mayor de edad, pero sin duda seguía siendo el mismo niño imprudente que fue siempre. No pudo contestar cuando escucharon un fuerte crujido que venía del árbol en el que zeldris estaba colgado y luego un golpe seco como un costal azotando en el suelo

—¡Gyaaaaaa! —grito el menor durante su caída libre hasta el suelo. Meliodas suspiro cansado de todo ese asunto y miró de reojo a su hermano tumbado en el césped—¡No me dolió! —grito con una sonrisa nerviosa mientras se ponía de pie con dificultad e iba cojeando hasta su lado. El de ojos verdes esmeralda sólo negó con la cabeza sabiendo que eso iba a suceder y lamio la herida pequeña sobre la pata de su menor para curarla y alejar cualquier rastro de sangre sobre esta

Domando a una bestia encantadora (PAUSADA) Where stories live. Discover now