XVIII. Miedo.

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XVIII.
Miedo.

Los rayos del Sol pasaban por la ventana de la pequeña oficina del profesor Scamander, provocando que Leia comenzará a despertar.

Cuando la pelirroja lentamente comenzó a abrir los ojos sintió frío extraño recorrer su cuerpo.  Se había quedado dormida, sentada en el sofá de la pequeña oficina, que estaba dentro del dormitorio del profesor Scamander.

«No volvió» se dijo a si misma cuando noto que las brasas de la chimenea hacia horas se habían apagado y la cama del dormitorio seguía tendida.

Se apresuró hacia el baño para alistarse y bajar al Gran Comedor para poder evitarlo en el desayuno. Cosa que logro con gran éxito ya que el profesor Scamander no sé hallaba con los demás profesores.

Para su sorpresa, y alivió, las clases de Defensa Contra las Artes Oscuras se habían cancelado. Podría decirse que Theseus Scamander prácticamente desapareció del castillo, cada que Leia salía de clases, inconscientemente, se pasaba por su salón o su dormitorio y nada. No tenía la menor idea de a dónde había ido. Incluso escucho a los profesores chismear sobre su repentina desaparición.

Ya habían pasado dos días sin tener noticias del profesor Scamander. Leia no podía dejar de sentirse culpable y  preocuparse de que le haya pasado algo. Aunque en realidad era algo bueno no hallarlo, es decir, que le diría cuando lo vea. No tenía una respuesta clara a sus sentimientos por él.

En muy poco tiempo Theseus Scamander se había convertido en alguien muy importante para ella, él se había convertido en algo mucho más cercano que un profesor, se había convertido en su amigo. Aunque estaba segura que nunca sintió por ninguno de sus amigos lo que sentía por él.

Era algo muy extraño y confuso. Cuando él está cerca suyo, su corazón se acelera un poco más de lo normal, y tenía una extraña forma de hacerla sentir, cuando la abrazaba, que por fin estaba en casa.

Técnicamente no era lo que sentía por él, sino lo que no sentía por nadie más. Si eso era amor, estaba en problemas. Ya que el amor es algo que le a aterrado por años. Ha visto a sus amigos sentirlo y salir lastimados, incluso la historia de sus padres es un buen ejemplo de ello.

«Emm, mamá  y papá, ellos…»

— Por fin te encuentro — la voz de Lúa la saco de sus pensamientos — ¿Qué haces aquí? La fiesta comenzara pronto.

« La fiesta » recordó. Lo había olvidado por completo. Está noche la casa de Hufflepuff festejaría la victoria del campeonato en el Gran salón. Todas las casas estaban invitadas, aunque la mayoría eran tejones y leones, y algún que otro erudito.

— Solo necesitaba pensar un poco y aclarar mis pensamientos. — confesó.

— Hermoso lugar para hacerlo — dijo irónica, puesto que se encontraba sentada en una roca a orillas del bosque prohibido — Tenemos que irnos, es hora de cambiarnos.

Lei miro a Lúa con una expresión de disculpas, no sé encontraba con los ánimos para celebrar nada en estos momentos en los cuales se sentía tan confundida.

Pero su amiga no le hizo mucho caso y tomándola del brazo la ayudo a ponerse de pie.

— Se que estás pasando por algo difícil — eso no había como ocultarlo —, y se, que aunque te pregunté y pregunté, no vas a contármelo — a Leia se le escapó una pequeña sonrisa triste y culposa. Lúa era tan buena con ella y aún así no podía decirle lo que le estaba sucediendo—. Pero Eddy es nuestro amigo y está noche es muy importante para él.

Lúa tenía razón, no había nada más importante en el mundo para Eddy que ganar el campeonato con el que llevaba soñando desde que llegaron por primera vez a Hogwarts.

— Está bien — se resigno —. Pero nada de peinados o maquillaje extravagantes — le pidió con una sonrisa. Esa noche trataría de olvidarse de todo y solo se concentraría en sus amigos.

La fiesta estaba comenzando cuando Leia se separó de Lúa para buscar algo para beber. La fiesta se estaba llenando acabo en el Gran Salón, donde todo estaba decorado con los banderines y colores de los tejones.

Mientras Leía se servía un extrañó licor de calabaza, noto a una pareja de Ravenclaw, que se parecían mucho a sus padres. Es decir, la chica era tan rubia y bajita como su madre y el chico era casi tan pelirrojo cómo su padre.

Con la copa de licor en los labios, no puedo evitar recordarlos y preguntarse cómo hubiera sido su vida si ellos hubieran nacido en el mismo mundo. Sus padres se amaban, ¿Pero cuánto dolor tuvieron que atravesar para estar juntos? Sus propias familias los habían juzgado y dado la espalda. Incluso el padre de su padre, ósea su abuelo, lo había querido sacar del registro familiar.

Aunque la sociedad, tanto mágica como muggle, habían progresado en los últimos años ¿Realmente habían cambiado su forma de pensar acerca de esas personas? Realmente no lo sabía, pero lo dudaba. Cuántas burlas y rechazos había sufrido ella en el paso del tiempo por ser una mestiza.

— ¿En qué piensas? — una voz conocida la saco de sus pensamientos.

— Sep… — Dijo cuando volteó y encontró con los ojos marrones de su primo — En el pasado y el presente — Septimus la miro confundido — En mis padres — le aclaro.

— Oooo — dijo sorprendido, Leia no hablaba mucho de ellos. Sabía que era un tema que aún le dolía un poco.

— Pensaba en su historia, en lo triste que fue, en lo poco que duro su felicidad. — le confesó.

— Yo no la veo tan trágica. Después de todo de eso se trata la vida ¿No? — Ahora era Leía quien lo miraba sin comprender — Del amor, para ser más específicos. Después de todo, el amor es la ausencia total del miedo.

— ¿Miedo a qué?

— A todo. — dijo con seguridad — Cuando estás con esa persona, no le temes a nada porque ella está contigo. Te da la fuerza y la seguridad que necesitas y tu se la das a él — el pelirrojo tomo la mano de su prima —. Lei, el amor es cuando ves a esa persona y te pones feliz sin razón, y cuando no la ves te preocupas y deseas saber desesperadamente de el. — Leia le miraba pensativa.

— ¿Por qué me dices esto? Tu no eres así de cursi. — su actitud si que le sorprendía.


— Porque me he dado cuenta de que es momento de que deje de tratarte cómo a una niña y comience a verte como una mujer valiente que busca su felicidad. — su amiga le sonrió con ternura — No tengas miedo al pasado, la vida es más corta de lo que creemos, Lei.

El pelirrojo soltó un suspiro y su mirada se perdió en un profesor alto y castaño que estaba entregando una copa a Eddy y su equipo. Leia siguió la vista al mismo lugar que su amigo lo había hecho y lo vio. No podía creerlo, el profesor Scamander estaba junto a los jugadores de Hufflepuff.

— No lo pierdas por miedo a qué el amor te haga daño— Le susurró al oído —, porque  la única que se hace daño con tanto miedo eres tú. — y sin decir más se alejo con una sonrisa, dejándola perpleja. ¿Desde cuándo Septimus sabía lo de ella y el profesor Scamander?

«la única que se hace daño con tanto miedo eres tú» las palabras de Septimus resonaban en su cabeza como un disco rayado.

Como no podría no sentir miedo, si cada vez que ella comenzaba a sentir que todo iba bien la vida se encargaba de demostrarle que estaba equivocada.

Septimus tenía razón, ella estaba enamorada del profesor Scamander, pero no podía hacer nada al respecto. Él era miembro de una familia muy importante de sangre pura y ella era una huérfana mestiza, sin mencionar que eran profesor y alumna. De nada importaban sus sentimientos, al final ambos saldrían heridos, ella ya estaba acostumbrada a que la gente la juzgué, pero no quería que él pase por lo mismo solo por ella, no valía la pena.

Leia estaba tan pérdida en sus propios pensamientos que no se dio cuenta que Theseus la estaba mirando. Ella se encontraba tan hermosa con su vestido rosa y su pelo recogido de forma sencilla, que le costaba mucho controlarse y no ir hacia ella. Por esa razón había pedido permiso para ir a casa los últimos dos días, debía darle espacio.

El Jefe de Hufflepuff trataba de concentrarse en la conversación con los jugadores de su casa, pero sus pensamientos estaban muy lejos de allí. Dentro suyo se libraba una lucha interna, su tejón interior quería ir hacia ella, pero su Auror interior lo detenía, haciéndolo entender que debía darle su espacio, que cuando ella este preparada le haría saber su respuesta. Una respuesta tan temida como ansiada, que podría hacerlo el hombre más afortunado de la tierra como también podría hacerlo el más miserable.

El profesor Scamander, se disculpó con los chicos y se dirigió a la mesa a buscar una bebida, la ansiedad de tenerla tan cerca y no poder acercarse a ella lo estaba matando.

— Parece que Dumbledore te ha enseñado bien — Rowle tomando un copa de la mesa — Digo, a como desaparecer sin dejar rastros.

«Lastima que no me enseñó a cómo desaparecer a personas desagradables» se lamento internamente.

— Creí que había quedado claro que no quería que te acercaras a mí — le dijo seco, mientras se llevaba su primer sorbo de cerveza de mantequilla a la boca.

— Que cruel eres — dijo con un falso enojo, que a Theseus no puedo importarle menos —. Vine para pedirte disculpas, para que podamos volver a ser amigos.

La mano de la bruja se deslizó hasta la solapa del chaleco del profesor. Theseus la tomo en seguida y con una sonrisa ladeada llena de ironía le dijo:

— Escúcheme bien enfermera Rowle — la voz de Theseus había cambiado a una tan fría, como el invierno —. Tu y yo jamás podríamos ser amigos y no quiero verte cerca de mí nunca más — El Auror soltó bruscamente la mano de la ex Slytherin y se fue al otro lado de la sala.

Se sintió un poco mal por tratar de esa manera tan fría y grosera a una mujer, pero Rowle se había entrometido demasiado en su vida tomándose atrevimientos que no le correspondían y tenía que alejarla lo más pronto posible de su vida.

— A decir verdad esperaba más de usted profesor —  Al escuchar la voz del chico Weasley Theseus giro —. Pero… Al parecer puse demasiadas expectativas en usted.

— No se de qué hablas.


— Claro que no lo sabe — negó con la cabeza el pelirrojo —. Déjeme ser más claro con usted profesor — la cara del muchacho se puedo sería y eso a Theseus le dio una alerta de que algo estaba pasando — Se que ama a mi prima — la naturalidad con la que el muchacho dijo aquellas palabras sorprendió al Auror.

—¿Cómo lo sabes? — lo interrumpió.

— Los vi esa noche en la enfermería, cuando usted le beso. ¿Por qué cree que le hice una broma el día siguiente? — Septimus sonrió al ver la cara de preocupación de su profesor — Pero este no es momento para hablar de ello. Mí prima se fue con el corazón roto hace unos minutos al verlo con ese intento de enfermera. — dijo el pelirrojo con desprecio —. Señor, Leia también lo ama y si no quiere perderla, yo que usted, iría tras ella.

El Hufflepuff no lo pensó dos veces y salió corriendo de la fiesta para buscarla.

«Un empujoncito no le hace mal a nadie» pensó Septimus. Con lo que le dijo a Theseus y las gotitas de veritaserum que había vertido en la bebida de Leia debía ayudarlos un poco.

Él no quiso delatar los sentimientos de su prima, pero quería verla feliz y conociéndola ella jamás daría el primer paso. Ahora solo quedaba festejar con Eddy y esperar a las buenas noticias en la mañana.

Pero para la mala fortuna del tejón, la joven bruja no sé hallaba en el pasillo. Su primer instinto le dijo que ella de encontraba en su cuarto secreto de animales, peor cuando estaba llegando a las escaleras pudo divisar una silueta de mujer que corría al puente cubierto.

Cuando el castaño llego sintió un enorme deja vu al verla llorar desconsoladamente mirando al cielo nocturno. Con calma de acerco a ella para no asustarla.

— Por favor, no llores… — le dijo casi en un susurró haciendo que la pelirroja volteé hacia su dirección.

—¿Qué hace aquí? — el Auror no respondió solo se limito a seguir caminando hacia ella — No se acerque, por favor — le pidió casi en una súplica mientras intentaba limpiarse torpemente las lágrimas que no paraban de salir.

— No lo hare. No me alejaré de ti — estaba cada vez más cerca.

El Auror ya se encontraba a solo cinco… Cuatro… Tres… Dos pasos de distancia.

— Tiene que hacerlo, porque sino… — la pelirroja se cayó antes que dijera algo de lo que pudiera arrepentirse.

— ¿Sino qué?... — pregunto ansioso con una sonrisa.

— Mí corazón latía más fuerte y ya no podré callarlo — confesó sin quererlo.

— No tienes que hacerlo, no tienes que callarlo. Leia mírame— Con su mano en la mejilla la obligó a mirarle a los ojos —. No quiero que pienses en nada más que no sea en nosotros dos, aquí y ahora. — la pelirroja se estremeció al sentir sus penetrantes ojos sobre ella — Te ruego que seas sincera conmigo, porque mí corazón tampoco podrá soportar por más tiempo.

— Me temo que ser sincera traerá más dolor que felicidad — Theseus negó y acerco su cara aún más a la de la pelirroja, prácticamente estaban pegadas — Solo nos lastimaría y no puedo permitir eso.

— Aunque eso fuera cierto, aún así quiero escucharlo. Quiero escuchar lo que tu corazón tiene que decirme.

— ¿Está seguro? — le pregunto alejando su rostro de el del profesor.

— Completamente — era lo que me él más deseaba. — ¿Quiero saber porque lloras?

— Lloro porque me duele, me duele ver qué esa mujer a diferencia de mí es perfecta para usted. Lloro porque me asusta la manera en que me siento en su presencia — Lágrimas volvieron a caer de su rostro — Temo amarlo como lo hago, salga lástima…

La pelirroja no pudo terminar de hablar porque Theseus tomo su rostro con ambas manos y, atrayéndolo hacia él, le cerró los labios con un beso.

Fue muy suave, como el roce de los pétalos de una flor. Su corazón golpeaba como loco y sintió, por primera vez, que ese era el lugar al que pertenecía. Cuando a Leia se le fue la sorpresa, su cuerpo pareció recuperar toda su entereza, como si hubiera renacido de sus propios temores y  rodeó el cuello del castaño con los brazos, intensifica un poco el beso, sintiendo sus lágrimas perderse  en el rostro del Hufflepuff.

Luego de unos segundos, cuando sus labios se vieron libres, la bruja murmuró:

— Tengo miedo — confesó, con sus frentes aún pegadas.

— ¿A qué le tienes miedo? — le pregunto separándose un poco de ella, pero sin alejar su mano de cadera.


— A muchas cosas, de lo que la gente vaya a pensar de usted, temo que salgamos heridos, tengo miedo de que usted se de cuánta de que no merezco que me quiera.

— Nunca vuelvas a decir eso, lo que piensen o digan las personas no me importa, para mí eres la persona más valiosa e importante que conocí en mí vida. — el corazón de la bruja estaba a punto de explotar con las palabras del profesor.


Ninguno de los dos dijo nada más, no hacía falta, sus miradas lo decían todo. No podían estar más felices y nerviosos a la vez.

— ¿En que piensa?  — la dulce voz de Leia decidió romper el silencio.

— En que me encantaría que me concedieras un baile — dijo y con un movimiento de varita hizo aparecer un toca disco muggle, dejando salir una canción lenta. Theseus le tendió la mano a su esposa — Me permites este baile.

— Por supuesto.

El tejón estrecho más la cintura de la pelirroja hacia su cuerpo con ambas manos sintiendo cada parte del bello cuerpo de su esposa. Por su parte la pelirroja posó su cabeza en el pecho del tejón y con su brazo rodeó su cuello. Juntos se balanceaban en pequeños círculos perdiéndose juntos en el compás de la música y sus pensamientos.


I remember when I met you, I didn’t want to fall
I thought my hands were shaking ‘cause you looked so beautiful
I remember when you kissed me, I knew you were the one
And oh my hands were shaking when you played my favorite song.



Desde la piel que lo estaba apretando fuertemente, Theseus podía sentir la calidez del cuerpo de Leia. Ese calor, que le dio fuerza muchas veces a su cuerpo congelado. Cómo esa vez, cuando se emborracho y le robo un  beso, ella lejos de enojarse con él, lo entendió. Superar la muerte de Leta no había sido fácil. Sin embargo, el calor y la amabilidad de la pelirroja le había dado la fuerza para seguir adelante.


I don’t know why
But every time I look into your eyes
I see a thousand falling shooting stars and yes I love you
I can’t believe that every night you’re by my side.


Leia se sentía en un seño.  Los últimos dos días habían sido un remolino de confusión, pero ahora… Ahora sentía que finalmente todo estaba en su lugar. El solo hecho de haberlo conocido la llenaba, y se prometió que sería feliz el tiempo que tuviera el placer de su compañía. Ya sea solo ese instante, dos horas o treinta años…


Promise I’ll stay here ‘till the morning
And pick you up when you’re falling
When the rain gets rough, when you’ve had enough
I’ll just sweep you off your feet and fix you with my love
My only one
My only one.



Estaban tan cómodos uno con el otro que seguían bailando aún cuando la música había terminado hace tiempo y ni cuenta se habían dado. Sino fuera por el campanazo que indicaban la hora de dormir para todos los alumnos, ni siquiera se hubieran dado cuenta que ya había transcurrido bastante tiempo desde que llegaron allí.

El profesor tomo la mano de su esposa e hizo que se aparecieran en su dormitorio. Podría decirse que fue justo a tiempo porque en ese momento alguien tocó la puerta. Era el director Dippet que necesitaba hablar de unas cosas urgentes con el profesor Scamander. Theseus con algo de recelo se despidió de su esposa y acompaño al viejo director a su oficina.

Cuando por fin pudo regresar a su dormitorio ya eran pasadas las once. Resignado a que su esposa se encontraría dormida, ingreso al cuarto desganado, para efectivamente encontrarla descansando tranquilamente. Fue al baño a cambiarse para dormir y cuando salió no puedo evitar sentarse en la punta de la cama para contemplar a su esposa, sin creer todo lo que había pasado en unas horas.

— Profesor… — la pelirroja se despertó al sentirlo en los pies de la cama.

— Lo siento no quise despertarte — se disculpó mientras se levantaba — Yo solo, no puede evitar querer verte dormir, es decir, no me mal intérpretes. Yo solo quería saber si podía quedarme a cuidar tus sueños.

Leia sonrió, creyó que le estaba preguntando si podían dormir juntos. A lo que contesto tímidamente que si.  Sintió el ligero peso del cuerpo de su esposo a su lado y no puedo evitar que su corazón latiera con fuerza. El castaño olía, extraña a chocolate y mantequilla. Theseus se acomodo cerca de ella y la pelirroja se volvió la cabeza a la suya.

— ¿Podemos besarnos? — no paso un segundo después de quedas palabras salieran de sus labios que las mejillas de Leia se volvieran rojas.

— ¿Qué? — pregunto incrédulo, pero feliz el Auror.

— Es solo una sugerencia, no tene-mos que hacer-ko si no quieres — tartamudo la chica.

— Eso no tienes que pedírmelo, mis labios son tuyos desde hace mucho tiempo — no paso más tiempo para que él castaño asaltara sus labios, saboreando cada rincón de ellos.

Cuando por fin se separaron y se acomodaron para dormir, Theseus rodeó la cintura de Leia, pasando el resto la noche contemplándola. Joder como le había hecho falta tenerla durmiendo junto a él de nuevo. Su olor, su calor, esos dos días que había estado lejos la había extrañado demasiado. Al fin se sentía completo nuevamente. Y, aunque ella ya se había dormido, el castaño no pudo evitar besar su frente.

— Buenas noches, mí pequeña zanahoria… 

Sana mis heridas [Theseus Scamander]Where stories live. Discover now