XV. La estación de tren.

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XV.
La estación de tren.


Para Theseus las cosas en el ministerio no habían sido idóneas, pero al menos habian podido recaudar algo más de información sobre Grindelwald. Gellert había sido visto en Asía buscando seguidores, aunque luego de su derrota en las elecciones la mayoría lo había dejado.

En estos momentos el castaño estaba terminando de arreglar unos papeles en su despacho, antes de partir hacia Hogwarts.

— ¿Ya se va? — le pregunto el tejón.

— Si — le contesto en un suspiro — Y por lo que veo tu también — levanto una ceja.

— Si. Las vacaciones estan acabado y el director Dippet me espera. — Albus sonrió divertido ante la respuesta del tejon y tomo asiento sobre su escritorio.

— Claro, tus ansias por regresar son por el viejo Dippet y no por cierta pelirroja de ojos hermosos — Theseus no dijo nada — Por cierto, felicidades por tu boda.

El tejon se tensó. Aunque en estos días no habían hablado del tema era obvio que él sabía de su boda.

— Esta bien, no debes de avergonzarte. — Dumbledore se levantó y posó su mano sobre el hombro de Theseus — El amor jamás debería ser considerado objeto del cuál sentir vergüenza, mucho menos ocultarlo.

Theseus asintió. Dumbledore tenía razón, quererla de la forma en que lo hacía, no tenía nada de malo. El solo deseaba lo mejor para ella, aunque no fuera a su lado. Era decisión suya quedarse a su lado o no, en cuanto a él ya había decidido y era ella, siempre sería ella.

— Por cierto — el rostro del profesor Dumbledore se volvió tan serio y rígido que a Theseus se le erizo la piel — Leia es como mí hija. Ella es una chica que aunque peresca débil, es más fuerte que mucho de nosotros, y a la que le encanta resolver sus propios problemas. Esa es la única razón por la que he decidido no entrometerme en sus asuntos, pero si me entero de que le rompes el corazón, no dudaré ni un segundo en lanzarte un cruciatus.

De alguna forma a Theseus no le sorprendió que Dumbledore quisiera tanto a Leia, al parecer todos los profesores la adoran. Ahora sabía porque Leia tenía su santuario de criaturas mágicas y nadie la había descubierto, Dumbledore era su guardián.

Lo que él tejón no sabía era el porqué de ese cariño especial de Dumbledore hacia la chica. No era porque se parecía a su alumno favorito, Newton Scamander, sino que se debía a su gran parecido en la personalidad que tenía su hermana Ariana.

— No se e preocupe — dijo serio —. Me  lanzaría la maldición yo mismo antes de lastimar a Leia — Dumbledore levanto una ceja y sonrió. Nada quedaba del Theseus que había visitado meses atrás. La pequeña pelirroja estaba en buenas manos.

— Eso espero... — dijo y sin despedirse salió de la habitación con una sonrisa en su rostro.

«Que hermoso el amor de los jóvenes» pensó.

Theseus salió del estudio hacia el sótano a buscar a su hermano para despedirse. Él y Tina se habían mudado definitivamente a la mansión Scamander. Tina consiguió un puesto como jefe de Aurores en el departamento de crimenes contra los magos.

En cuánto a Leia y Molly habían pasado una de las mejores fiestas de sus vidas. El Señor y la Señora Weasley eran las personas más amorosas y divertidas que habían conocido en sus vidas, y no solo ellos, sino todos los Weasley en general.
No cabía duda que el señor Weasley era uno de los mejores chefs del mundo. Y la señora Weasley sin duda era la mejor bromista del mundo. Ahora Leía sabía de quién había heredado Septimus su pasión por las bromas.

Sana mis heridas [Theseus Scamander]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora